En el barómetro del CIS de diciembre, solo un 1,8% de los entrevistados situaron la violencia contra la mujer como uno de los principales problemas.
Elena Calvo, Madrid, 25/01/2018
Los 49 asesinatos a mujeres contabilizados en 2017 por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad como casos de violencia de género parecen no ser un motivo de peso para que la sociedad española se mentalice de la gravedad que supone que cada año se continúe matando a mujeres por esa violencia machista que no desaparece.
El barómetro del CIS sobre los problemas que preocupan a los españoles pone de manifiesto que aún queda mucho trabajo por hacer y la necesidad de activar un gran Pacto de Estado que proteja a las víctimas ante todo.
Cuando se pregunta a los españoles sobre cuáles son los 3 principales problemas que, a su juicio, existen en el país, solo un 1,8% sitúa la violencia contra la mujer entre ellos, tal como recoge el último barómetro del CIS, del pasado mes de diciembre. Este porcentaje se aleja mucho de las mayores preocupaciones, encabezadas por el paro (66,8%), la corrupción (31,7%), la política y los partidos (28,5%), los problemas de índole económica (22,9%) o la independencia de Cataluña (16,7%). La violencia machista ocupa el XVIº lugar en el estudio sociológico de diciembre, un dato relevante sobre todo si se tiene en cuenta que no es algo circunstancial. Desglosando las cifras se observa que solo es el principal problema para el 0,1%, en el que sitúan únicamente mujeres de 55 años en adelante.
Este dato pone de relevancia que los hombres no consideran que la violencia de género sea un problema, pues ninguno de los entrevistados la considera como su principal preocupación. Tampoco ayuda la visión mayoritaria de las mujeres jóvenes de que la violencia de género es un problema que no les afecta. Uno de los motivos puede ser la época en la que han nacido, la de la igualdad, pues, tal como explica la socióloga Esther Castellanos, «han nacido en una época en la que acceder a la educación se hace en igualdad de condiciones que sus compañeros varones. La igualdad de oportunidades está en su día a día. Ahora bien, en el acceso al mercado de trabajo sigue habiendo discriminaciones con las mujeres, una brecha salarial bastante importante, dificultad para acceder a los puestos de dirección, etc.». Pero como asegura esta experta, esta deigualdad no se hace visible hasta ese momento en el que se accede al mercado laboral, por lo que la mentalidad social lleva a muchas jóvenes y adolescentes a pensar que no hay desigualdad.
Y la desigualdad lleva a la violencia. Precisamente en las etapas de juventud es donde se da sobre todo un tipo de violencia machista: la del control. «Con el tema de las nuevas tecnologías, el control que muchos chicos ejercen sobre las chicas a través de Whatsapp, a través de mensajes, de dónde estás, etc., es un tipo de violencia psicológica de control», explica Castellanos.
Sin embargo, los datos históricos del CIS muestran porcentajes muy bajos en las respuestas de la violencia a la mujer como principal problema. Solo hay aumentos considerables en 2004 —que no superan el 12%—, coincidiendo con el año de aprobación de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, es decir, cuando el problema se hizo visible. Aun así, la sociedad española sigue sin estar completamente mentalizada del problema estructural que supone este tipo de violencia contra la mujer. «Es un problema estructural que tiene que ver con la violencia simbólica, que se ejerce de manera indirecta, no físicamente, del colectivo que domina hacia el dominado. Al ser indirecta, las personas que son dominadas son inconscientes de que lo están siendo. Es muy difícil que la sociedad esté mentalizada porque en lo cotidiano se ve la violencia directa, el asesinato y la paliza, que es la punta del icerberg. Pero hay otra parte: la psicológica, la sexual, la económica, la patrimonial...», analiza esta socióloga.
La solución para evolucionar y que el problema desaparezca es, además de alertar de cualquier caso en el que se sospeche que una mujer es víctima de violencia de género, potenciar la igualdad en la educación a niñas y niños para que las nuevas generaciones se críen siendo conscientes de que no son mejores ni peores que el otro por ser de un sexo diferente.
Cuando se pregunta a los españoles sobre cuáles son los 3 principales problemas que, a su juicio, existen en el país, solo un 1,8% sitúa la violencia contra la mujer entre ellos, tal como recoge el último barómetro del CIS, del pasado mes de diciembre. Este porcentaje se aleja mucho de las mayores preocupaciones, encabezadas por el paro (66,8%), la corrupción (31,7%), la política y los partidos (28,5%), los problemas de índole económica (22,9%) o la independencia de Cataluña (16,7%). La violencia machista ocupa el XVIº lugar en el estudio sociológico de diciembre, un dato relevante sobre todo si se tiene en cuenta que no es algo circunstancial. Desglosando las cifras se observa que solo es el principal problema para el 0,1%, en el que sitúan únicamente mujeres de 55 años en adelante.
Este dato pone de relevancia que los hombres no consideran que la violencia de género sea un problema, pues ninguno de los entrevistados la considera como su principal preocupación. Tampoco ayuda la visión mayoritaria de las mujeres jóvenes de que la violencia de género es un problema que no les afecta. Uno de los motivos puede ser la época en la que han nacido, la de la igualdad, pues, tal como explica la socióloga Esther Castellanos, «han nacido en una época en la que acceder a la educación se hace en igualdad de condiciones que sus compañeros varones. La igualdad de oportunidades está en su día a día. Ahora bien, en el acceso al mercado de trabajo sigue habiendo discriminaciones con las mujeres, una brecha salarial bastante importante, dificultad para acceder a los puestos de dirección, etc.». Pero como asegura esta experta, esta deigualdad no se hace visible hasta ese momento en el que se accede al mercado laboral, por lo que la mentalidad social lleva a muchas jóvenes y adolescentes a pensar que no hay desigualdad.
Y la desigualdad lleva a la violencia. Precisamente en las etapas de juventud es donde se da sobre todo un tipo de violencia machista: la del control. «Con el tema de las nuevas tecnologías, el control que muchos chicos ejercen sobre las chicas a través de Whatsapp, a través de mensajes, de dónde estás, etc., es un tipo de violencia psicológica de control», explica Castellanos.
Sin embargo, los datos históricos del CIS muestran porcentajes muy bajos en las respuestas de la violencia a la mujer como principal problema. Solo hay aumentos considerables en 2004 —que no superan el 12%—, coincidiendo con el año de aprobación de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, es decir, cuando el problema se hizo visible. Aun así, la sociedad española sigue sin estar completamente mentalizada del problema estructural que supone este tipo de violencia contra la mujer. «Es un problema estructural que tiene que ver con la violencia simbólica, que se ejerce de manera indirecta, no físicamente, del colectivo que domina hacia el dominado. Al ser indirecta, las personas que son dominadas son inconscientes de que lo están siendo. Es muy difícil que la sociedad esté mentalizada porque en lo cotidiano se ve la violencia directa, el asesinato y la paliza, que es la punta del icerberg. Pero hay otra parte: la psicológica, la sexual, la económica, la patrimonial...», analiza esta socióloga.
La solución para evolucionar y que el problema desaparezca es, además de alertar de cualquier caso en el que se sospeche que una mujer es víctima de violencia de género, potenciar la igualdad en la educación a niñas y niños para que las nuevas generaciones se críen siendo conscientes de que no son mejores ni peores que el otro por ser de un sexo diferente.
Nota: Con lo fácil que es cruzar los Pirineos y ver lo que sucede en los paises vecinos al respecto. Pero hay que seguir manteniendo el negocio de la violencia sobre el mujer.