Antonin Scalia fue juez de la Corte Suprema de Estados Unidos entre 1986 y 2016; pasó a la historia como uno de los grandes jueces de esta institución.
Josep Gálvez, 14/08/2021
Viendo la fiesta de carnaval en la que algunos han convertido el Capitolio norteamericano, creo de interés recuperar esta semana algunos de los numerosos consejos que el mítico juez del Tribunal Supremo yanqui, Antonin Scalia, repartió a lo largo de sus casi 30 años de trayectoria judicial, hasta su repentino fallecimiento en 2016 a los 79 años.
Como es sabido, a diferencia de su colega y gran amiga, Ruth Bader Ginsburg, Scalia era conocido por su conservadurismo, habiendo sido nombrado juez a instancias de otro gran icono del partido del elefante, el carismático presidente Ronald Reagan, en un ya lejano 26.09.986.
A pesar de sus grandes diferencias políticas, su amistad se mantuvo inalterable durante años: “Por más que te moleste su discrepancia, es tan encantador, tan divertido y a veces tan escandaloso que no puedes evitar decir: ‘Me alegro de que sea mi amigo o colega”, dijo RBG sobre su curiosa relación.
Como en una película de Scorsese, Antonin ‘Nino’ Scalia era hijo de un matrimonio de inmigrantes sicilianos de la ciudad de Nueva York, y se crió en un ambiente católico e “intelectualmente desafiante”, es decir, un entorno de discusión, sacándole punta a cualquier cuestión y, sobre todo, aprendiendo ese noble arte de convencer con el poder de la palabra.
El chaval destacó en la escuela secundaria Saint Francis Xavier, un colegio jesuita de Manhattan, pasando a la Universidad de Georgetown, donde obtuvo la mejor nota de su promoción, asistiendo posteriormente a la Facultad de Derecho de Harvard, donde se encargó de la prestigiosa revista “Hardvard Law Review”, alcanzando su graduación “magna cum laude” en 1960.
Antes de ocupar el cargo de juez del Tribunal Supremo, Scalia tuvo una notable carrera como abogado, fiscal general adjunto y juez del Tribunal de Apelaciones en el Circuito del Distrito de Columbia, etapa en la que ya se tiene constancia de algunas de sus célebres “manías” durante la celebración de los juicios y también fuera de ellos.
Pero pasemos ya a la sala, mientras al fondo se oyen los rituales Oyez! Oyez! Oyez!:
1. NO LO COMPLIQUES
En 2014 y con ocasión de una visita al Tribunal Supremo, un alumno de la Universidad de San Francisco preguntó a Scalia cuál era el mejor método para convencer a un juez.
Sin pensarlo demasiado, Scalia dijo: “Hazlo simple (“Keep it simple”).
Tu trabajo como abogado es hacer que un caso complicado parezca simple, no que un caso simple parezca complicado”.
Josep Gálvez, 14/08/2021
Viendo la fiesta de carnaval en la que algunos han convertido el Capitolio norteamericano, creo de interés recuperar esta semana algunos de los numerosos consejos que el mítico juez del Tribunal Supremo yanqui, Antonin Scalia, repartió a lo largo de sus casi 30 años de trayectoria judicial, hasta su repentino fallecimiento en 2016 a los 79 años.
Como es sabido, a diferencia de su colega y gran amiga, Ruth Bader Ginsburg, Scalia era conocido por su conservadurismo, habiendo sido nombrado juez a instancias de otro gran icono del partido del elefante, el carismático presidente Ronald Reagan, en un ya lejano 26.09.986.
A pesar de sus grandes diferencias políticas, su amistad se mantuvo inalterable durante años: “Por más que te moleste su discrepancia, es tan encantador, tan divertido y a veces tan escandaloso que no puedes evitar decir: ‘Me alegro de que sea mi amigo o colega”, dijo RBG sobre su curiosa relación.
Como en una película de Scorsese, Antonin ‘Nino’ Scalia era hijo de un matrimonio de inmigrantes sicilianos de la ciudad de Nueva York, y se crió en un ambiente católico e “intelectualmente desafiante”, es decir, un entorno de discusión, sacándole punta a cualquier cuestión y, sobre todo, aprendiendo ese noble arte de convencer con el poder de la palabra.
El chaval destacó en la escuela secundaria Saint Francis Xavier, un colegio jesuita de Manhattan, pasando a la Universidad de Georgetown, donde obtuvo la mejor nota de su promoción, asistiendo posteriormente a la Facultad de Derecho de Harvard, donde se encargó de la prestigiosa revista “Hardvard Law Review”, alcanzando su graduación “magna cum laude” en 1960.
