El psicólogo Joan Garriga explica en «Bailando juntos» que las parejas que mejor funcionan guardan un equilibrio entre lo que dan y lo que reciben. Raquel Alcolea, 28 Jul 2020.
Si considerásemos una relación sentimental como una suerte de danza que conviene articular con acierto, habría que preguntarse cuál sería la mejor manera de danzar «a 2» para que el baile resultase exitoso. Esto es lo que aborda el psicólogo Joan Garriga en su obra «Bailando juntos», donde profundiza en algunos de los temas que ya trató en su libro «El buen amor en la pareja» como la presencia de los fantasmas del pasado, los amores desiguales o los problemas de comunicación. Pero en «Bailando juntos» no solo aporta reflexiones conceptuales, sino que también hace una exposición práctica de casos reales tratados durante sus terapias de constelaciones familiares.
Este método o abordaje terapéutico, ideado por Bert Hellinger, es de naturaleza escénica, fenomenológica y sistémica. Consiste, tal como revela Joan Garriga, en plasmar en el espacio nuestras imágenes interiores sobre cómo tenemos creada nuestra red de vínculos o familiar. «Una vez configurada la constelación a través de la representación escénica es posible detectar las dinámicas que hay entre las personas para averiguar lo que lleva a los problemas y lo que conduce al bienestar. A ello contribuyen una serie de leyes o de órdenes del amor que son las que favorecen que las relaciones se desarrollen en forma de bienestar», explica.
El trabajo que se hace en la terapia de constelaciones familiares, por tanto, se basa en transformar las implicaciones y ataduras en recursos y potencialidades de vida. «Es un lenguaje terapéutico, distinto del conversacional, que es más ágil y que da frutos de una manera más rápida porque en poco tiempo permite tener comprensiones profundas acerca de lo que pasa en el trasfondo del corazón de las personas», aclara Garriga.
Las 12 claves del «buen amor»
En «Bailando juntos» Joan Garriga describe a través del relato de su experiencia con casos reales a través del lenguaje terapéutico de las constelaciones familiares cuáles son las dinámicas de fondo que ayudan a entender lo que pasa en la superficie y en el seno de la pareja: cómo se relacionan sus miembros, qué necesitan comprender y liberar, qué ataduras los dirigen, cómo logran estar bien juntos y por qué lo logran o cómo superan los problemas y qué contribuye a ello.
Un objetivo de las constelaciones familiares es estimular el «buen amor». Pero, ¿qué implica esta expresión? Para entenderlo pedimos a Joan Garriga un breve análisis de las 12 claves que permiten que las personas transiten del viejo amor (1ª frase) al buen amor (2ª frase) en la pareja, que ya adelantó en su libro «El buen amor en la pareja».
1. Sin ti no podría vivir / Sin ti también me iría bien.
Tal como explica Joan Garriga este paso del «sin ti no podría vivir» al «sin ti también me iría bien» hace referencia a que una pareja es una «relación de adultos» y, como tal, es importante que no esté dirigida por un «niño interior» que pretenda imponer en la pareja escenarios y danzas antiguas (a veces dolorosas y difíciles) que vivió con sus padres. Y también remite al concepto de dependencia, pues si bien es cierto que un niño «necesita» a sus padres, un adulto no necesita a su pareja.
La clave es pensar que sin esa pareja te iría también bien, pero que con ella el viaje es más bonito.
2. Te quiero por ti mismo / Te quiero por ti mismo... bueno, a pesar de ti mismo.
Esto es una traslación al ámbito de la pareja a aquella frase de Víctor Hugo que decía que uno de los grandes regalos que se nos ofrece en la vida es ser queridos por nosotros mismos aunque luego apostillase «a pesar de nosotros mismos». Así, cuando uno elige a una persona, a pesar de que tenga cosas que nos resulten difíciles o no nos gusten, esto supone la oportunidad para desarrollar la compasión hacia el otro o para reorientarse en otra dirección.
«Es bonito cuando uno decide amar nuestras sombras y nosotros decidimos amar las sombras de otras personas», aclara Garriga.
3. Hazme feliz / Siento el deseo espontáneo de que seas feliz.
Desde que se desarrolló la perspectiva individualista y el ideal romántico parece haber una idea insertada en la sociedad que lleva a pensar que seremos felices a través de la pareja. Pero esto, tal como propone Joan Garriga, es falso. «Se puede ser feliz en pareja pero la pareja no da la felicidad. En realidad hay que trabajar algunos aspectos. Lo que he visto en las parejas a las que les va muy bien es que tienen una grandeza de corazón que va más allá del estricto egoísmo y en ellas hay una generosidad espontánea, no prefabricada, donde uno desea que el otro esté bien y ese deseo es espontáneo. Ahí hay una grandeza de amor y si ese ingrediente está presente en una pareja, es probable que estén bien y felices», aclara.
4. Quiero una pareja / Mejor me preparo para ser pareja.
Este un mensaje contra el utilitarismo sentimental. Mucha gente dice eso de que «quiere encontrar pareja», pero para lo que en realidad debería prepararse es para hacer crecer dentro de sí mismo lo necesario para «ser pareja de otra persona». Ahí concurren, según comenta Garriga, aspectos como la revisión de la relación con sus padres, el análisis de su historia personal o la resolución de los temas pendientes con parejas anteriores.
