En 2011, 7 hombres
murieron a manos de sus parejas o exparejas
La vergüenza hace que la
mayoría no se atreva a denunciar.
"No podía creer que mi
mujer me hiciera tanto daño", dice uno de ellos.
SONSOLES MAYORGA| 11.08.2013 |
“Mi novio se ha intentado suicidar”, dijo ella al avisar
a la Policía. A las pocas horas, tras varias contradicciones y ver los
resultados de la autopsia, la mujer, de 34 años, fue detenida por matar a
su pareja. Ocurrió en Madrid el pasado mes de junio y es uno de los pocos casos
que se han conocido este año de hombres asesinados a manos de mujeres
con las que mantenían una relación. Son pocos, pero también víctimas.
En 2011 7 hombres murieron a manos de sus parejas
o exparejas, según los datos del informe sobre violencia doméstica del Consejo General del
Poder Judicial. Los agresores fueron 5 mujeres y 2
hombres.
Esta violencia no es comparable a la
violencia de género ni en cifras ni en cuanto al origen
y trasfondo social y cultural. En ese mismo periodo 62 mujeres murieron asesinadas por sus parejas.
Apenas supone un mínimo porcentaje de esta dramática estadística y
tal vez esa sea una de las razones que explica la ausencia de estudios
específicos sobre las víctimas masculinas.
Este tipo de maltrato se engloba dentro de la llamada violencia
doméstica. Según los datos del INE casi un 25% de
las denuncias de violencia doméstica de 2011 corresponde a hombres maltratados
por sus parejas. Del total de 5.632 personas denunciadas por
violencia doméstica, el 76,2% fueron hombres y un 23,8% mujeres.
"Muchas de las mujeres que maltratan a sus
parejas han sufrido violencia a lo largo de su infancia y/o por parte
de sus parejas. El nº de casos de mujeres que ejercen la violencia sin
haberla recibido previamente es menor al de los hombres", explica Iñaki
Lajud, psicólogo de la Fundación Aspacia, dedicada a eliminar
la violencia, proteger a las víctimas y promover la igualdad.
"No podía creer que mi mujer me hiciera tanto
daño"
Rafael es madrileño, tiene 51 años y estuvo casado
durante más de 18 con la que creía la mujer de su vida. Es el único que
ha querido contar abiertamente su caso a RTVE.es. "Al poco tiempo de
casarme, todo cambió", empieza su relato.
Cuenta su historia entre el llanto y la rabia y
reconoce que no era consciente de ser un hombre maltratado ya que no podía imaginar
que la mujer de la que se enamoró fuera capaz de hacerle tanto daño.
“Llegó a pegarme y me arañó la cara“; "Yo he sido maltratado psicológicamente y también
fisícamente. Mi mujer me hacía responsable de todos sus
problemas, me hacía sentir culpable e incluso llegó a pegarme un par de
veces, de lo cual yo no me defendí, claro", explica Rafael a
RTVE.es. "Me gritaba delante de los vecinos en plena calle, me humillaba
en público y yo no sabía cómo reaccionar", reconoce.
"Un día ella me empezó a arañar la cara y yo le dije
a mi cuñado -que vivía con nosotros- que bajara rápido porque no sabía en
qué iba a acabar eso. Puso a mi familia en mi contra y me anuló como
persona", explica.
Rafael no tuvo la valentía de denunciar a su mujer
hasta que se separó. Ahora se arrepiente de no haberse dado cuenta
antes. "Estoy con problemas psicológicos y de ansiedad. He llorado
muchísimo, así no se puede vivir", concluye su testimonio.
Una violencia más silenciosa
Del informe del CGPJ sobre violencia doméstica se
desprenden algunos datos sobre el perfil del hombre maltratado. Ninguno
de los asesinados por sus parejas puso denuncia, tenían una edad media
de 44 años (en 2010 fue de 42 años). Solo 5 de ellos mantenían la
convivencia en el momento de la muerte (un 71% frente al 100% del año 2010) y
todos ellos eran de nacionalidad española.
Se trata de una violencia más invisible, silenciosa
y enmascarada. A un hombre le cuesta más admitirlo, la mayoría no
es capaz de denunciarlo y tiene que ser su entorno quien dé ese 1º paso.
"La mayor parte de las denuncias que nos llegan
son llamadas de auxilio de mujeres del entorno de la víctima, la
hermana, la madre o alguna amiga. Hay muchos que lo niegan, no lo asumen y
acaban viendo el maltrato como algo normal", explica Víctor Martínez
Patón, abogado especialista en estos casos.