Antes de ocupar el cargo de juez del Tribunal Supremo, Scalia tuvo una notable carrera como abogado, fiscal general adjunto y juez del Tribunal de Apelaciones en el Circuito del Distrito de Columbia, etapa en la que ya se tiene constancia de algunas de sus célebres “manías” durante la celebración de los juicios y también fuera de ellos.
Pero pasemos ya a la sala, mientras al fondo se oyen los rituales Oyez! Oyez! Oyez!:
1. NO LO COMPLIQUES
En 2014 y con ocasión de una visita al Tribunal Supremo, un alumno de la Universidad de San Francisco preguntó a Scalia cuál era el mejor método para convencer a un juez.
Sin pensarlo demasiado, Scalia dijo: “Hazlo simple (“Keep it simple”).
Tu trabajo como abogado es hacer que un caso complicado parezca simple, no que un caso simple parezca complicado”.
Para ello, Scalia recomendaba el uso de frases cortas, un recurso que entendía poco valorado.
2. NO MONTES DRAMAS
En 2005 y durante un discurso ante una abarrotada audiencia en la Juilliard School, el juez Scalia aclaró que el “principal cometido de un abogado es sacar el rollo, el misterio, la ironía y la ambigüedad de todo lo que toca».
Para ello, Scalia recomendó a los futuros abogados que dejaran en casa su «papel de Hollywood», que no incluyeran “florituras dramáticas”, ni “suspiros audibles”, y sobre “que no agitaran las gafas” durante las vistas, un efecto visual que, al parecer, le sacaba particularmente de quicio.
3. CUIDA TU IMAGEN
Para Scalia el aspecto es un elemento importante en las intervenciones en sala, especialmente cuando se trata de tribunales donde la media de edad de los jueces suele algo elevada.
De tal manera, Scalia desaconseja acudir con aspecto poco formal.
Al contrario, su recomendación incluye, para los hombres, el uso de un traje oscuro, una corbata roja o azul poco estridente (bien apretada), una camisa blanca e ir peinados. En el caso de las abogadas, también recomendaba optar por colores “conservadores” y no arriesgar.
En el mismo sentido, durante la espera a ser llamados a la vista, Scalia sugería evitar lecturas no relacionadas con el caso, como pudieran ser periódicos o revistas.
Igualmente, al acceder a la sala de vistas, Scalia recomendaba tomar asiento rápidamente, sentándose recto y con la mirada puesta en el tribunal, evitando bromas o comentarios fuera de lugar.
4. NO LEAS, EXPÓN
Una de las más famosas manías de Scalia era impedir a los abogados la mera reproducción de sus escritos, (“¡No en mi tribunal!”, decía). Para Scalia es importante dirigirse al tribunal desde el momento inicial de forma correcta y establecer un contacto directo con quien va a resolver tu caso.
2. NO MONTES DRAMAS
En 2005 y durante un discurso ante una abarrotada audiencia en la Juilliard School, el juez Scalia aclaró que el “principal cometido de un abogado es sacar el rollo, el misterio, la ironía y la ambigüedad de todo lo que toca».
Para ello, Scalia recomendó a los futuros abogados que dejaran en casa su «papel de Hollywood», que no incluyeran “florituras dramáticas”, ni “suspiros audibles”, y sobre “que no agitaran las gafas” durante las vistas, un efecto visual que, al parecer, le sacaba particularmente de quicio.
3. CUIDA TU IMAGEN
Para Scalia el aspecto es un elemento importante en las intervenciones en sala, especialmente cuando se trata de tribunales donde la media de edad de los jueces suele algo elevada.
De tal manera, Scalia desaconseja acudir con aspecto poco formal.
Al contrario, su recomendación incluye, para los hombres, el uso de un traje oscuro, una corbata roja o azul poco estridente (bien apretada), una camisa blanca e ir peinados. En el caso de las abogadas, también recomendaba optar por colores “conservadores” y no arriesgar.
En el mismo sentido, durante la espera a ser llamados a la vista, Scalia sugería evitar lecturas no relacionadas con el caso, como pudieran ser periódicos o revistas.
Igualmente, al acceder a la sala de vistas, Scalia recomendaba tomar asiento rápidamente, sentándose recto y con la mirada puesta en el tribunal, evitando bromas o comentarios fuera de lugar.
4. NO LEAS, EXPÓN
Una de las más famosas manías de Scalia era impedir a los abogados la mera reproducción de sus escritos, (“¡No en mi tribunal!”, decía). Para Scalia es importante dirigirse al tribunal desde el momento inicial de forma correcta y establecer un contacto directo con quien va a resolver tu caso.
Eso también incluiría hacer una breve presentación tanto de ti mismo, como a la parte que defiendes.
Recuerda Scalia que la parte inicial de cualquier exposición en público es la más complicada, dado que será cuando los nervios hagan aparición y “la adrenalina esté bombeando”.
