MERCÈ RIVAS, Viernes, 22 junio 2018,
Tenemos la percepción de que en España la violencia de género anda a la cabeza en Europa pero no es así. Eso no significa nada más que números y estadísticas. Allí donde una mujer sea tratada como una mercancía, sea violada o agredida su dignidad se está cometiendo un delito. Lo importante no son las cifras, sin embargo de vez en cuando, hay que echarles un vistazo. Después de eso hay que debatir sobre posibles soluciones.
Aunque últimamente los informativos le dedican muchos minutos de sus emisiones, los periódicos mucha tinta y las editoriales muchos libros, España anda en la cola de Europa. ¡Quién lo diría! Pues sí.
La educada, formada y avanzada Europa se comporta todavía peor.
Finlandia, Suecia y Alemania son los países donde más crímenes de violencia de género hay y Suecia, Inglaterra y Gales están a la cabeza en agresiones sexuales. Aunque les parezca mentira, Dinamarca es el país más violento con las mujeres y eso que su nivel de formación y bienestar es muy alto.
Y se preguntarán, ¿por qué? Algunos estudios culpan al alcohol, otros a lo poco sociables que son y al mucho tiempo que pasan en casa, aunque estas suposiciones no las consideremos definitivas, ni muy convincentes.
Al igual que Dinamarca, los suecos llevan décadas experimentando políticas para reducir la brecha de género. Tienen un Gobierno feminista y el esfuerzo por la equidad se extiende por escuelas, casas y oficinas; sin embargo, también anda entre los 1º en las listas de los países más agresivos.
España ocupa el 8º puesto por la cola en denuncias por violación por cada 100.000 habitantes, justo por encima de Montenegro, Serbia, Grecia, Eslovaquia, Bulgaria, Eslovenia y Chipre.
Visibilizar esta lacra es un problema para la gran mayoría de países europeos que adolecen de un recuento oficial de mujeres asesinadas y no distinguen la violencia en el seno de la pareja de otros homicidios. Ni siquiera contemplan lo que es y significa la violencia de género.
Hungría es el único país de la UE que no penaliza el acoso sexual. Rusia ha despenalizado la violencia de género. Las regiones del planeta donde menos se garantizan los derechos de las mujeres siguen siendo África subsahariana, Asia meridional y Oriente Próximo.
Hasta aquí podemos hablar de cifras que son alarmantes.
Finlandia, Suecia y Alemania son los países donde más crímenes de violencia de género hay y Suecia, Inglaterra y Gales están a la cabeza en agresiones sexuales. Aunque les parezca mentira, Dinamarca es el país más violento con las mujeres y eso que su nivel de formación y bienestar es muy alto.
Y se preguntarán, ¿por qué? Algunos estudios culpan al alcohol, otros a lo poco sociables que son y al mucho tiempo que pasan en casa, aunque estas suposiciones no las consideremos definitivas, ni muy convincentes.
Al igual que Dinamarca, los suecos llevan décadas experimentando políticas para reducir la brecha de género. Tienen un Gobierno feminista y el esfuerzo por la equidad se extiende por escuelas, casas y oficinas; sin embargo, también anda entre los 1º en las listas de los países más agresivos.
España ocupa el 8º puesto por la cola en denuncias por violación por cada 100.000 habitantes, justo por encima de Montenegro, Serbia, Grecia, Eslovaquia, Bulgaria, Eslovenia y Chipre.
Visibilizar esta lacra es un problema para la gran mayoría de países europeos que adolecen de un recuento oficial de mujeres asesinadas y no distinguen la violencia en el seno de la pareja de otros homicidios. Ni siquiera contemplan lo que es y significa la violencia de género.
Hungría es el único país de la UE que no penaliza el acoso sexual. Rusia ha despenalizado la violencia de género. Las regiones del planeta donde menos se garantizan los derechos de las mujeres siguen siendo África subsahariana, Asia meridional y Oriente Próximo.
Hasta aquí podemos hablar de cifras que son alarmantes.
Mientras una mujer sea violentada física o psíquicamente, tenemos un problema como sociedad. Sociedad que hemos ido elaborando entre todos, de padres a hijos y de madres a hijas.
