REDACCIÓN, 28/12/2019
Las Navidades pueden ser perjudiciales para las parejas. Por lo menos es lo que se traduce de los datos sobre rupturas matrimoniales. Por un lado, el portal Information Is Beautiful destaca que el 11 de diciembre, unas semanas antes de comenzar la Navidad, es el día más probable para que se rompa una relación. Para determinar esta fecha, desde la web han analizado la información que aportan los 2.271 millones de usuarios activos que Facebook tiene en el mundo cuando actualizan la pestaña que indica Situación sentimental.
Y los datos del Servicio de Estadística del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) confirman que en el Iº trimestre del año, después de las fiestas, en España aumentan las demandas de disolución matrimonial. Así, de las 111.704 separaciones y divorcios que se produjeron en 2018, un 26 % (29.108) tuvo lugar de enero a marzo. El 1º lunes hábil de enero es el más crítico y, de hecho, los abogados del Reino Unido lo llaman Día D (Día del Divorcio).
Las navidades son un periodo intenso de vida familiar y eso a veces precipita la ruptura de una relación a la que no se ve futuro.
¿Por qué tantas personas rompen su relación o comunican su ruptura sentimental justo antes o inmediatamente después de la Navidad?
“En la rutina es más sencillo dejarse llevar por la inercia, mientras que en los periodos vacacionales, y especialmente en la Navidad, las parejas saben que van a afrontar un periodo intenso de vida familiar y, por tanto, es el momento en el que precipitan la decisión”, explica Adrián Montesano, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y experto en terapia familiar y de pareja.
“Por ejemplo —continúa Montesano—, alguien insatisfecho en una relación que no lleva mucho tiempo puede pensar: ‘No quiero que él o ella se vincule más con mi familia, si en realidad la relación no tiene futuro’. Así, en estas relaciones menos estables o con un nivel de compromiso menor, las razones para romper pueden ser tan livianas como: ‘Vuelvo a mi ciudad natal 15 días y no me apetece estar pendiente del teléfono’ o ‘Voy a reencontrarme con…’, y cualquier viento que sople puede precipitar la ruptura”.
Según la estadística de nulidades, separaciones y divorcios (ENSD) correspondiente a 2018 y difundida por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los matrimonios disueltos por divorcio tuvieron una duración media de 16,6 años, mientras que la de los matrimonios separados fue de 22,8 años. En estos casos de relaciones más prolongadas, a la hora de tomar la decisión de separarse en unas fechas tan señaladas como son las previas a la Navidad “puede pesar más el hecho de evitar un esfuerzo familiar desmedido, o el peso simbólico que tiene la perspectiva de las Navidades separados para ayudar al proceso de desvinculación”, añade el profesor de psicología de la UOC.
Intensa vida familiar
Porque, según el sociólogo, “la Navidad te fuerza, te obliga a que la vivas como un periodo familiar de proximidad emocional a los tuyos, y este ambiente familiar y amoroso hace que aún pueda resultar más difícil mantener una relación de pareja que lleva tiempo deteriorada”.
“Pasar las vacaciones en familia, con los padres, con los hijos y, claro está, con la pareja, si la tienes, es una tradición, algo que se da por descontado en nuestras sociedades, en las que se celebra la Navidad”, expone Núñez.
Adrián Montesano, como experto en terapia familiar y de pareja, confirma el planteamiento de Núñez. “Puede influir que la Navidad signifique un periodo de revisión personal y, por tanto, incite a la toma de decisiones de este tipo. La experiencia clínica nos enseña que cuando una pareja está pasando por una etapa crítica es habitual que el miembro más insatisfecho establezca un plazo del tipo ‘Si de aquí a Navidades la cosa no ha cambiado…”.
Los desencadenantes
No mezclar al novio con la familia o querer empezar el año con una vida nueva pueden ser algunos de los motivos
Históricamente, los divorcios y las separaciones consensuados han sido más comunes que los no consensuados. En 2018, por ejemplo, 65.636 rupturas fueron de común acuerdo, frente a las 46.068 que no llegaron a un convenio, según la estadística del CGPJ.