Por este motivo, recomendaba tenerlo preparado ya que “no hay tiempo para preocuparse por lo que vas a decir en ese momento”.
5. NO HAGAS PERDER EL TIEMPO
Decía Scalia que, una vez que hayas expuesto tu argumento, no te quedes “dándole vueltas como a un buen vaso de oporto».
Scalia entendía que los explicaciones exitosas raramente son «reiterativas y adornadas».
Bien al contrario, para Scalia “es bueno tener una reputación de ser un abogado que a menudo no llega a los límites del tiempo concedido”.
6. MIRA A LOS OJOS DEL JUEZ
Durante la exposición ante el juez, según Scalia, debes evitar “enterrar la cabeza entre papeles y notas” y, por el contrario, “mirar hacia adelante”.
Pero eso no será suficiente para ser persuasivo, ya que deberás mirar a los ojos del juzgador para establecer una conexión.
En el caso que se trate de un órgano colegiado, para Scalia es un gran error centrarse únicamente en el presidente del tribunal, ya que considera que debes mirarlos a todos, dado que expones tu caso ante todos ellos.
7. NO DISTRAIGAS
Con miles de vistas celebradas a sus espaldas, Scalia reconocía que, aunque nunca había visto a un abogado comerse las uñas en sala, sí son habituales otras conductas que distraen al juez igualmente, como hacer ruidos con el bolígrafo, echarse la silla para adelante o para atrás, o remover los papeles continuamente.
Scalia recomendaba trabajar mucho estas distracciones innecesarias, así como otras conductas teatrales como el ir remarcando cada punto de la exposición quitándose y poniéndose las gafas, o gesticulando en el aire con el bolígrafo.
Para Scalia, seguramente estos recursos son válidos para la audiencia de telenovelas, pero no ante un juez que intenta concentrarse en los detalles del caso.
En caso contrario, decía Scalia: “no te sorprendas si la sala rompe en aplausos cuando acabes tu intervención sobreactuada”.
8. NO TE RELAJES
Para Scalia, no hay tiempo para descansar durante una vista oral, de tal manera que cuando no te encuentres exponiendo ante el tribunal tendrás la tentación de relajarte, lo que desaconseja dado que deberás estar igualmente atento a los argumentos del contrario.
De esta manera, “podrás responder a cualquier cuestión nueva que pueda surgir”, ya que no hay que bajar la guardia.
No obstante, decía Scalia, “no deberás mostrar ninguna reacción a los planteamientos efectuados por el otro abogado, por ejemplo, negando con la cabeza, girar los ojos o sonreír maliciosamente”.
9. NO TE ENROLLES
Scalia decía que cuando finaliza el tiempo concedido para exponer tus argumentaciones, se debe tomar, como mucho, 5 sg. para finalizar la frase y dejar de hablar inmediatamente.
De la misma forma, recomendaba evitar mirar al juez con ojos piadosos en solicitud de más tiempo y mucho menos decir aquello que “desafortunada-mente se había acabado el tiempo”.
Según Scalia, eso era una “mala nota para finalizar”.
Igualmente, “tan pronto como el juez abra la boca”, decía Scalia, “deberás parar de hablar de inmediato. Da igual si estás en medio de una frase en tus conclusiones o en cualquier otro momento”.
Para Scalia, no solamente demuestra el respeto debido al tribunal sino que además, permitirá incluir las respuestas a sus preguntas en otro momento.
Por este motivo, “deberás estar preparado para parar y volver a retomar tu exposición en el punto en que la dejaste”, lo que en muchas ocasiones no es nada fácil. “Deberás aprender a hacerlo”, remata Scalia.
10. FINALIZA CON UN AGRADECIMIENTO
Siendo consciente de que el tiempo para los abogados es especialmente breve, Scalia consideraba que era difícil poder acabar con un breve resumen de los puntos expuestos.
Por este motivo, recomendaba finalizar siempre con unas breves palabras formales de agradecimiento al juez o tribunal, opción siempre mejor que acabar con un repentino silencio.
Una forma elegante y educada de finalizar la intervención.
En fin, me imagino que tras la lectura de estos consejos, seguramente habremos identificado alguna de las conductas a evitar en sala y otras que tendríamos que reforzar.
En cualquier caso, diviértanse y tómenselo con grandes dosis humor, recuerden que si Scalia posee el récord de risas y bromas del Tribunal Supremo, será por algo.
Para aquellos que tengan ganas de más, les recomiendo encarecidamente “Making your Case. The Art of Persuading Judges”, o “Reading Law: The Interpretation of Legal Texts”, que Scalia escribió junto al abogado y lexicógrafo, Bryan A. Garner.
