Divorciarse tras más de 30 años de matrimonio y empezar de cero, a los 61: “Los amigos comunes desaparecieron, está mejor visto vivir siendo rehén de una relación”.
Mª Antonieta decidió divorciarse pasada la sesentena, después de darse cuenta de que ya hacía tiempo que algo no iba bien.
Mª Antonieta decidió divorciarse pasada la sesentena, después de darse cuenta de que ya hacía tiempo que algo no iba bien.
“No era consciente de dónde venía el dolor, pensaba que era por el estrés”, cuenta
Marta Conde, 18/01/2025
Mª Antonieta N. S. tiene 61 años y este nuevo año se le plantea como un cambio total, seguramente uno de los más intensos de su vida. El motivo lo explica ella misma, clara y concisa: “me divorcio después de un matrimonio de 34 años, con sus momentos buenos y menos buenos”. Una decisión que también incluye irse de su ciudad y empezar de cero en otro lado, con una nueva rutina, un nuevo entorno y un coche que estará a su nombre por 1ª vez.
“La decisión final es porque llega un momento en que ves que hace años que estás divorciada y no te habías dado cuenta de que la relación estaba rota”, matiza esta mujer de Lleida, que actualmente está en pleno proceso de traslado. Esto, sumado a que alguien entró en su vida repentinamente, la acabaron de convencer de dar el paso. “No quería tener una relación escondida, prefería divorciarme”, explica.
No quería tener una relación escondida, prefería divorciarme.
Cuando mira hacia atrás, reconoce que hace un par de décadas que sabía que algo no iba bien, pero no le sabía poner palabras ni causas, y por eso fue imposible que la decisión llegara antes.
Marta Conde, 18/01/2025
Mª Antonieta N. S. tiene 61 años y este nuevo año se le plantea como un cambio total, seguramente uno de los más intensos de su vida. El motivo lo explica ella misma, clara y concisa: “me divorcio después de un matrimonio de 34 años, con sus momentos buenos y menos buenos”. Una decisión que también incluye irse de su ciudad y empezar de cero en otro lado, con una nueva rutina, un nuevo entorno y un coche que estará a su nombre por 1ª vez.
“La decisión final es porque llega un momento en que ves que hace años que estás divorciada y no te habías dado cuenta de que la relación estaba rota”, matiza esta mujer de Lleida, que actualmente está en pleno proceso de traslado. Esto, sumado a que alguien entró en su vida repentinamente, la acabaron de convencer de dar el paso. “No quería tener una relación escondida, prefería divorciarme”, explica.
No quería tener una relación escondida, prefería divorciarme.
Cuando mira hacia atrás, reconoce que hace un par de décadas que sabía que algo no iba bien, pero no le sabía poner palabras ni causas, y por eso fue imposible que la decisión llegara antes.
“No era consciente de dónde venía el dolor, pensaba que era por el trabajo y el estrés”, dice, y algo que la ayudó a gestionar sus emociones en los últimos años fue realizar una búsqueda espiritual y emocional para poder escucharse y entenderse.
Una vez lo tuvo claro, Mª Antonieta se puso a la búsqueda de una nueva casa, y acabó encontrando una más lejos de lo esperado, pero cuya gestión le facilitó mucho las cosas. “Empecé a mirar páginas de inmobiliarias para encontrar mi sitio, hasta que un pueblo me eligió a mí”, confiesa.
Una vez lo tuvo claro, Mª Antonieta se puso a la búsqueda de una nueva casa, y acabó encontrando una más lejos de lo esperado, pero cuya gestión le facilitó mucho las cosas. “Empecé a mirar páginas de inmobiliarias para encontrar mi sitio, hasta que un pueblo me eligió a mí”, confiesa.
Se refiere a un pueblo de 198 habitantes en el que no conoce a nadie y con el que no tiene ninguna vinculación emocional, a 30 kilómetros de su trabajo y 60 de su pueblo natal. “La casa pertenecía a un fondo bancario, estaba destruida por sus anteriores dueños, y me pareció un símil con mi vida; las dos estábamos en un proceso de reconstrucción y todo mi contexto es de una 2ª oportunidad”.
Una de las cosas que más le costaron fue decírselo a su familia y la gestión de algunas personas de su entorno, que todavía hoy no entienden su decisión. “En esta sociedad está mejor visto vivir siendo rehén de una relación que hace años que terminó”, dice. Sí que ha recibido el apoyo de algunas amistades, aunque también reconoce que otras han desaparecido del mapa. “Los amigos que teníamos en común han desaparecido”, matiza, y afirma que una parte de la sociedad continúa viendo con malos ojos el divorciarse a edades avanzadas. “Una vez cruzas la línea ya no hay marcha atrás, te conviertes en otra persona a los ojos de los demás, aunque seas la misma, pasas a ser una influencia o una posible cazamaridos”.
