miércoles, 22 de mayo de 2019

Infancia Libre: ¿Sustracción de menores?

Un abogado penalista, sobre los casos de Infancia Libre: "Podría ser considerado una organización criminal".
Cope, 21 may 2019
La Policía Nacional ha detenido este martes a una 3ª mujer perteneciente a la asociación Infancia Libre, a requerimiento de la autoridad judicial, por incumplir el régimen de visitas fijado para su expareja y padre de la hija de ambos. Fuentes de la Jefatura Superior de Policía de Madrid han informado a COPE de este arresto, practicado esta mañana en las inmediaciones del hospital de La Paz por agentes de la Policía Nacional pertenecientes a la unidad adscrita de los Juzgados de Plaza de Castilla.
La detenida, según las fuentes, ha sido arrestado por desobediencia al incumplir el régimen de visitas fijado y que su expareja había denunciado en varias ocasiones. Se trata de la 3ª madre detenida por hechos similares en los últimos 2 meses perteneciente a la asociación Infancia Libre.
¿QUÉ PASOS DEBEN SEGUIR LO PADRES JUDICIALMENTE ANTE ESTOS CASOS?
En 'Mediodía COPE' ha hablado sobre ello el abogado penalista Jesús Lorenzo, cuenta que el padre "debe de armarse de paciencia y acudir a los tribunales de justicia, que en estos casos no actúan con rapidez".
"Debe de acudir a un procedimiento judicial, para que por riesgo del menor se restituya lo antes posible. En este caso la madre está privando a su hijo de relacionarse con su progenitor paterno con el posible perjuicio que le cause" constata por otro lado la abogada de familia Raquel Mena.
TERCERA DETENIDA
El caso 'Infancia Libre estalló a principios de abril. María Sevilla era arrestada en Cuenca por sustracción de menores tras incumplir una sentencia que daba la custodia al padre del niño, que llevaba 6 meses sin escolarizar. Se volvía a repetir una nueva detención en mayo cuando Patricia González fue detenido por un nuevo caso de secuestro parental. El padre de la pequeña hacía 2 años que no sabía nada de su hija.
¿SE REPITE EL MODUS OPERANDI?
La 3ª mujer detenida este martes estaba asesorada por la misma abogada y el mismo psiquiatra que en los casos anteriores. El abogado penalista Jesús Lorenzo aclara en 'Mediodía COPE' que si se demuestra que se está repitiendo el mismo modus operandi "podría ser un delito de organización criminal, en cuanto a este delito la pena de acrecenta en cuanto concurren 3 personas en el presunto delito".
"En este caso hablamos de 3 personas y según los datos de los medios de comunicación se les podría aplicar un delito de organización criminal" afirmaba el letrado.
¿MALA ASESORÍA?
El jurista afirma que en el momento que haya un procedimiento de violencia de género abierto contra 1 de las 2 personas ya no procede la custodia compartida: "Entiendo que están mal asesoradas por muchos letrados, es una práctica muy habitual que se presenten denuncias de violencia de género aunque sepan que no van a prosperar".