El hecho de que los hombres maltratados sean pocos en
comparación con las mujeres hace que la sociedad no esté tan concienciada como
sí lo está con el drama de la violencia de género. Esto, junto al golpe a la
autoestima que supone para ellos, la falta de atención de los medios e
incluso una menor ayuda ante su tragedia, tampoco ayuda a que el hombre
denuncie el maltrato. La vergüenza se apodera de ellos.
“Se interpreta como una señal de debilidad, cuestiona su
virilidad y masculinidad“
"Aquí interviene el factor género, en donde
socialmente al hombre se le pide fortaleza, dinero y producción. Admitir y
manifestar que está siendo agredido por su pareja se interpreta como una señal
de debilidad, que cuestiona su virilidad y masculinidad", explica el
psicólogo Iñaki Lajud. "En ocasiones los hombres nos han hecho comentarios
del tipo: yo no fui a la Policía porque seguro que se iban a reír de mí",
apunta Lajud.
Por todos estos motivos las víctimas se muestran reticentes
a contar su historia y es su abogado quien narra sus denuncias en 3ª
persona.
"Tenía un cliente que me contaba que cuando llegaba
a casa de trabajar su mujer le rompía una botella de cristal en la cabeza.
Él siempre decía que no le pegaba todos los días y que ella tenía problemas
psicológicos”. Es, sin diferencia de sexo, la justificación de una
víctima ante su maltratador.
Maltrato psicológico y físico
La historia de Rafael es solo una de las que
llega hasta este buffete de abogados especializado en maltrato masculino.
Un despacho que recibe unas 100 denuncias de este tipo al año. Patón
explica que se dan más casos de maltrato psicológico pero que -aunque a la
gente le cueste creerlo- también hay muchos físicos. "Yo he
visto casos de costillas rotas, pies rotos a golpes y caras magulladas",
explica Martínez Patón a RTVE.es.
Este letrado cuenta un caso en el que la mujer
finalmente fue condenada por maltrato y en la actualidad está a punto
de entrar en prisión. Él recibía agresiones constantes.
Paradójicamente era un hombre grande, un guardia de seguridad que nunca
se defendió de los golpes de su mujer, de complexión
menuda. Al principio él no quería denunciar, "pero al final
accedió".
Finalmente el juez la condenó a 1 año de prisión
por agresiones físicas. "Al no querer pagar la responsabilidad civil,
está a punto de entrar en prisión. Fue una sentencia justa", opina el
abogado de la víctima.
Martínez Patón cree que hay diferencias legales cuando la
víctima es un hombre y opina que "no se trata de igual manera".
"La violencia de género tiene una pena superior a la violencia doméstica.
Las amenazas y coacciones en caso de que la víctima sea mujer son delito
y si la víctima es un hombre se trata de una falta, lo que supone solo una
multa", pone de ejemplo este letrado.
Aunque se trata de problemas con un origen diferente,
Patón considera la legislación "totalmente injusta"
ya que “se protege más a la mujer”. “No hace falta diferenciar, hay que
proteger a las víctimas pero a todas por igual, hombres incluidos”,
concluye este abogado.
Otro de los casos que se le quedó grabado a este abogado
ocurrió hace un año. Él era un hombre español, de estatura normal
y ella, una mujer deportista muy corpulenta. De
origen extranjero y muy violenta, contaba que vino a España huyendo
de la policía de su país por haber matado a 2 de sus novios. Algo que,
con el paso del tiempo y los acontecimientos, su marido acabó creyendo.
"Sufría agresiones permanentes y le llegó a
partir un pie a golpes. La última vez que la detuvieron fue porque empezó a
pegarle en plena calle a puñetazo limpio", recuerda Patón.
“Le llegó a partir un pie a golpes“
Su abogado cuenta que le costó asumirlo, tardó en contarlo porque tenía
miedo de que fuera a por él. Tras muchos golpes y
varias amenazas huyó de casa y pidió una orden de alejamiento con
un parte de lesiones en la mano. "El juez que nos tocó no le dio la
orden de alejamiento porque le parecía increíble que una mujer pudiera hacer
eso", cuenta indignado el letrado.
Tras 4 meses de infierno, se
divorció. Ahora está deprimido, de baja y necesita ayuda
psicológica.