No fue fácil, me imagino. La sala llena de activistas del género a favor de Juana Rivas, porque es mujer, porque es madre. Como millones, por otra parte. Como si ser madre y mujer te convirtiera de inmediato en una víctima inocente sin más. Ni pruebas, ni preguntas, ni testimonios harían falta, en su teoría. Como si no hubiera habido madres en la historia de la Humanidad que, incluso creyendo que hacían lo mejor para sus hijos, resultó que les hacían daño. Pese a la presión ambiental, te atreviste a preguntar que, si Francesco Arcuri era semejante maltratador, cómo fue lo de volver con él y tener un 2º hijo. Porque eres fiscal y tu labor es precisamente cuestionar, porque te has formado para tratar de tener el máximo de piezas del puzzle para luego hacer tu petición de condena, porque crees que la acusada tiene todo el derecho a defenderse, a decir, por ejemplo, que volvió engañada, porque aquello era una relación tóxica de amor y odio, que es algo habitual en las víctimas de maltrato. Lo que le hubiera dado la real gana. La acusada en este procedimiento de sustracción de menores tiene todo el derecho a defenderse, incluso con la mentira. Es una mayor de edad responsable y capaz de explicarse ante preguntas incómodas.
Pero no, ahora resulta que las que tuiteaban con #JusticiaFeministaParaJuana creen que no hay derecho a esa pregunta de la "fiscala", que se nota que tú, mujer, no tienes perspectiva de género porque, con ella, no te hubieras atrevido a cuestionar así a Juana. Casi mejor llegar allí entonces con un informe redactado y convenientemente sellado por los que imparten la doctrina y este otoño darán cursos online sobre neomachismo, esa etiqueta que sirve para todos los que cuestionan aspectos de la Ley Integral de la Violencia de Género. Puede parecer anecdótico, pero no lo es, porque este caso, el de Justicia para Juana, ha puesto encima de la mesa la posibilidad de que se le retire la custodia a cualquier hombre condenado por maltrato ocasional, que no continuado. Como el padre de los hijos de Juana Rivas, que aceptó una condena de 9 meses por una pelea.
¿Cuántos condenados por el art, 153 a penas de menos de 1 año se verían así privados de la custodia compartida de sus hijos? ¿Cientos, miles?
Cuando entró en el juzgado, Juana Rivas dijo: "Espero que se haga Justicia". Yo también. Justicia, sin "feminista", sin perspectiva de género. Por eso, yo sí te creo, hermana fiscal. Porque me sé historias de superación de mujeres fiscales y jueces, de orígenes humildes, con aspiraciones de impartir justicia, apasionadas de la ley, que tienen que leer cómo se les coloca de meros engranajes de unos tribunales opresores y machistas, como si ellas no tuvieran criterio propio, libre albedrío, como si no pudieran pensar distinto a las que integran una supuesta sororidad donde está prohibida la disidencia.
Cuando entró en el juzgado, Juana Rivas dijo: "Espero que se haga Justicia". Yo también. Justicia, sin "feminista", sin perspectiva de género. Por eso, yo sí te creo, hermana fiscal. Porque me sé historias de superación de mujeres fiscales y jueces, de orígenes humildes, con aspiraciones de impartir justicia, apasionadas de la ley, que tienen que leer cómo se les coloca de meros engranajes de unos tribunales opresores y machistas, como si ellas no tuvieran criterio propio, libre albedrío, como si no pudieran pensar distinto a las que integran una supuesta sororidad donde está prohibida la disidencia.
Porque las conozco que no necesitan ningún cursillo ideológico para saber que juzgan a personas, hombres y mujeres.
Porque la historia de la feminización de la Justicia en este país es un éxito que se ha conseguido con codos, cabeza y mérito y, ahora, pretenden denigrar al sistema llamándolo "patriarcal". Y quiero creerte, hermana, porque tengo hermanos, amigos e hijos a los que deseo que, llegado el caso, se les juzgue sin perspectiva de género.
Francesco Arcuri no habla. Dice que por sus hijos. El mayor tiene 12 años y no quiere que, en Google, se avergüence de nada de lo que su padre haya podido decir.
Hermana fiscal, lo de hoy no ha sido fácil. Nunca lo es cuando hay que elegir entre lo fácil y lo correcto. O lo difícil y lo correcto. Creo que Juana Rivas lo sabe.
Francesco Arcuri no habla. Dice que por sus hijos. El mayor tiene 12 años y no quiere que, en Google, se avergüence de nada de lo que su padre haya podido decir.
Hermana fiscal, lo de hoy no ha sido fácil. Nunca lo es cuando hay que elegir entre lo fácil y lo correcto. O lo difícil y lo correcto. Creo que Juana Rivas lo sabe.