Recuerda Scalia que la parte inicial de cualquier exposición en público es la más complicada, dado que será cuando los nervios hagan aparición y “la adrenalina esté bombeando”.
Por este motivo, recomendaba tenerlo preparado ya que “no hay tiempo para preocuparse por lo que vas a decir en ese momento”.
5. NO HAGAS PERDER EL TIEMPO
Decía Scalia que, una vez que hayas expuesto tu argumento, no te quedes “dándole vueltas como a un buen vaso de oporto».
Scalia entendía que los explicaciones exitosas raramente son «reiterativas y adornadas».
Bien al contrario, para Scalia “es bueno tener una reputación de ser un abogado que a menudo no llega a los límites del tiempo concedido”.
6. MIRA A LOS OJOS DEL JUEZ
Durante la exposición ante el juez, según Scalia, debes evitar “enterrar la cabeza entre papeles y notas” y, por el contrario, “mirar hacia adelante”.
Pero eso no será suficiente para ser persuasivo, ya que deberás mirar a los ojos del juzgador para establecer una conexión.
En el caso que se trate de un órgano colegiado, para Scalia es un gran error centrarse únicamente en el presidente del tribunal, ya que considera que debes mirarlos a todos, dado que expones tu caso ante todos ellos.
7. NO DISTRAIGAS
Con miles de vistas celebradas a sus espaldas, Scalia reconocía que, aunque nunca había visto a un abogado comerse las uñas en sala, sí son habituales otras conductas que distraen al juez igualmente, como hacer ruidos con el bolígrafo, echarse la silla para adelante o para atrás, o remover los papeles continuamente.
Scalia recomendaba trabajar mucho estas distracciones innecesarias, así como otras conductas teatrales como el ir remarcando cada punto de la exposición quitándose y poniéndose las gafas, o gesticulando en el aire con el bolígrafo.
Para Scalia, seguramente estos recursos son válidos para la audiencia de telenovelas, pero no ante un juez que intenta concentrarse en los detalles del caso.
En caso contrario, decía Scalia: “no te sorprendas si la sala rompe en aplausos cuando acabes tu intervención sobreactuada”.
8. NO TE RELAJES
Para Scalia, no hay tiempo para descansar durante una vista oral, de tal manera que cuando no te encuentres exponiendo ante el tribunal tendrás la tentación de relajarte, lo que desaconseja dado que deberás estar igualmente atento a los argumentos del contrario.
De esta manera, “podrás responder a cualquier cuestión nueva que pueda surgir”, ya que no hay que bajar la guardia.
No obstante, decía Scalia, “no deberás mostrar ninguna reacción a los planteamientos efectuados por el otro abogado, por ejemplo, negando con la cabeza, girar los ojos o sonreír maliciosamente”.
9. NO TE ENROLLES
Scalia decía que cuando finaliza el tiempo concedido para exponer tus argumentaciones, se debe tomar, como mucho, 5 sg. para finalizar la frase y dejar de hablar inmediatamente.
De la misma forma, recomendaba evitar mirar al juez con ojos piadosos en solicitud de más tiempo y mucho menos decir aquello que “desafortunada-mente se había acabado el tiempo”.
Según Scalia, eso era una “mala nota para finalizar”.
Igualmente, “tan pronto como el juez abra la boca”, decía Scalia, “deberás parar de hablar de inmediato. Da igual si estás en medio de una frase en tus conclusiones o en cualquier otro momento”.
Para Scalia, no solamente demuestra el respeto debido al tribunal sino que además, permitirá incluir las respuestas a sus preguntas en otro momento.
Por este motivo, “deberás estar preparado para parar y volver a retomar tu exposición en el punto en que la dejaste”, lo que en muchas ocasiones no es nada fácil. “Deberás aprender a hacerlo”, remata Scalia.
10. FINALIZA CON UN AGRADECIMIENTO
Siendo consciente de que el tiempo para los abogados es especialmente breve, Scalia consideraba que era difícil poder acabar con un breve resumen de los puntos expuestos.
Por este motivo, recomendaba finalizar siempre con unas breves palabras formales de agradecimiento al juez o tribunal, opción siempre mejor que acabar con un repentino silencio.
Una forma elegante y educada de finalizar la intervención.
En fin, me imagino que tras la lectura de estos consejos, seguramente habremos identificado alguna de las conductas a evitar en sala y otras que tendríamos que reforzar.
En cualquier caso, diviértanse y tómenselo con grandes dosis humor, recuerden que si Scalia posee el récord de risas y bromas del Tribunal Supremo, será por algo.
Para aquellos que tengan ganas de más, les recomiendo encarecidamente “Making your Case. The Art of Persuading Judges”, o “Reading Law: The Interpretation of Legal Texts”, que Scalia escribió junto al abogado y lexicógrafo, Bryan A. Garner.