martes, 21 de mayo de 2019

Guia sobre Violencia doméstica para médicos

Esta guía enseña al médico a detectar y actuar ante la Violencia de Género.
Editada por la Consejería de Salud de Andalucía, desgrana supuestos e instrucciones para un correcto abordaje.
REDACCIÓN MÉDICA, 20 MAYO 2019.
Las víctimas por violencia de género en 2019 ya son más del doble que el año pasado. Una lacra que persiste en el tiempo a pesar de la repudia generalizada de la sociedad y del conseso político para combatirla.Identificar los casos a tiempo es fundamental en la búsqueda de una solución para las mujeres que lo sufren. Por este motivo, la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, consciente del papel que pueden desempeñar los médicos, que cada día atienden a cientos de mujeres, ha publicado este lunes el "Protocolo Andaluz para la Actuación Sanitaria ante la Violencia de Género".
Este documento, que aspira a funcionar como una brújula para los facultativos que se enfrenten a esta realidad, estructura las 3 fases en la lucha contra la violencia de género: detección, valoración, y planes de actuación.
Preguntar sin miedo
En el 1º de los escenarios, esta guía recomienda al médico, ante la sospecha, preguntar sin miedo a la mujer. El doctor debe hacerlo, eso sí, cuando se encuentren a solas, en un entorno más íntimo y seguro, de forma clara y con una actitud empática. Según se desprende de este itinerario de actuación, "la mayoría de las mujeres están dispuestas a revelar el maltrato cuando se les pregunta de manera directa y no valorativa". Es más, insiste en que muchas de ellas están esperando "silenciosamente" a que alguien les pregunte.
Ante la sospecha, el médico debe preguntar a la mujer cuando estén a solas y de forma clara.
De este modo, el médico deberá valorar la situación, en concreto la seguridad y el riesgo de la mujer, y actuar "dependiendo de la confirmación de la sospecha". Así, si se confirman los malos tratos, se presentan 3 situaciones posibles, para los cuales se deben plantear pautas de actuación diferentes. Dichas situaciones son: mujer que presenta indicadores de sospecha pero no reconoce sufrir malos tratos, mujer que reconoce sufrir malos tratos pero no se encuentra en peligro extremo, y mujer que sufre violencia de género y, además, se encuntra en peligro extremo.
En función de si ella reconoce o no el maltrato, del riesgo y la situación de peligro que corre, la actuación del personal sanitario se orientará de forma diferenciada y según recoge la citada guía.
En cualquier caso, los principios éticos que deben guiar la actuación profesional deben versarse sobre el principio de beneficiencia (velar por la vida y la salud), el principio de no maleficiencia (evitando prejuicios y minimizando los daños), y el respeto a la autonomía de la mujer en cuanto a la emisión del parte al juzgado o comunicación a la Fiscalía.
Casos con menores de edad
La guía publicada por Salud recoge un capítulo específico a aquellos casos que involucren menores de edad, dado que los hijos o hijas de las mujeres maltartadas son siempre "víctimas directas", pues la exposición reiterada a un ambiente de maltrato hacia la madre constituye una forma grave de maltrato psicológico hacia los menores.
En estos casos, es necesaria una atención pediátrica en conjunto con profesionales de trabajo social. También es necesario en las consultas de medicina de familia prestar atención a la sintamología de jóvenes y adolescentes.
Asimismo, el citado documento contiene apartados para los casos de mujeres rurales, inmigrantes o en situaciones especiales (mutilación genital, víctimas de trata con fines de explotacións sexual o que ejercen la prostitución).
Otras medidas vigentes
Además de la edición de estas Guías Rápidas, la Consejería de Salud y Familias trabaja activamente en la lucha contra la Violencia de Género con otro tipo de medidas como es el caso de la aplicación ACTÚA, una nueva herramienta disponible en la web de la Consejería que contiene indicaciones para la detección ante sospecha de maltrato y las directrices de los protocolos de actuación.
De igual manera, Sanidad recuerda al personal sanitario la existencia de la Red Fomma, orientada en la formación para la actuación en estos casos, y el funcionamiento de 44 centros con Comisiones Interdisciplinares que abarcan desde la aplicación de técnicas y procedimientos propios de su profesión hasta las características, causas, efectos y consecuencias de la violencia de género.

Nota: ¿la mutilación genital, víctimas de trata con fines de explotacións sexual o que ejercen la prostitución es Violencia doméstica?¿Y son temas que pasan por la consulta del médico de Medicina general o por el Ginecólogo?

