Entonces ud. es emocionalmente dependiente.
¿Es socialmente competente?
The Conversation, 27/08/2020
¿Diría ud. que tiene bienestar psicológico en su vida? Piense por un momento qué le hace sentirse bien. En 2019, Andrew Steptoe, en su artículo publicado en el Annual Review of Public Health, señalaba que la felicidad implica bienestar y que esta felicidad tiene 2 vertientes.
Podemos referirnos a sentimientos o estados de ánimo positivos, así como a la evitación del estrés o la depresión, siendo esta una perspectiva hedónica.
Por otra parte, si consideramos cuál es la realización del potencial personal y el cumplimiento de los objetivos de vida, nos estaríamos refiriendo a la perspectiva eudaimónica del bienestar.
Veamos para que sirve esta diferenciación.
¿Es socialmente competente?(En el enlace original está el video)
Si al contestar a la pregunta ud. dijo que se siente bien porque ha conseguido algo que es importante para ud. o mantiene relaciones sociales o de pareja donde hay una relación recíproca que le hace feliz, usted sería una persona independiente y socialmente competente.
Pero ¿y si ha dicho que solo es feliz cuando su pareja u otras personas relevantes para ud. son felices? En este caso estaría manifestando ser una persona emocionalmente dependiente.
Las personas dependientes no son felices por sí mismas, sino que manifiestan un apego dependiente de otras personas a las que idealizan y pretenden agradar. Esto les hace someterse a las necesidades del otro por encima de las suyas propias.
La raíz de esta dependencia puede estar en un aprendizaje social incorrecto en las relaciones humanas, desde un apego inseguro en la infancia, a una actitud de sumisión promovida por estereotipos sociales.
Roles sociales masculinos y femeninos
La teoría de la congruencia de rol de Alice H. Eagly señala que determinados roles sociales son considerados más propios de chicos o de chicas, siendo la sumisión o la modestia más valorada en las chicas y en las mujeres.
Este estilo sumiso produce también un mayor estilo comunicacional pasivo y mayor dependencia a la hora de tomar decisiones.
Entre las decisiones que una persona puede tomar está la de mantener relaciones de pareja. Las personas dependientes mostrarán una forma de relacionarse en la que los deseos del otro son más importantes que los propios y una excesiva dependencia en las mujeres actuaría como un factor que incrementa la tolerancia a las relaciones abusivas en la pareja.
Estas relaciones abusivas suelen derivar en violencia de género cuando el maltratador se da cuenta del poder que tiene sobre la mujer dependiente. De hecho, este estudio revela que tanto la dependencia económica como emocional de las mujeres sobre sus parejas incrementan el riesgo de sufrir violencia.
Asimismo, reduce la probabilidad de denunciar y de abandonar o terminar esta relación violenta. Como consecuencia de esta dependencia emocional, estas mujeres sufren ansiedad, depresión, pensamientos obsesivos, manifiestan poca autoestima y son proclives a repetir este patrón de relaciones negativas y dependientes con distintas parejas.
Por eso, cuando leemos o escuchamos la noticia de un homicidio y nos preguntamos por qué esa mujer no dejó antes la relación, estamos culpando a la víctima de una situación en la que, psicológicamente, no tiene la fortaleza suficiente debido a su dependencia emocional, que le hace caer una y otra vez en creer que si su pareja es feliz, todo irá bien.
Detalles que aparecen durante la juventud.
En nuestras investigaciones analizamos cuáles son los elementos que promueven las relaciones negativas y dependientes, que se manifiestan ya desde jóvenes. Los estudios llevados a cabo en parejas jóvenes arrojan que se produce violencia frecuentemente.
Esta violencia puede expresarse de diferentes formas, que pueden agruparse siguiendo la siguiente taxonomía: violencia física, violencia psicológica y violencia sexual. La violencia psicológica es la que mayor tasa de prevalencia presenta.
Además, este tipo de violencia también se realiza a través de dispositivos móviles y nuevas tecnologías. Estos medios permiten al agresor tener un mayor poder sobre la víctima, y la víctima ser vigilada y puesta en cuestión haciendo que se vuelva más vulnerable y dependiente.
Una violencia que no se percibe desde dentro
En contraposición con las alarmantes cifras de jóvenes que experimentan violencia dentro de su relación de pareja, las investigaciones que han abarcado esta problemática ponen de relieve que los miembros de la relación no perciben esta violencia.
Los jóvenes, frecuentemente, confunden comportamientos violentos o abusivos con muestras de afecto. ¿Qué está sucediendo para que se produzca esta confusión? Son muchos los factores asociados a la violencia en la pareja, algunos de los cuales enmascaran conductas violentas con muestras de preocupación, amor, juego…
Conductas normalizadas.
Entre ellos, encontramos que la dependencia emocional juega un papel fundamental en la normalización de los jóvenes sobre estas conductas, como muestras de amor o lealtad, que derivarán en una relación coercitiva o incluso violenta que puede mantenerse en la edad adulta.
Una persona puede permanecer en una relación insatisfactoria debido a la alta dependencia. La persona cree que cubre necesidades importantes para ella que en otras relaciones alternativas no podría conseguir.
A raíz de la investigación sobre estos elementos podremos intervenir para poder incrementar las fortalezas de las mujeres en resiliencia, inteligencia emocional o en reducir emociones negativas derivadas de esta dependencia (culpa o vergüenza, entre otras).
Celos y control.
Sin embargo, no debemos olvidar que también hay hombres que, aunque en menor proporción, manifiestan esta dependencia emocional de sus parejas, haciendo que los celos y el control sea su manera de procurar mantener esta relación, pues se sienten perdidos sin ella.
Por ello, también consideramos la necesidad de trabajar fortalezas como la inteligencia emocional en hombres puesto que nuestros estudios prueban la reducción de este patrón tóxico de relaciones cuando se mejora la capacidad para atender, comprender y regular las emociones de manera adecuada. Es decir, cuando se mejora la inteligencia emocional.