ENCARNA HERNÁNDEZ/ 11.10.2014 |
No todos los días el perfil de un nuevo seguidor en Twitter te impacta de la forma en la que lo hace el de Toni Domenech: «Me condenaron a dormir en el coche durante 7 meses por haber cometido el delito de ser padre en España, ahora lucho para que a mi hijo jamás le pase lo mismo». Toni, vecino de Palma de Mallorca, se divorció hace algo más de 4 años, solicitó la custodia compartida, pero a pesar de darse todas las condiciones para ello, el juez le otorgó a la madre la custodia del niño, y con ello el uso del domicilio familiar, propiedad del padre y donde desarrollaba también su actividad profesional como informático. Sin casa y sin trabajo, Toni se ve obligado a vivir durante meses en su coche (lo único que conserva tras la separación); debe además seguir pagando la hipoteca y pasar una pensión a su hijo.
La historia de Toni Domenech es, aunque llevada al extremo de la injusticia, la de muchos padres que luchan cada día por no perder a sus hijos tras un divorcio, porque sus hijos no les pierdan a ellos, o para que la desesperación no les haga perderse a ellos mismos. Es la historia de una legislación y una mentalidad de otra época, que condena a los padres a un mero papel instrumental en la crianza de los hijos cuando hay un divorcio: el padre paga, la madre cuida y educa. Un desfase que, por cierto, en nada beneficia tampoco al papel que la mujer debe jugar en la sociedad del siglo XXI, y en todo lo que respecta a su desarrollo profesional. En nuestro país, en el 95% de la ocasiones, la custodia de los niños es individual y va a parar a las madres.
La Ley nacional de Custodia Compartida se hace esperar. Es una de las reformas fundamentales que el ya ex ministro Gallardón dejó a medio hacer, tras comprometerse en numerosas ocasiones con UPyD, el único partido que, por cierto, ha apostado decididamente por ella. Una Ley que colocaría la custodia compartida como la norma y opción preferente, siempre que sea posible, e incluso cuando los padres no se pongan de acuerdo. Con ello, el interés y derechos del menor se colocarían por encima de cualquier otra cosa. ¿Puede haber mayor bienestar para un niño o niña que poder disfrutar de su padre y de su madre?
La custodia compartida es el objetivo de muchos padres, pero debería serlo también de muchas madres, en definitiva de hombres y mujeres que quieren una sociedad más justa y más igualitaria. Por el bien de todos. No podemos tolerar más padres desahuciados, más hijos sin sus padres, o que gente como Toni Domenech tenga que mover montañas para no perder a su hijo.
Toni encontró trabajo hace unos meses gracias a que un medio de comunicación se hizo eco de su caso. Me cuenta que ahora puede pagar la hipoteca de su casa y pasar la pensión a su hijo. Ya no vive en el coche, aunque sigue trabajando por conseguir un lugar estable donde su hijo pueda pernoctar cuando le corresponde verle. Pero sobre todo, sigue luchando por la custodia compartida.
Hagamos que su esfuerzo no sea en balde, aunque a veces, como él mismo reconoce, «sintamos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar»
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