domingo, 19 de mayo de 2019

Bomba de Relojeria: Vivir bajo el mismo techo tras el divorcio

Más Información: Custodia compartida, ¿lo mejor para los hijos?
¿Compensa separarse y vivir bajo el mismo techo para que los hijos no sufran?
Mª Corisco, LIFESTYLE, 18 MAY. 2019
Cada vez son más las parejas separadas que siguen viviendo bajo el mismo techo. La razón: mantener la rutina doméstica de los menores para evitar que sufran. ¿Compensa?¿Qué riesgos puede entrañar? Expertos y parejas que lo han puesto en práctica coinciden en que no es una opción para todo el mundo.
Puede que suene antiguo, como aquellas lecciones de vida con las que se educaba a nuestras madres y abuelas en la resignación: "No te separes, piensa en tus hijos. Hay que aguantar por ellos". Huele a rancio, pero la realidad es terca y nos dice que todavía hoy son muchas las parejas que, por el bien de sus retoños, deciden seguir viviendo bajo el mismo techo. Sin amor.
Detrás de esa decisión siempre resuena el miedo al sufrimiento de los niños. Lo hemos oído mil veces: "Los que peor lo pasan en una separación son los hijos". Tiene lógica: al fin y al cabo, es algo en lo que ellos no han tenido ni voz ni voto. Es una decisión que toman los adultos, y se encuentran con que sus padres ya no viven juntos, hay 2 casas y ellos tienen que ir cambiando de una a otra. No parece muy aventurado pensar que no va a ser un camino de rosas. Y ahí es cuando, si el desamor no se ha convertido en odio, puede surgir la opción de continuar bajo el mismo techo.
Esa fórmula le funciona, al menos de momento, a Ainhoa, de 42 años. "Hace año y medio mi marido y yo llegamos a un pacto de no agresión. Dormimos separados, cada uno puede tener otras relaciones, con discreción, y ponemos un dinero en una cuenta para los gastos comunes. Pero con los niños intentamos mantener las mismas rutinas de antes y está prohibido discutir delante de ellos o hablar mal del otro. No es algo maravilloso, sé que es un fracaso, pero de momento nos compensa. Nos agobiaba mucho imaginárnoslos con la maletita de una casa a otra", explica.
La decisión, está claro, no es sencilla y a menudo se recurre a un profesional para valorar no solo su viabilidad, sino también los compromisos y riesgos emocionales que entraña. "Mantener la convivencia aun cuando el vínculo afectivo se ha roto es algo que vemos de manera habitual en la consulta", explica Silvia Álava, doctora en psicología y directora del Área Infantil del gabinete psicológico Álava Reyes. La tentación de valorar si está bien, mal o regular surge de inmediato, así que la experta nos previene contra el juicio ligero: "No es una decisión sobre la que debamos pronunciarnos: cada cual puede poner el foco donde quiera, ya sea en cómo van a sufrir mis hijos o en cuánto voy a sufrir yo. No es una resolución correcta ni incorrecta, buena ni mala". Prevenidos quedamos, pues.
La siguiente advertencia llega al momento: "Por más que se quiera, no siempre es posible, ni tampoco deseable, seguir juntos. Solo puede hacerse cuando, pese a que la pareja esté rota como tal, se mantenga la comunicación y unos mínimos niveles de convivencia. Si hay muchos reproches, malas palabras o tensión no tiene sentido, porque para los hijos es muy dañino vivir en ese ambiente".
Con ella coincide la psicóloga clínica Maribel Gámez, colaboradora del Club de Malasmadres: "Es muy habitual que las parejas en crisis teman que sus hijos sufran y que, para evitarlo, intenten quedarse juntos. Pero si tienen muchísimas dificultades de convivencia, parece evidente que el ambiente no será el más adecuado para los niños; entre otras cosas, porque se crean unos modelos de maternidad y paternidad que les pueden perjudicar en el futuro. Además, muchas veces el punto de partida es una falsa creencia, esa idea de que lo mejor es vivir con el padre y con la madre, que es así como debe ser, cuando posiblemente sea más adecuado romper una relación nociva y, tal vez, encontrar en el futuro una mejor".
