2022 rompe la tónica del descenso de enlaces, por los celebrados tras la pandemia.
En 2022 se produjeron 84.551 disoluciones matrimoniales en España.
Los españoles cada vez nos divorciamos menos. Así lo reflejan los últimos datos del INE, que recogen que durante el año 2022 se produjeron 84.551 disoluciones matrimoniales (la suma de divorcios, separaciones y nulidades), lo que supone una disminución del 6,7% respecto a 2021.
El descenso de las rupturas, explican los expertos, se debe a una disminución también del número de los matrimonios. Esta ha sido la tendencia de los últimos años, sólo interrumpida en 2022, cuando se produjo un repunte puntual de las bodas (179.107, la cifra más alta de la última década). Un aumento que se achaca a la celebración de enlaces que fueron aplazados por pandemia.
«Es lógico que, tras ese descenso y con la vuelta a la normalidad de las relaciones sociales, haya crecido», dice Marta Seiz, profesora de Sociología de la UNED.
En la merma del número de bodas incide un factor cultural: ya no se conciben como una meta que necesariamente hay que alcanzar en la vida, y se han ido sustituyendo por otras fórmulas de convivencia, como las parejas de hecho, que están experimentando un incremento progresivo y sostenido durante los últimos años. «Ya no constituyen únicamente una etapa previa al enlace, sino que se ha establecido como una situación socialmente aceptada para tener hijos y formar una familia», señala Seiz.
Quienes sí formalizan su relación como matrimonio tienden a hacerlo cada vez menos por la Iglesia. De las 179.107 bodas que se celebraron en 2022, sólo el 19,4% fueron eclesiásticas. En 2011 supusieron el 39,06% del total (63.805 bodas católicas de 163.338) mientras que en 2001, 3 de cada 4 españoles que se casaban, el 73,2%, lo hacían por la Iglesia: 152.067 matrimonios de 207.492.
La edad media de los contrayentes fue en 2022 de casi 38 años, 4 más que en 2011 y 7 más respecto a 2001.
En la merma del número de bodas incide un factor cultural: ya no se conciben como una meta que necesariamente hay que alcanzar en la vida, y se han ido sustituyendo por otras fórmulas de convivencia, como las parejas de hecho, que están experimentando un incremento progresivo y sostenido durante los últimos años. «Ya no constituyen únicamente una etapa previa al enlace, sino que se ha establecido como una situación socialmente aceptada para tener hijos y formar una familia», señala Seiz.
Quienes sí formalizan su relación como matrimonio tienden a hacerlo cada vez menos por la Iglesia. De las 179.107 bodas que se celebraron en 2022, sólo el 19,4% fueron eclesiásticas. En 2011 supusieron el 39,06% del total (63.805 bodas católicas de 163.338) mientras que en 2001, 3 de cada 4 españoles que se casaban, el 73,2%, lo hacían por la Iglesia: 152.067 matrimonios de 207.492.
La edad media de los contrayentes fue en 2022 de casi 38 años, 4 más que en 2011 y 7 más respecto a 2001.
Sobre la duración de los matrimonios, la media española es de 16,5 años.
Lo habitual, a la hora de separarse, es hacerlo de mutuo acuerdo: en 2022, la mayor parte de los divorcios (el 80%) se produjeron de esta forma.
«Las parejas suelen llegar a un acuerdo para disolver su unión sin que sea necesario recurrir a un proceso judicial», refrenda Seiz.
Las rupturas conyugales experimentaron un crecimiento significativo entre 1980, a raíz de la aprobación de la Ley del Divorcio, y 2006. Después, tras la crisis económica de 2008 y a lo largo de la pasada década, las tasas se mantuvieron en trono a las 100.000 disoluciones anuales.
Las rupturas conyugales experimentaron un crecimiento significativo entre 1980, a raíz de la aprobación de la Ley del Divorcio, y 2006. Después, tras la crisis económica de 2008 y a lo largo de la pasada década, las tasas se mantuvieron en trono a las 100.000 disoluciones anuales.
En 2020, por la pandemia, hubo un descenso pronunciado para volver a subir en 2021(90.582 ) y volver a descender en 2022 (84.551).