Con acuerdo o no, antes de llegar a la separación, “a las parejas y familias que estén pasando por algún tipo de malestar relacional, les aconsejo, principalmente, que soliciten ayuda profesional y que no tarden mucho”, recomienda Adrián Montesano.
Según el psicólogo, “las posibilidades de unión o de separación sin sufrimiento ni mayores consecuencias disminuyen cuando se tarda en afrontar la situación con o sin ayuda profesional. Dicho de otro modo, cuanto antes mejor”. Eso sí, advierte que si se decide acudir a un profesional, se elija a uno bien formado. “Desde el máster de Terapia Sexual y de Pareja de la Universidad de Barcelona y desde el máster de Psicología Infantil y Juvenil: Técnicas y Estrategias de Intervención de la UOC podemos ofrecer referencias”, apunta.
Y explica el porqué. “Es importante que seamos conscientes del hecho de que el estrés relacional es uno de los factores que mayor incidencia tienen en el bienestar psicológico de las personas. Así, los miembros de una pareja con un nivel de conflicto alto o con un grado alto de desvinculación emocional están expuestos a niveles de estrés equiparables a haber sufrido un trauma, que pueden desembocar en importantes problemas de salud tanto físicos como psicológicos. Así pues, una ruptura a tiempo es siempre una victoria para la familia, incluidos los hijos, si los hubiere”.
Estrés relacional
“Una pareja con muchos conflictos o desvinculada emocionalmente sufre un estrés equiparable a haber sufrido un trauma”. En cualquier caso, “si (la ruptura) le ha representado un shock, aconsejo que se apoye en los suyos. Si le ha representado una alegría, que lo celebre. Si le ha representado ambas cosas, pues que lo celebre arropado por los suyos”, concluye el profesor de la UOC.
“Por ejemplo —continúa Montesano—, alguien insatisfecho en una relación que no lleva mucho tiempo puede pensar: ‘No quiero que él o ella se vincule más con mi familia, si en realidad la relación no tiene futuro’. Así, en estas relaciones menos estables o con un nivel de compromiso menor, las razones para romper pueden ser tan livianas como: ‘Vuelvo a mi ciudad natal 15 días y no me apetece estar pendiente del teléfono’ o ‘Voy a reencontrarme con…’, y cualquier viento que sople puede precipitar la ruptura”.
Según la estadística de nulidades, separaciones y divorcios (ENSD) correspondiente a 2018 y difundida por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los matrimonios disueltos por divorcio tuvieron una duración media de 16,6 años, mientras que la de los matrimonios separados fue de 22,8 años. En estos casos de relaciones más prolongadas, a la hora de tomar la decisión de separarse en unas fechas tan señaladas como son las previas a la Navidad “puede pesar más el hecho de evitar un esfuerzo familiar desmedido, o el peso simbólico que tiene la perspectiva de las Navidades separados para ayudar al proceso de desvinculación”, añade el profesor de psicología de la UOC.
Intensa vida familiar
Las navidades son malas fechas tanto para las relaciones nuevas como para las más duraderas.
Francesc Núñez, sociólogo y director del máster de Humanidades: Arte, Literatura y Cultura Contemporáneas de la UOC, coincide. “Puede ser que aprovechen la Navidad para comunicar una ruptura que ya lleva tiempo cocinándose (retenida en su versión pública), y así se ahorran pasar por las situaciones familiares con una relación que ya está rota o muy deteriorada. Se ahorran, pues, un mal rollo, por decirlo lisa y llanamente”.Porque, según el sociólogo, “la Navidad te fuerza, te obliga a que la vivas como un periodo familiar de proximidad emocional a los tuyos, y este ambiente familiar y amoroso hace que aún pueda resultar más difícil mantener una relación de pareja que lleva tiempo deteriorada”.