Creo que la sociedad española, los partidos, las organizaciones sociales y las mujeres en general deberíamos comenzar a debatir cómo puede la familia, la escuela, los medios de comunicación y la justicia comenzar a avanzar contra el machismo imperante. Estos deberían ser los pilares que encabezasen el protagonismo para acabar con esa lacra.
El papel del entorno familiar, independientemente del tipo de familia, es muy importante a la hora de educar a futuros ciudadanos. Tratando por igual a los niños y a las niñas, ofreciéndoles las mismas posibilidades de desarrollo y con su ejemplo, haciéndoles respetar a los demás, independientemente de su sexo.
El papel del entorno familiar es tan importante como el escolar. La igualdad de género así como el respeto a las demás personas debería ser el pilar de la educación y la asignatura transversal imprescindible. Si para ello hay que apartar a profesores que no lo hacen, pues se toman medidas disciplinarias. La educación debería asumir la tolerancia cero contra la discriminación, agresión o falta de respeto hacia los seres humanos y no admitir a nadie en ella que no lo asuma.
A continuación necesitamos atraer a la causa a los medios de comunicación. Desde la prensa, a la televisión o cine. Los más jóvenes ven en estos medios auténticos acosos o desprecios a la igualdad de género, desde los dibujos animados a programas basura que tanto abundan. Y ya no digamos con las letras de muchas canciones que son absolutamente indignantes, especialmente algunas que provienen de América Latina, en donde la situación de la mujer deja mucho que desear.
Estos tres pilares de nuestra sociedad podrían ser revolucionarios a la hora de reivindicar a la mujer pero no suficientes. Para aquellos que a pesar de todo se saltan las reglas, debe haber una justicia seria y bien formada en temas de género. Es inadmisible ver a jueces y fiscales sin la mínima sensibilidad a la hora de impartir justicia. Sólo una minoría ha asistido a cursos sobre violencia de género y por muchas oposiciones que hayan hecho, eso no los acredita para impartir justicia y así lo hemos visto en las recientes sentencias.
Creo que la sociedad española, los partidos, las organizaciones sociales y las mujeres en general deberíamos comenzar a debatir cómo puede la familia, la escuela, los medios de comunicación y la justicia comenzar a avanzar contra el machismo imperante. Estos deberían ser los pilares que encabezasen el protagonismo para acabar con esa lacra.
El papel del entorno familiar, independientemente del tipo de familia, es muy importante a la hora de educar a futuros ciudadanos. Tratando por igual a los niños y a las niñas, ofreciéndoles las mismas posibilidades de desarrollo y con su ejemplo, haciéndoles respetar a los demás, independientemente de su sexo.
El papel del entorno familiar es tan importante como el escolar. La igualdad de género así como el respeto a las demás personas debería ser el pilar de la educación y la asignatura transversal imprescindible. Si para ello hay que apartar a profesores que no lo hacen, pues se toman medidas disciplinarias. La educación debería asumir la tolerancia cero contra la discriminación, agresión o falta de respeto hacia los seres humanos y no admitir a nadie en ella que no lo asuma.
A continuación necesitamos atraer a la causa a los medios de comunicación. Desde la prensa, a la televisión o cine. Los más jóvenes ven en estos medios auténticos acosos o desprecios a la igualdad de género, desde los dibujos animados a programas basura que tanto abundan. Y ya no digamos con las letras de muchas canciones que son absolutamente indignantes, especialmente algunas que provienen de América Latina, en donde la situación de la mujer deja mucho que desear.
Estos tres pilares de nuestra sociedad podrían ser revolucionarios a la hora de reivindicar a la mujer pero no suficientes. Para aquellos que a pesar de todo se saltan las reglas, debe haber una justicia seria y bien formada en temas de género. Es inadmisible ver a jueces y fiscales sin la mínima sensibilidad a la hora de impartir justicia. Sólo una minoría ha asistido a cursos sobre violencia de género y por muchas oposiciones que hayan hecho, eso no los acredita para impartir justicia y así lo hemos visto en las recientes sentencias.
Nota: menuda empanada mental que lleva: "por el hecho de ser mujeres". No la interesa las causas objetivas de dichos actos.