5. Te lo doy todo / Mejor dame lo que me mantiene en el mismo rango que tú.
Esto es una regla de relaciones entre adultos que indica que conviene mantener la «igualdad de rango», es decir aquello que permita estar ni mejor, ni peor, ni por encima, ni por debajo, sino iguales.
Así, el psicólogo indica que es importante que exista un equilibrio en el intercambio pues, en general, las parejas que mejor funcionan son aquellas que guardan un equilibrio entre lo que dan y lo que reciben.
6. Dámelo todo / Dame lo que tienes y eres y yo puedo compensar, para mantenerme en mi dignidad.
Al igual que en el anterior punto, esta es, según describe Garriga, otra regla del intercambio pues si alguien lo pide todo o da demasiado, se rompe el equilibrio. Uno tiene que dar lo que el otro puede recibir, sin crear un conflicto o una desigualdad.
7. Ojalá sea intenso y emocional / Ojalá sea fácil.
Cuando en una relación hay más alegría que pena, más expansión que tensión o más facilidades que problemas, hay crecimiento y eso quiere decir que es una relación cómoda y fácil. Pero si la relación está dirigida por un «niño interior» que pretende manipular la realidad esto puede dar lugar a grandes estallidos o turbulencias emocionales, según revela el psicólogo.
8. Lucho por el poder / Cooperamos.
Esta reflexión hace referencia a lo maravilloso que resulta, según destaca Joan Garriga, cuando en una relación hay cooperación, se forma equipo y ambos miran en una misma dirección, pues, a su juicio, una de las grandes guerras que existen en el mundo es la que hay en el seno de las familias, sobre todo entre hombres y mujeres.
9. Yo pienso, tú sientes y, ante lo difícil, sálvese quien pueda / Reímos y lloramos juntos y juntos nos abrimos a la alegría y al dolor.
La palabra clave en una pareja es «juntos». Cada uno a su manera, eso sí, pero juntos. Y esto es importante porque, según recuerda el psicólogo, cuando una pareja es visitada por asuntos traumáticos o dolorosos puede suceder que se separen porque no hayan sido capaces de vivir «juntos» lo que les ha tocado vivir.
10. Que sea para siempre / Que dure lo que dure.
Es cierto, que, como pareja, hay que tener la intención de perpetuación de un estado de acompañamiento y que eso, según revela Garriga, da fuerza a la relación. Sin embargo, también hay que ser conscientes de que las relaciones se rigen por la impermanencia y por la incertidumbre.
11. 1º los padres o los hijos y luego tú / 1º nosotros, antes que nuestras familias de origen y que nuestros hijos en común.
Para explicar la afirmación de que se debe anteponer la pareja a las familias de origen o incluso a los hijos en común el psicólogo aclara que para cualquier hijo es liberador sentir que sus padres (juntos o separados) forman un equipo superior a él pues, según asegura, muchos hijos sufren actitudes narcisistas porque sus padres dirigen sus vectores afectivos hacia él y no entre ellos. «Si se está más atado a la madre que a la pareja, no se ha aterrizado como adulto o persona», sentencia Garriga.
Un caso distinto, no obstante, es si existían hijos de uno o de otro lado antes de que se formase la pareja pues en ese caso el vínculo con el hijo precede a la pareja.
12. Te conozco / Cada día te veo y te reconozco de nuevo y eso facilita establecer asociaciones y comprensiones que ayuden.
Para entender la necesidad de «reconocer» cada día al otro hay que elegir si queremos relacionarnos con la imagen que tenemos en la cabeza del otro o si queremos relacionarnos con él. «La pareja no es un dibujo sino una película, está en constante movimiento», aclara.
Para qué sirven las constelaciones familiares
Ponerse en paz con aquello que viene de los padres es imprescindible, según explica Joan Garriga, pues nos catapulta hacia un lugar adulto y nos permite situarnos ante otra persona como adultos, dejando atrás las vanas esperanzas de volver a ser acunados, las tiránicas exigencias de nuestro «yo infantil», las expectativas ilimitadas y poco realistas respecto a cómo y cuánto debe nutrirnos la vida. O la pareja. Así, aclara que adoptar en la pareja posturas y danzas manipulativas que conllevan juegos psicológicos tiene como resultado el desencuentro y el sufrimiento.
El conocimiento de las profundidades emocionales que dirigen nuestra vida desde el pasado ayudará, según el autor, a ser más respetuosos con la realidad de los demás sin pasarlo siempre todo por nuestro particular filtro personal, esto es, a verlos con independencia de nuestros prejuicios y mapas mentales, a flexibilizar nuestras danzas relacionales, a entender algo más a quienes caminan junto a nosotros y a desarrollar recursos que teníamos latentes y que pueden proporcionar bienestar y crecimiento. «Así escalaremos hacia esa mayor apertura del corazón que se experimenta cuando somos capaces de amar lo que somos y de aceptar las cosas como son, más que apegarnos a nuestras imágenes mentales de cómo deberían ser«, propone Garriga.
«Bailando juntos» recoge a través de casos reales las dinámicas y danzas relacionales que se repiten con frecuencia, para bien o para mal, aunque el autor advierte de que el intento de pasar al papel todos los matices, sutilezas y atmósferas emocionales de una constelación familiar o de una sesión de terapia se queda muy corto.