Las otras víctimas de la violencia de género
Juan Balmaseda, Vocal de la Subcomisión de Violencia sobre la Mujer del Consejo General de la Abogacía Española.
A menudo olvidamos que la violencia de género no tiene
una sola cara ni como únicas víctimas a las mujeres. Los responsables,
los agresores, en muchos casos, también son padres que no dudan en
golpear, amenazar, intimidar, despreciar y asesinar a sus propios hijos,
y/o a los de sus esposas, novias o exparejas.
Organizaciones de incuestionable prestigio, como ‘Save the Children’,
se esfuerzan por llamar nuestra atención sobre el drama de muchos
menores que sufren violencia sexista directamente. Niños y niñas que
presencian, a veces durante años, cómo su padre maltrata a su madre en
la intimidad de la casa, y que se ven atrapados en una espiral de
violencia interminable, y el silencio como única respuesta. A menudo nos resistimos a reconocer las graves consecuencias que la
violencia machista tiene sobre estos menores, los grandes olvidados, las
víctimas invisibles de esa violencia.
La violencia de género la sufren
las mujeres, pero también sus hijas e hijos. Muchos niños y niñas son
testigos directos del maltrato a su madre, otros son asesinados por sus
padres o exparejas de sus madres, sin olvidar a todos los niños y niñas
que han quedado huérfanos de madre por haber sido asesinadas por estos
agresores. Es sabido que, en muchos de estos casos, no hay noticia policial ni
judicial. Y, cuando hay denuncia, no siempre se adoptan las medidas
adecuadas para proteger a víctimas tan vulnerables.
Desde la
Administración de Justicia, a menudo hay demasiadas reticencias para
privar a estos maltratadores de la patria potestad, de la guarda y
custodia, o suspenderles el régimen de visitas con los hijos menores.
Muchas mujeres que han vivido inmersas en la violencia durante años,
relatan cuando han reunido el suficiente coraje, ante los Jueces y
profesionales diversos, que no han denunciado, y han “aguantado” por sus
hijos.
A estas alturas de desarrollo de las leyes contra la violencia de
género, en la que contamos con recursos y protocolos específicos de
aplicación para estos casos, y conociendo los efectos perniciosos de la
violencia machista en los hijos, que deja secuelas irreversibles en
muchos casos, es urgente que los poderes públicos y los profesionales de
todos los ámbitos (servicios sociales, jurídicos, educativos,
judiciales, etc), respondamos con firmeza y sin ambigüedad ante
semejante lacra.
Un padre que utiliza la violencia es un mal padre, y la
defensa y protección de los menores que la sufren exigirá utilizar toda
la batería de medidas policiales, judiciales y sociales, destinadas a
alejar al menor de quien, lejos de protegerle, le causa tanto daño.
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