la razon.es/26 de junio de 2015
Estábamos en un proceso de “2ª generación”, un
incidente de modificación de medidas. Tras una 1ª decisión de guarda y
custodia compartida, ambos padres llegaron a la conclusión de que el sistema no
funcionaba bien. Era un sistema por cursos escolares alternativos un año en
cada país, aprovechando la compatibilidad de sistemas escolares, pero nadie
estaba satisfecho. Así que la madre presentó una demanda de modificación de
medidas pidiendo la custodia exclusiva, y el padre a quien yo representaba,
también pedimos la custodia exclusiva. Estábamos en pleno proceso, se había
citado a la menor a una exploración judicial, cuando se recibió en el Juzgado
una carta, la que adjunto. La niña encabezaba la carta con el lugar en donde
estaba, y la envió con su nombre ,su firma, y su documento de identidad. Esta
carta es un limite ético en lo que respecta a las peticiones de intervención de
equipo psicosocial y de exploración de los menores.
Se concedió la guarda y custodia exclusiva al padre,
modificando así la sentencia de divorcio.
En un post reciente hablaba de la guarda y custodia
compartida y trataba de explicar, desde mi propio punto de vista, lo que pienso
sobre la institución, que no soy contrario a ella ni tampoco a la contraria.
Esta claro que no ”compro” ninguna mercancía, ni feminista ni machista, y
llamaba la atención sobre la importancia de los procesos de “2ª
generación”, aquellos que se producen tras un periodo de rodaje. Trataba de no
formar parte de planteamientos maximalistas y polémicas sociales inútiles entre
Guarda y Custodia Exclusiva-Guarda y Custodia compartida.
No son esos los términos del debate sino otros, que nos
han de llevar a la desaparición del concepto de Guarda y custodia y Régimen de
visitas.