La semana de Jaime Peñafiel: ¡Felipe, divórciate!
JAIME PEÑAFIEL, 7 ABR. 2018 10:01
No lo digo yo, aunque hoy pueda pensarlo. Como lo piensa doña Julia Romero Sánchez, en una carta a propósito de mis artículos y comentarios sobre el bochornoso incidente del domingo de Resurrección en la catedral de Palma: "¡Divórciese y dele dignidad a su madre que no está por debajo, ni mucho menos, de su mujer sino muy por encima!".
No es la 1ª vez que la palabra divorcio se emplea refiriéndose a Letizia. Se habló en altas instancias de la posibilidad de un divorcio que habría de tener lugar antes de la abdicación, según la compañera Ana Romero. Y la palabra divorcio la utilizó igualmente el Rey Don Juan Carlos en un enfrentamiento que tuvo con su hijo, en el mes de agosto de 2013. Sucedió en el Palacio de Marivent. Felipe y Letizia habían estipulado con la Casa un régimen estricto de días de vacaciones en Palma, ese lugar que la consorte odia tanto. Esta decisión "saltó por los aires cuando el Rey Juan Carlos pidió a su hijo que se quedaran unos días más... Quería disfrutar de sus nietas. El entonces príncipe, incapaz de desobedecer a su padre, estuvo de acuerdo. Ella, por supuesto, no. Dijo que se habían comprometido a irse un día concreto y que ella, con él o sin él, se iba. Y se piró a Madrid". No se supo entonces si se había ido esa misma noche, a última hora, o en el primer avión de la mañana. Pero sí que se fue, abandonando a sus hijas, a su marido y, por supuesto, a sus suegros en Marivent para que continuaran las vacaciones sin ella.
A consecuencia de aquel desplante, me contaron que la discusión entre el Rey y su hijo fue tensa y dramática hasta el extremo que, en un momento determinado, don Juan Carlos le gritó al príncipe: "¡Felipe, divórciate!".
Hasta Almudena Martínez-Fornés del monárquico ABC escribía entonces: "El Príncipe de Asturias ha reanudado sus vacaciones tras un paréntesis de 4 días y en medio de fuertes rumores de crisis matrimonial". Y el querido y viejo compañero de este periódico, Raúl Del Pozo, ponía el dedo en la llaga de las difíciles relaciones del matrimonio en un artículo titulado Avería de los príncipes que finalizaba así: "Asturiana, rebelde y ambiciosa, menospreciada por el Rey y las Infantas se negó a continuar la historia masoquista de las reinas de España. Sigue siendo hermosa, es decir peligrosa, pero debiera saber que su vida privada es una crónica electrónica y que su matrimonio puede tronar por los aires".
Y el historiador Fernando de Meer puntualizaba algo que parece escrito hoy, después del accidente de Palma: "Letizia no tiene derecho a poner mala cara o a enfadarse en público".
Y, hablando de divorcio, se desconocen las cláusulas de las capitulaciones que se firmaron cuatro meses antes de la boda y que, a juicio de David Rocasolano, abogado y primo de Letizia, a quien consultó antes de firmar, "lo que aquí se expresa respecto de la custodia de menores, no tiene validez. Yo que tú no firmaba", le informó.
Pero el príncipe Felipe les dijo: "Las capitulaciones son innegociables. Hay que firmarlas como están redactadas. No se puede cambiar ni una coma". Y Letizia firmó porque "aquí estamos a lo que estamos... Esto no es un rollo de amor".
Peor que Iñaki
Lo es, por el impacto popular de la "desagradable escena entre suegra y nuera a propósito de la relación entre abuela y nieta" sucedida en la catedral de Palma de Mallorca. El incidente se ha convertido, desgraciadamente, en eso que se llama hoy viral o trending topic. Tal cosa no sucedió ni cuando los duques de Palma y sus problemas con la Justicia. Ni tan siquiera con la Infanta Cristina en el banquillo. Por todo ello, no es gratuita ni excesiva la comparación entre los 2 consortes, porque "Letizia es un cuerpo tan extraño en la Familia Real como Iñaki", según el compañero Rubén Amón. Y mucho más peligroso. Se trata de una mujer incapaz de controlar los desplantes a su suegra. La sociedad no le va a perdonar el tremendo feo "a la madre tan querida de tu marido, abuela de tus hijas y reina de España antes de que tu fueras esposa, madre y consorte del rey", (Luz Sánchez-Mellado). Pienso que Letizia, independiente de ser una maleducada es una desequilibrada (empleo la palabra como un atenuante) "a quien hay que exigir un comportamiento ejemplar de decoro y contención sobre todo en un acto solemne como la Misa de Pascua", ha escrito el ilustre periodista José Antonio Zarzalejos quien piensa "no es de crónica rosa sino que puede adquirir una cierta gravedad porque destapa definitivamente la sobre-protección de la Reina Letizia a sus hijas, hasta el punto de desconocer que la Princesa Leonor es la heredera de la Corona y tiene el peaje de una fuerte exposición pública, le guste o no a su madre".
Lo más sorprendente, según escribe Zarzalejos, es que "personas próximas a la Casa Real piensan así".
Lo que más ha desagradado a los españoles, sobre todo a millones de abuelas, ha sido la actitud de Leonor, digna hija de mamá en su actitud con la abuela de quien Letizia intentó ¿proteger? de esa forma, "como si fuera un perro de presa". ¡Ay, esas niñas! ¡Ay, esa madre!
Nota: ¿Por que se habla del divorcio del actual rey y no del rey emérito? Será por una cuestión de Edad....o por los hechos realizados....