Víctor Martínez Patón, director del departamento de derecho
penal de Patón & Asociados, 17 Marzo, 2017
La Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados está
trabajando intensamente con el fin de alcanzar un deseado pacto de Estado en
materia de violencia de género. El principal objetivo que se pretende conseguir
es el de reducir drásticamente el número de mujeres que son asesinadas por sus
parejas y exparejas, terrible número que la Ley de Medidas de Protección
Integral contra la Violencia de Género (LO 1/2004) no ha conseguido
disminuir significativamente.
Pero al mismo tiempo no puede dejarse de tener en cuenta que
los feminicidios son solo la punta del iceberg, pues no en vano al año se
presentan en España más de 130.000 denuncias por casos de violencia de género.
El planteamiento de la Comisión de Igualdad viene
a insistir en la definición del propio concepto de “violencia de género” creado
por la citada Ley de 2004: es la violencia dirigida contra las mujeres por el
hecho mismo de ser mujeres. Esta definición, que aparece en el 1º párrafo
de la exposición de motivos, era sin embargo contradictoria con el articulado
de la propia norma, que reducía el objeto de la ley a un caso muy concreto: el
de la violencia ejercida por un hombre a la mujer con la que tiene o ha tenido
una relación sentimental.
En consecuencia lo que la Comisión de Igualdad pretende en
este momento es dotar de contenido a la definición legal ampliando los casos
que quedan amparados por la ley a otro tipo de relaciones entre hombres y
mujeres como pueden ser las relaciones laborales. En nuestra opinión, resulta
claro que partiendo de la definición resulta coherente aplicar la norma a esos
otros casos en que también un hombre (“macho”) ataca a una mujer (“hembra”) por
el hecho de serlo.
Ahora bien, la coherencia es simplemente una virtud de
carácter formal y por lo tanto para analizar la oportunidad de la modificación
legislativa será necesario plantearse si la definición 1ª es adecuada o
no. Porque si lo es, la coherencia de extenderlo a otros casos podrá dar
resultados satisfactorios; pero si no lo es, la coherencia tendrá como
consecuencia insistir en un error conceptual y desviarse del objetivo que
unánimemente la sociedad exige: la erradicación de la violencia contra las
mujeres.
Hace años que nosotros como
abogados de familia venimos defendiendo que el problema de la ley
de violencia de género no es solo la falta de recursos que se invierten
sino sobre todo la manera en que se utilizan los existentes, como consecuencia precisamente
de una conceptualización equivocada.
En palabras de Gustavo Bueno, si un hombre atacara a
una mujer por el hecho de serlo este mismo hombre saldría a la calle a atacar a
cuantas más mujeres mejor, que son tan mujeres como “su” mujer. Pero esto no
ocurre, sino que incluso no es infrecuente ver que tras el asesinato de su
mujer salen vecinos y vecinas diciendo que el homicida era “buena persona” y
que no se imaginan qué ha podido ocurrir.
Y efectivamente así es: el mismo
hombre encantador con sus amigas, vecinas y compañeras de trabajo puede estar
simultáneamente sometiendo a grave violencia a su mujer.
En nuestra opinión la llamada “violencia de género”
tiene como base la relación de pareja, y no difiere en lo sustancial de la que
tiene lugar entre parejas homosexuales o incluso la que pueden sufrir hombres a
manos de sus mujeres. El número es notablemente diferente, desde luego, pero el
concepto es sustancialmente el mismo.
En los últimos años de los
homicidios habidos en relaciones de pareja el 90 % lo han sufrido mujeres, el 9
% hombres a manos de sus mujeres y el 1 % hombres a manos de sus maridos.
Que la reforma de la ley de violencia de género se hace
imprescindible lo sabemos todos los ciudadanos que nos alarmamos con cada uno
de los asesinatos que todas las semanas vemos por televisión. Cada uno de ellos
es la constatación de que la ley no ha dado los frutos que se buscaban. Ahora
bien, si la reforma continúa por la vía que se está planteando podemos
encontrarnos con que una vez conseguido el pacto de Estado sigamos siendo
espectadores de cómo la violencia contra las mujeres no termina.
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Y en nuestra opinión, mientras no se deseche como causa una
mítica “guerra entre sexos” que viene a sustituir a la guerra de clases
marxista no podremos enfocar correctamente un problema que tiene como sede
genética a la institución familiar.
Nota: La ley SI esta dando los resultados que las Feministas buscaban con la misma. Si no, la hubiesen modificado hace años. Ejemplo de como se puede utilizar políticamente una situación social. Las leyes no son eternas y esta lleva camino de serlo (2004-2017).