Además, Mª Antonieta recuerda que “fui de las 1ªs que se fueron a vivir con mi novio, y 34 años atrás estaba muy mal visto; entonces ya hubo gente que me retiró la palabra”. Pero uno de los máximos apoyos en esta nueva etapa vital fue su hija, de 23 años, que precisamente fue la que les dijo a ella y a su exmarido que igual la relación no iba bien. “Fue la que nos hizo abrir los ojos, a veces necesitas a alguien externo para que te lo diga”.
La espiritualidad ha sido otro factor clavo en la vida de Mª Antonieta, una búsqueda interna que le ha servido para refugiarse de aquello que no comprendía. Hizo todo lo posible para hacer un avance espiritual y un crecimiento personal, desde retiros al yoga, a flores de Bach, Kundalini, numerología o cábala. Incluso ahora está estudiando hebreo en la Universidad Hebrea de Jerusalén. “Antes las mujeres iban a misa porque ahí encontraban un momento de intimidad y de paz, de salir de la familia; ahora hacemos yoga y escapamos de otra manera”.
A sus 61 años, esta catalana continúa trabajando como Controling de riesgos y costos, realizando controles de operaciones de compraventa financieras, controlando el riesgo de las inversiones. Ahora también el riesgo de sus propias decisiones. “Quizás luego te das cuenta de que no es lo que has soñado o pensado, que habrá dosis de soledad y que la adaptación no será fácil, porque todo beneficio siempre tiene un coste”, puntualiza.
Una de las cosas que más le costaron fue decírselo a su familia y la gestión de algunas personas de su entorno, que todavía hoy no entienden su decisión. “En esta sociedad está mejor visto vivir siendo rehén de una relación que hace años que terminó”, dice. Sí que ha recibido el apoyo de algunas amistades, aunque también reconoce que otras han desaparecido del mapa. “Los amigos que teníamos en común han desaparecido”, matiza, y afirma que una parte de la sociedad continúa viendo con malos ojos el divorciarse a edades avanzadas. “Una vez cruzas la línea ya no hay marcha atrás, te conviertes en otra persona a los ojos de los demás, aunque seas la misma, pasas a ser una influencia o una posible cazamaridos”.
Además, Mª Antonieta recuerda que “fui de las 1ªs que se fueron a vivir con mi novio, y 34 años atrás estaba muy mal visto; entonces ya hubo gente que me retiró la palabra”. Pero uno de los máximos apoyos en esta nueva etapa vital fue su hija, de 23 años, que precisamente fue la que les dijo a ella y a su exmarido que igual la relación no iba bien. “Fue la que nos hizo abrir los ojos, a veces necesitas a alguien externo para que te lo diga”.
La espiritualidad ha sido otro factor clavo en la vida de Mª Antonieta, una búsqueda interna que le ha servido para refugiarse de aquello que no comprendía. Hizo todo lo posible para hacer un avance espiritual y un crecimiento personal, desde retiros al yoga, a flores de Bach, Kundalini, numerología o cábala. Incluso ahora está estudiando hebreo en la Universidad Hebrea de Jerusalén. “Antes las mujeres iban a misa porque ahí encontraban un momento de intimidad y de paz, de salir de la familia; ahora hacemos yoga y escapamos de otra manera”.
A sus 61 años, esta catalana continúa trabajando como Controling de riesgos y costos, realizando controles de operaciones de compraventa financieras, controlando el riesgo de las inversiones. Ahora también el riesgo de sus propias decisiones. “Quizás luego te das cuenta de que no es lo que has soñado o pensado, que habrá dosis de soledad y que la adaptación no será fácil, porque todo beneficio siempre tiene un coste”, puntualiza.
Pero tomar la decisión la hace sentir viva y ver las cosas de otra manera.
Uno de sus últimos mensajes va destinado a poder contribuir a que otras mujeres sean valientes y crucen la línea hacia una nueva vida, entendiendo mejor que nadie que no es nada fácil salir de la zona de confort, además de que influyen factores como las posibilidades económicas.
Uno de sus últimos mensajes va destinado a poder contribuir a que otras mujeres sean valientes y crucen la línea hacia una nueva vida, entendiendo mejor que nadie que no es nada fácil salir de la zona de confort, además de que influyen factores como las posibilidades económicas.
Aun así, Mª Antonieta insiste en que “si ves que no vas a ningún lado y lo quieres experimentar, hay que replanteárselo, porque hay más vida por delante”.