Desde la teoría, y en un mundo ideal, explica Gámez, una separación no tendría que ser traumática para los hijos: "Lo que hace daño no es la separación, sino cómo se hace. Si ambos padres se ponen de acuerdo en el modo de comunicarlo, establecen rutinas similares para ambas casas, dejan que se manifiesten las emociones y responden a sus preguntas no tiene por qué ser un drama. Es un momento de transición que hay que saber manejar, y ellos pueden adaptarse". Pero eso, efectivamente, es en un mundo ideal. Con frecuencia las rupturas abren un abismo que va mucho más allá de la pérdida del amor.
Un abismo que no se refleja, claro está, en las cifras del Instituto Nacional de Estadística. En 2017 se contabilizaron en España 102.342 casos de divorcio, y la duración media de los matrimonios fue de 16,4 años, mientras que aquellos en los que se produjo solo separación se mantuvieron juntos más tiempo: 22,7 años. Las cifras muestran también que en el 43,3% de las rupturas los cónyuges no tenían hijos que dependieran económicamente de ellos. Un 46% solo tenía hijos menores de edad y el 5,4% mayores dependientes.
Es un mapa frío, objetivo, sin emociones. No nos permite saber cuánto tiempo se ha aguantado hasta el momento en que se rompe la convivencia, ni tampoco las razones. "En consulta", dice Silvia Álava, "vemos a parejas que, una vez creen que los hijos están preparados, se separan; también hay casos en los que el hecho de seguir bajo el mismo techo hace que se reencuentren y vuelvan a estar juntos, pero son los menos".
No es infrecuente tampoco que la decisión sea unilateral, es decir, que solo sea 1 de los 2 miembros el que desee dejar la relación, pero decida mantenerla para evitar el sufrimiento de los niños. "Me habría separado mucho antes, pero mi hija tenía 7 años, y me pareció mejor continuar", recuerda Isabel, de 43. "No se lo dije a mi marido porque seguramente se habría ofendido muchísimo solo de pensar que yo no lo quería. Además, económicamente no nos lo podíamos permitir", relata. 
La experiencia de Pedro es diferente:"No sé si es correcto decir que no me separé por mis hijos. Seguí con mi mujer por ellos, porque no podía soportar la idea de quedarme sin la custodia y tener que verlos en fines de semana alternos. Esperé a que fueran mayores y pudieran tener voz; ahora funcionamos con custodia compartida".
Es cierto que la decisión de separarse, o no hacerlo, es poliédrica y confluyen muchos factores a la vez.. "Es interesante tener claro por qué seguimos juntos. Por ejemplo, un divorcio normalmente te empobrece: necesitas tener 2 casas, hay gastos que se duplican... Si la convivencia no es tan mala, a lo mejor te compensa seguir. Otras veces se dice que es por los hijos, pero la verdadera razón es el miedo. Resulta importante saber por qué se hacen las cosas", explica Álava. Sobre todo porque, a veces, esta decisión puede utilizarse como arma arrojadiza en el futuro, de ahí que haya que sopesar sus riesgos emocionales, añade la psicóloga:"Se trata de asumirla con todas sus consecuencias, de forma coherente, para que no llegue un día en el que puedas reprochar a tus hijos que renunciaste por ellos a llevar otra vida o a ser feliz. No puedes decirle a nadie que has arruinado tu vida por él".
Otro momento complicado, explican las expertas, es el de la mayoría de edad o el de cuándo se decide que los hijos ya son capaces de entender la separación. Tras años de protección, de que no se enteren de que la relación entre sus padres ha naufragado, se corre el riesgo de, buscando aliados, abrir la caja de los truenos al contarles agravios y ofensas
"Hay que insistir en que los problemas de pareja se circunscriben a ella", recomienda Maribel Gámez, "aunque los hijos sean adultos, no hay que meter cizaña y no hace falta darles más información. Es un error pensar que porque hayan cumplido ya 18 o 20 años tienen edad de saberlo todo. Hay cosas que deben quedar en la intimidad. Si quieres desahogarte, puedes contárselo a otras personas, pero no a los chicos".
Finalmente, el consejo que ambas expertas brindan es el de, reconociendo la dificultad de afrontar una ruptura, no dudar en pedir orientación cuando nuestros recursos no son suficientes para hacer frente a la realidad.