“Pasar las vacaciones en familia, con los padres, con los hijos y, claro está, con la pareja, si la tienes, es una tradición, algo que se da por descontado en nuestras sociedades, en las que se celebra la Navidad”, expone Núñez.
El ambiente familiar de estas fechas puede hacer más difícil mantener una relación de pareja que lleva tiempo deteriorada.
Pero estas fechas también son para muchas personas un periodo de reflexión que, según el sociólogo, puede acabar siendo otro posible desencadenante de rupturas. “Muchas personas aprovechan el nuevo año (o un periodo señalado) para hacerse buenos propósitos. Y puede haber alguna que decida empezar el año con una nueva vida en la que ya no cabe una relación deteriorada. Digamos que el buen propósito y el imaginar y empezar a sentir todo lo bueno que eso puede comportar pueden dar valor, ánimos e impulso para llevar a la práctica una situación (separarse de la pareja) que ya hace tiempo que se estaba pensando”, comenta.Adrián Montesano, como experto en terapia familiar y de pareja, confirma el planteamiento de Núñez. “Puede influir que la Navidad signifique un periodo de revisión personal y, por tanto, incite a la toma de decisiones de este tipo. La experiencia clínica nos enseña que cuando una pareja está pasando por una etapa crítica es habitual que el miembro más insatisfecho establezca un plazo del tipo ‘Si de aquí a Navidades la cosa no ha cambiado…”.
Los desencadenantes
No mezclar al novio con la familia o querer empezar el año con una vida nueva pueden ser algunos de los motivos
Históricamente, los divorcios y las separaciones consensuados han sido más comunes que los no consensuados. En 2018, por ejemplo, 65.636 rupturas fueron de común acuerdo, frente a las 46.068 que no llegaron a un convenio, según la estadística del CGPJ.
Con acuerdo o no, antes de llegar a la separación, “a las parejas y familias que estén pasando por algún tipo de malestar relacional, les aconsejo, principalmente, que soliciten ayuda profesional y que no tarden mucho”, recomienda Adrián Montesano.
Según el psicólogo, “las posibilidades de unión o de separación sin sufrimiento ni mayores consecuencias disminuyen cuando se tarda en afrontar la situación con o sin ayuda profesional. Dicho de otro modo, cuanto antes mejor”. Eso sí, advierte que si se decide acudir a un profesional, se elija a uno bien formado. “Desde el máster de Terapia Sexual y de Pareja de la Universidad de Barcelona y desde el máster de Psicología Infantil y Juvenil: Técnicas y Estrategias de Intervención de la UOC podemos ofrecer referencias”, apunta.
Si la relación no va bien, cuanto antes se pida ayuda o se rompa más probabilidades habrá de separarse sin sufrimiento
Y en el caso de que la separación llegue en unas fechas tan señaladas como la Navidad, ¿cómo se debería afrontar? “Desafortunadamente, no estamos preparados para las pérdidas. Somos una sociedad educada en el apego. Pero las rupturas de pareja, cuando tocan, son muy saludables”, afirma Montesano.Y explica el porqué. “Es importante que seamos conscientes del hecho de que el estrés relacional es uno de los factores que mayor incidencia tienen en el bienestar psicológico de las personas. Así, los miembros de una pareja con un nivel de conflicto alto o con un grado alto de desvinculación emocional están expuestos a niveles de estrés equiparables a haber sufrido un trauma, que pueden desembocar en importantes problemas de salud tanto físicos como psicológicos. Así pues, una ruptura a tiempo es siempre una victoria para la familia, incluidos los hijos, si los hubiere”.
Estrés relacional
“Una pareja con muchos conflictos o desvinculada emocionalmente sufre un estrés equiparable a haber sufrido un trauma”. En cualquier caso, “si (la ruptura) le ha representado un shock, aconsejo que se apoye en los suyos. Si le ha representado una alegría, que lo celebre. Si le ha representado ambas cosas, pues que lo celebre arropado por los suyos”, concluye el profesor de la UOC.