Esther Esteban, MADRID, 16 Jun. (OTR/PRESS) -
"Todas las familias felices se parecen y las infelices lo son cada una a
su manera".
De esta forma, utilizando el arranque de la novela de
Tolstoi, Ana Karenina, el ministro de Justicia inició su intervención
para impulsar la custodia compartida, un asunto complejo que en caso de
desacuerdo deberá decidir el juez.
Aunque en la mayoría de los países de
nuestro entorno es un tema muy arraigado, en España tiene primacía la
custodia monoparental y es la madre quien, en caso de divorcio o
separación, se queda con los hijos.
Nadie pone en cuestión que los hijos tienen derecho a estar con su
padre y con su madre, pero cuando las cosas vienen mal dadas casi nunca
prima el interés de los niños, sino el egoísmo, incluso la
irresponsabilidad de los padres que utilizan a los hijos como moneda de
cambio para dirimir sus conflictos.
Estoy plenamente de acuerdo con que
no se prive a los padres de ver a sus hijos y que se comprometan, al
igual que las madres, en su cuidado, manutención y educación.
Conozco a varios padres separados que están pasando un auténtico
infierno porque sus exparejas no les dejan acercarse a sus hijos.
Son
buenos padres cariños, afectuosos y responsables pero tras un traumático
divorcio los niños se han convertido en un instrumento perfecto para
mantener vivo el conflicto y acrecentarlo.
Soy madre y me es muy
difícil comprender como hay mujeres que anteponen su propio interés al
de sus hijos pero esos casos existen y son reales con nombre y apellido.
Hay madres que predisponen a sus hijos contra su expareja y viceversa,
pero en caso de duda hay siempre que proteger a los niños y encontrar la
solución menos traumática para ellos.
De entrada soy partidaria de la custodia compartida, pero no me
parece lo más correcto que sea un juez el que, finalmente, tenga que
decidir el régimen de tutela mas conveniente.
Para tomar una decisión
así debería tenerse en cuenta la opinión de expertos en psicología que
evaluaran las condiciones idóneas para los menores en cada caso.
La
felicidad de un niño no se puede medir solo con el hecho de poder
disfrutar de sus progenitores, si para hacerlo está continuamente
cambiando de domicilio o no se crea un entorno de estabilidad personal
que le de seguridad.
No está mal traída la frase de Tolstoi en el sentido de que cada
familia infeliz lo es de una manera, porque hay tanto casos diferentes
que aplicar la tabla rasa, es profundamente injusto.
El objetivo que
debe primar es el de proteger a los mas débiles que, en este caso, son
los niños y todo lo demás son cuitas sin importancia.
Se puede cambiar
la legislación todo lo que se quiera pero lo que nunca se debe tolerar
es que esa factura la paguen los mas indefensos por la
irresponsabilidad de los adultos.
El propio Gallardón dijo que la custodia compartida favorece la continuidad en la vida familiar del pequeño, reduce el fracaso escolar y el sentimiento de perdida y de culpabilidad de los hijos.
Hasta ahí todo bien, pero las dudas surgen cuando se oyen otras voces como la de la Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas que con estadísticas en la mano señalan que en los casos que se ha aplicado, ha resultado ser una catástrofe para los hijos.
El tema es complejo y la medicina pasa por la responsabilidad de la pareja cuyo objetivo común ,sin excepciones, debería ser proteger de verdad a sus hijos, sin excusas.
Ese es el verdadero acto de amor hacia ellos.
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