Según datos del CGPJ, en el 2º trimestre del 2023 en España se han registrado 24.404 demandas de disolución matrimonial, un 0,1% más que en 2022.
Este fenómeno sociológico de descenso de la tasas de nupcialidad y de divorcio afecta a toda la UE. España, tras haber ocupado varios años las 1ªs plazas de los países con una mayor tasa de divorcio, cayó tras la pandemia al puesto 11, registrando en 2021: 1,8 divorcios por cada 1.000 habitantes, lejos de Lituania (2,8), Letonia (2,5) y Suecia (2,3).
«Vamos a una mayor inestabilidad de las parejas porque se están alterando los procesos de emparejamiento. Antes sabías, más o menos, qué potencialidad de emparejamiento podrías tener, sobre todo en un país como España, de poca movilidad geográfica. La gente se casaba, normalmente, con personas de su ciudad», explica Luis Ayuso, doctor en Sociología y profesor en la Universidad de Málaga, quien señala que «las redes sociales y la pandemia han abierto el mercado de emparejamiento». «Hay dificultades para formar parejas estables. Vamos hacia una vida acelerada, y los procesos de emparejamiento son más calmados, necesitan inversión, comunicación, trabajarlos más... pero vamos hacia una sociedad que pide rapidez», añade.
Sobre las rupturas de las parejas con hijos un dato llamativo es el aumento de las custodias compartidas. En 2022 supusieron el 45,5% del total -la cifra más alta registrada nunca- frente al 17,9% de 2013. Este dato «se enmarca dentro de una creciente concienciación social sobre la importancia y los beneficios de las responsabilidades compartidas en todos los ámbitos de la crianza», indica Seiz.
Este fenómeno sociológico de descenso de la tasas de nupcialidad y de divorcio afecta a toda la UE. España, tras haber ocupado varios años las 1ªs plazas de los países con una mayor tasa de divorcio, cayó tras la pandemia al puesto 11, registrando en 2021: 1,8 divorcios por cada 1.000 habitantes, lejos de Lituania (2,8), Letonia (2,5) y Suecia (2,3).
«Vamos a una mayor inestabilidad de las parejas porque se están alterando los procesos de emparejamiento. Antes sabías, más o menos, qué potencialidad de emparejamiento podrías tener, sobre todo en un país como España, de poca movilidad geográfica. La gente se casaba, normalmente, con personas de su ciudad», explica Luis Ayuso, doctor en Sociología y profesor en la Universidad de Málaga, quien señala que «las redes sociales y la pandemia han abierto el mercado de emparejamiento». «Hay dificultades para formar parejas estables. Vamos hacia una vida acelerada, y los procesos de emparejamiento son más calmados, necesitan inversión, comunicación, trabajarlos más... pero vamos hacia una sociedad que pide rapidez», añade.
Sobre las rupturas de las parejas con hijos un dato llamativo es el aumento de las custodias compartidas. En 2022 supusieron el 45,5% del total -la cifra más alta registrada nunca- frente al 17,9% de 2013. Este dato «se enmarca dentro de una creciente concienciación social sobre la importancia y los beneficios de las responsabilidades compartidas en todos los ámbitos de la crianza», indica Seiz.
Con todo, la mayoría de las custodias aún (50,6%) son para la madre frente al 3,5 de padres que se quedan con ella.
Se tiende a señalar a los hijos como un factor desestabilizador que, en ocasiones, puede propiciar la separación. Sin embargo, Seiz subraya que no se puede extraer tal conclusión de los datos. «Las causas pueden ser de muy diferentes tipos», dice. En 2022, el 45,5% de los matrimonios divorciados no tenían hijos menores o dependientes económicamente, frente al 54,5% que sí.
Se tiende a señalar a los hijos como un factor desestabilizador que, en ocasiones, puede propiciar la separación. Sin embargo, Seiz subraya que no se puede extraer tal conclusión de los datos. «Las causas pueden ser de muy diferentes tipos», dice. En 2022, el 45,5% de los matrimonios divorciados no tenían hijos menores o dependientes económicamente, frente al 54,5% que sí.