Informar que una mujer lesbiana ha asesinado su pareja no puede acontecer un recurso para cuestionar la violencia machista
En las últimas dos semanas, las lesbianas hemos estado presentes en los medios de comunicación. Pero no porque el 26 de abril fuera el día de la visibilidad lésbica y se haya aprovechado la fecha para hacerse eco y difundir representaciones positivas y empoderantes del lesbianismo y de las mujeres lesbianas. No. Ha sido, sólo, a raíz de un triste suceso.
El asesinato de Pilar por parte de su pareja, Ana María, en Barcelona, nos ha hecho asistir a un desfile mediático de estereotipos y prejuicios contra las lesbianas: borrachas, agresivas y violentas, con mal aspecto, marginales... Del árbol caído todo el mundo hace astillas, y el tratamiento lesbofóbico del caso puede fortalecer el posicionamiento neomachista que cuestiona la violencia de género.
Los aliados del patriarcado han visto en el caso de asesinato una ocasión para hacer sonar, a través de sus medios, la idea de que la violencia de género no tiene género. Han aprovechado para reforzar los discursos que relativizan y minimizan la violencia que ejercen los hombres contra las mujeres, una pandemia mundial que resulta ser la 1ª causa de muerte de las mujeres en el mundo.(Pero no en España)
Como muy bien ha denunciado en un artículo el Observatorio Crítico de los Medios Media.cat, si los/las profesionales ya demuestran dificultades para no mal-tratar los asesinados machistas en las noticias, en este caso, todavía se les presentan más dificultades: el oportunismo de los discursos neomachistas, el desconocimiento social sobre la violencia intragénero y los estereotipos sobre las lesbianas.
Para nosotras, es inevitable pensar en el impacto que este tsunami demonizador puede tener en niñas y jóvenes con pocos referentes positivos de lesbianas públicas. A algunos/as profesionales de los medios, parece, pero, que ni se les ha pasado por la cabeza.
Cómo se construye la lesbofobia y se visibiliza (o invisibiliza) a las lesbianas
Si la interseccionalidad entre las violencias machistas y el consumo de sustancias –nunca causal– está muy poco estudiada y hay pocos acercamientos rigurosos al tema, así como escasos recursos para abordarlo, ante la violencia intragénero, todavía hay menos. De hecho, se puede decir, directamente, que no hay.
En este caso, el alcoholismo de las 2 es conocido y ha sido central en todas las noticias como elemento criminalizador y de sanción social. De hecho, a diferencia de los casos de violencia machista, no ha actuado como discurso justificador y exculpatorio del tipo "era un buen hombre pero cuando bebía se ponía agresivo" –al que ya estamos acostumbradas–, sino que ha sido doblemente culpabilizador; como si se tratara de una muerte anunciada porque eran "2 borrachas" y nada podía hacerse por ellas.
En la misma línea, las informaciones dadas sobre el barrio de la pareja, que vivía en un piso de protección oficial y que recibía ayudas sociales, remarcan que eran mujeres pobres e incorpora estereotipos al saco, que refuerzan los prejuicios que asocian lesbianismo y marginalidad e incrementan el rechazo social hacia el colectivo.
Lesbiana corpulenta = hombre y lesbiana menuda = mujer
La forma en la que algunos medios han presentado la relación entre Ana Maria y Pilar, como una relación entre una mujer corpulenta y otra menuda, perpetúa el maniqueísmo lesbiana masculina mala y femenina buena.
En este caso, encontramos la reiterada asociación entre lesbianismo y carencia de feminidad que implica maldad y, al polo opuesto, la lesbiana femenina víctima, menos mala, pero también menos lesbiana, en cuanto que alienada y sumisa.
También influye en el imaginario colectivo, alimentando la idea simplista que las parejas homosexuales están formadas por una persona que hace de mujer y otra que hace de hombre. Ambas representaciones son muy perjudiciales para las mujeres, porque invisibilizan la diversidad de las experiencias identitarias, culturales y sociales de ser lesbiana, al asentar la visión maniquea de masculinas y femeninas y perpetuar la visión de la masculinidad como exclusiva de los varones. Transgredirla, como hacen las mujeres masculinas, denota enfermedad, amenaza y peligro social.
Violencia intragénero y violencia de género
La noticia de que una mujer lesbiana ha asesinado a su pareja no puede ser nunca más el recurso para volver a cuestionar la violencia machista. La base de la violencia de género es, precisamente, el "género", como sistema de organización social que establece una jerarquía entre hombres y mujeres.
Este suceso tendría que ser una oportunidad para reflexionar y profundizar en las características propias de la problemática y en los factores que se entrecruzan cuando hablamos de violencia en relaciones sexo-afectivas entre lesbianas. La violencia intragénero o entre parejas del mismo género es una realidad que existe, una realidad compleja y desconocida que quizás se está visibilizando en la medida que se van visibilizando las relaciones sexo-afectivas diversas.
Por lo tanto, este hecho tendría que hacernos reflexionar sobre las especificidades de este tipo de violencia y de cómo nos podemos dotar de herramientas para prevenirla. Para explicar e intervenir en este fenómeno, podemos encontrar puntos en común con la violencia machista en la pareja (la que ejerce el hombre contra la mujer); todas las personas hemos sido socializadas en el patriarcado, hemos bebido de los mitos del amor romántico y como modelo hemos tenido, mayoritariamente, las relaciones monógamas heterosexuales y, además, las consecuencias de la persona que recibe la violencia son muy similares.
El reto radica en poder encontrar las especificidades y aprovechar el momento para articular alianzas y reivindicaciones, poner el foco en la carencia de espacios de atención y acompañamiento especializado para las personas LGTBI y pedir a las instituciones los recursos e instrumentos necesarios para el abordaje específico de la violencia intragénero, nunca para volver a culpabilizar a las mujeres, contribuir a incrementar los estereotipos hacia las lesbianas o retroceder en los derechos que, desde los feminismos, hemos conseguido.
La maquinaria del patriarcado demuestra una gran capacidad adaptativa. Las personas e instituciones comprometidas con la equidad no podemos quedar atrás, ni en palabras para rebatirla ni en recursos para cultivar respuestas efectivas a las violencias con que se nos presenta.
Nota: Definitivamente, lo que quiere es las subvenciones de la administración, a parte de las que ya disponen: Si no pides, no te dan. Quien no corre...vuela.