Por
cada 10 parejas que se casan, 3 se divorcian y el promedio va en
aumento. Vea cómo puede salir bien librado de un mal matrimonio. El
dicho de que "es mejor un mal arreglo que un buen pleito" no dista de la
realidad. Separarse tiene su ciencia.
Las cosas han cambiado. Mientras hace 20 años difícilmente se
contemplaba la idea de divorciarse, hoy las parejas no se someten a
matrimonios fracasados.
Y aunque decir adiós pueda implicar más de una borrachera y llanto al ritmo de un bolero, hoy no es una tragedia.
Para los bolsillos, ahora el doloroso paso también resulta menos
espinoso. Las elevadas tarifas que solían costear los finales de breves
historias de amor son mucho más cómodas que hace un par de décadas. El
aumento tanto de uniones como de separaciones lo confirma.
Según cifras del Superintendente de Notariado y Registro, Jorge Enrique
Vélez, reveladas a inicio de este año, entre enero y noviembre del 2014
los matrimonios civiles y los divorcios en Colombia aumentaron 1,77 y
0,49 % respectivamente, al ser comparados con el mismo período
del año 2013.
Pero José Camilo Jiménez, abogado socio de la firma Jiménez &
Asociados, asegura que cada vez son más quienes deciden divorciarse que
quienes llegan al altar.
Según la experiencia del abogado, la razón típica para que las parejas
disuelvan sus matrimonios es la infidelidad de una de las partes. Otro
de lo motivos más comunes es lo que se califica como "diferencias
irreconciliables".
Este jurista también cuenta -con sorpresa- que cada vez es más común
ver jóvenes que deciden dar el ‘sí’ y al año se están divorciando. “Nos
están llegando muchos casos de este tipo. También de parejas que no
logran lidiar con la distancia y, después de un tiempo, dan por
terminada su relación. Se está volviendo usual”, añade Jiménez.
Sin embargo, confiesa que muchas uniones no llegan a disolverse
legalmente por los bienes involucrados. “Alguno de los 2 no está
dispuesto a perder el 50 % de lo que hoy tiene y decide no dar ese
paso”, explica.
¿ES MEJOR UN MAL TRATO QUE UN BUEN PLEITO?
Si ud ya tomó la decisión y está seguro o segura de que prefiere
‘vivir solo que mal acompañado’, es mejor que sepa cómo divorciarse.
Porque separarse tiene su ciencia.
Lo 1º que debe tener claro es que, una vez ud decidió casarse,
para la ley estableció 2 cambios: en su estado civil y conformó una
sociedad patrimonial.
Es entonces cuando entendemos que una cosa es la separación de bienes y
otra la disolución del matrimonio: ud puede dividir los bienes con
su pareja y seguir casado o divorciarse y ‘dejar pendiente’ la división
de bienes adquiridos mientras estuvieron juntos.
El Colegio Nacional de Abogados (Conalbos) establece unos precios
promedio y límites para los litigantes. No cuesta lo mismo un acuerdo
que un pleito y siempre será más costoso el 2º.
Jiménez asegura que la mejor solución siempre será conciliar y ‘partir
cobijas’ de común acuerdo. A ese tipo de divorcios, el abogado los llama
‘express’.
Son los más económicos tanto para su bolsillo como para su tiempo. Los
abogados suelen cobrar por sus honorarios alrededor de 3 millones de
pesos en línea con las tarifas de Conalbos, solo por disolver el
matrimonio.
A estos gastos hay que sumarle los costos de la notaria en la que se
radica el divorcio, los cuales pueden oscilar entre $200.000 y $300.000
si no hay bienes de por medio ni hijos en el matrimonio.
En este punto, Cristina Peña, abogada consultora y litigante de la
firma Abogados de Familia, aclara que dichos costos aumentan conforme
sea el patrimonio. Es decir, las notarías cobran la transcripción del
acto, las copias para ambas partes y el 3 por 1.000 de los activos menos
los pasivos.
En cuanto a los honorarios, Conalbos establece que al precio final se
sume el 8 % del valor de los bienes, el cual no debe ser superior a
33.000.000 en promedio, es decir, en este caso, 2.064.000. A medida que
dicha cifra aumenta, disminuye el porcentaje que el abogado podrá
cobrarle.