Maltrato Infantil: El SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL

Para los padres y madres divorciados, estar atentos a nuestros hijos y a su adecuado crecimiento y estabilidad psicológica y emocional, es una de nuestras tareas principales sobre todo para minimizar el impacto que el divorcio pueda tener sobre sus vidas,
VIRTUDES MONTORO, 18 mayo 2019
El Síndrome de Alienación Parental, conocido como SAP, se produce tras un divorcio, cuando uno de los padres pone al hijo en contra del otro progenitor, se trata de una forma de maltrato infantil con unas consecuencias devastadoras para el menor. Se empieza a denigrar al padre o la madre hablando mal de éste al niño, hasta lograr un lavado de cerebro que tiene como consecuencia un fuerte rechazo al padre o madre objeto del odio, que en la mayoría de los casos, persigue un cambio en la custodia del menor.
Se trata de padres que quieren mantener un control enfermizo sobre sus hijos y que el odio al que fue su pareja les lleva a ponerlos en contra.Vemos hasta qué punto el odio es el arma más poderosa de destrucción que existe, tanto para el que odia, como para el odiado, pero sobre todo para los hijos, que están en medio mamando todo ese odio.
Los padres alienadores, realizarán, pues, conductas como menospreciar, insultar o desvalorizar al otro padre delante del niño, mintiendo sobre éste, subestimar y ridiculizar los sentimientos del niño hacia su padre, responsabilizar al otro del mal comportamiento del hijo, reforzar las conductas de rechazo del niño hacia el otro progenitor, denigrar delante del niño la ropa del otro padre o los regalos que hace, contarle al menor los detalles del divorcio culpabilizando al otro, impedir régimen de visitas, incluir a su entorno familiar y amigos en los ataques hacia éste, ampliando el rechazo también a la familia del otro padre, impedir el contacto telefónico, no informar sobre cómo va en el colegio o de tratamientos médicos que pueda tener el menor.
Los síntomas que pueden aparecer en el niño sobre todo se aprecian en un rechazo evidente hacia el otro progenitor, se niegan a verle, hablan de manera negativa acerca de su otro padre e incluso pueden llegar a insultarle. Algo que llama la atención es que utilizan un lenguaje más maduro o impropio para su edad, ya que suelen utilizar y repetir frases propias del padre alienador. También pueden manifestar un cambio evidente de conducta física y verbal, volviéndose ésta más agresiva.
Las consecuencias para el niño de esta manipulación a corto plazo, hace que puedan volverse sumamente retraídos o muy violentos, se instaura en ellos un miedo exagerado al abandono, pueden llegar a sufrir depresión o muestran un bajo rendimiento escolar. Ya como adultos, aparecen en estos niños que sufrieron esta cruel manipulación, sentimientos de culpabilidad, una pérdida de identidad, baja autoestima, así como un recuerdo difuso de la imagen de ambos padres, llegando a romper la relación con ellos. 
En casos de mayor gravedad, pueden llegar a adoptar conductas delictivas como manera de vengarse de los padres. Son personas que se frustran fácilmente ante cualquier tipo de incidente o situación y tienen dificultades para construir relaciones de amistad o de pareja estables.
Para los padres y madres divorciados, estar atentos a nuestros hijos y a su adecuado crecimiento y estabilidad psicológica y emocional, es una de nuestras tareas principales sobre todo para minimizar el impacto que el divorcio pueda tener sobre sus vidas.
Para el padre objeto de todo esto, lo más adecuado es no reaccionar de la misma manera. Denigrar por venganza al otro padre solo empeora la situación. Se trata de hacer todo lo contrario que el padre alienador hace, mostrar amor al niño y no caer en el mismo juego, ya que las consecuencias para los niños al verse envueltos en esta guerra pueden ser irreversibles. Hablar con el hijo, cuando éste quiera hacerlo, saber cómo se siente, acudir a psicólogos especializados y sobre todo llenar de amor aquello que está lleno de odio.
Minimizar el sufrimiento del menor, debería ser, ante todo y sobre todo, el objetivo de cada una de las decisiones que tomemos. Por amor, por este amor tan inmenso y puro se perdona, se perdona aquello que está lleno de odio, de ignorancia. Se traspasa cualquier circunstancia con sabiduría, se coloca a nuestros hijos por encima de nuestra soberbia, se aprende a ser humilde por amor a ellos. El que no entienda que el odio hacia su otro padre / madre, es el mayor daño posible que puede hacer contra su hijo, tampoco sabe que su conducta, su manipulación en contra del otro padre, se convierte en una enfermedad para su hijo.