Según la abogada Peña, otro valor que se puede sumar a la cuenta tiene
que ver con la terminación de la sociedad patrimonial, la cual, de mutuo
acuerdo, ronda los 1.500.000. Decimos que ‘se puede’, porque cada
abogado está en la libertad de establecer las tarifas que desea con su
cliente, tratando de no sobrepasar los límites establecidos por
Conalbos.
Hasta este punto (sin contar lo que cobran las notarías por los bienes) estamos hablando de alrededor de 7 millones de pesos.
“Tú le dices a un cliente estas cifras y te cuestiona la tarifa, porque
hay abogados que están dispuestos a cobrar sus honorarios por $300.000,
cuando lo establecido por el Colegio es lo digno para nuestra
profesión”, señala Cristina Peña.
Por su parte, Jiménez resalta que transitando por esta vía también se
le ahorra dinero al Estado. “El sistema judicial está muy congestionado.
Los divorcios aumentan exponencialmente y le salen caros al sistema”,
asegura.
Cuando alguno no está dispuesto a decir adiós o facilitarle 'la huída' a
su pareja, la ley denomina el caso como ‘divorcios contenciosos’.
“Sucede cuando alguno de los 2 no está de acuerdo con la separación o
con algo de lo que propone la otra parte para divorciarse. Entonces,
los procesos llegan a instancias judiciales. Pueden durar de 5 meses
a 1 año, o más. Depende de la pareja”, explica el abogado. Y esa pelea
resulta el doble de costosa que un acuerdo.
Sin embargo, Peña hace una salvedad: “si la pareja llega a un acuerdo
antes de que el pleito avance, uno como abogado no suele cobrar la
tarifa plena”.
Si el pleito avanza, tanto el perdedor como el ganador tienen que tener
en cuenta ciertos ‘extras’: el sistema judicial suele cobrarle a quien
no triunfe por haber ‘desgastado’ al sistema sin justificación. Dicho
precio puede oscilar entre $300.000 y $600.000.
En el caso de quien salga victorioso, el abogado puede establecer una
‘cláusula de éxito’, es decir, que en caso de que logre satisfacer a su
cliente, puede cobrar cierto porcentaje sobre lo obtenido.
También tenga en cuenta que en estos procesos, los litigantes suelen
embargar los bienes de la contraparte para evitar que se realicen
‘movimientos’ que puedan restarle a lo que, por ley, le pertenece: el 50
% de lo constituido durante su matrimonio.
En estos casos, además de los honorarios de los abogados, los
implicados deben pagar los costos judiciales, pero estos valores no
suelen ser significativos.
Si no desea ‘enredarse’ en procesos judiciales, es mejor que se ponga
de acuerdo con su pareja por última vez– o al menos en esta ocasión –
sobre el divorcio.
TENGA EN CUENTA QUE...
José Camilo Jiménez, de Jiménez & Asociados, apunta que parte de la
disminución en los costos de los divorcios en los últimos años se debe a
la abundante oferta que hay en el mercado de abogados dispuestos a
encargarse de su caso.
Y así como hay muchas firmas honestas y profesionales que propenden por
brindarle procesos tranquilos y transparentes a sus clientes, existen
personas que se aprovechan ‘del mal ajeno’ y del desconocimiento que
existe sobre estos procesos en busca de ‘sacar una buena tajada’. Por
eso, tenga en cuenta lo siguiente:
- Todo graduado de derecho cuenta con un número de tarjeta profesional.
Con dicha referencia – que él debería darle desde que ud lo contacta
y manifiesta interés en contratarlo – puede averiguar su historial en
el Consejo Superior de la Judicatura.
- Cualquier profesional debe ser claro en sus precios, en los tiempos, y
en los pasos a seguir en su proceso. De lo contrario, puede que estén
buscando ‘cobrarle de más’ o que su caso no esté en manos de un experto.
- Por más desesperado que esté por divorciarse, jamás acepte que su
abogado le pida dinero para actividades extrajudiciales. Además de ser
un delito, dice mucho de su ética y de qué tan honesto está siendo con
ud sobre su proceso.