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Secuestrado por su propia madre
21.05.09 Rebeca San Cristóbal Orea
Hace más de un año que José María Cacho no ve a su hijo Martín.
Su ex mujer, de nacionalidad japonesa, se lo llevó con ella a su país de origen.
Hace unos meses, la justicia le otorgó la guardia y custodia a Cacho, aunque esto no cambia nada porque Japón no acepta la sentencia ni entiende este secuestro como un delito.
Por esta razón, a José María sólo le queda esperar... aunque su paciencia se agota.
Ya tiene la maleta preparada para ir al país asiático si la situación no prospera.
Todo comenzó prácticamente con el nacimiento del pequeño Martín.
Las desavenencias entre ambos, les llevaron al divorcio.
"En un principio, la guardia y custodia del menor fue para la madre, aunque el padre contaba con un derecho de visitas muy amplio", nos comenta la que fue su abogada durante 7 años, María Dolores López Serrano.
Mayumi Ano, la madre del menor, comenzó a viajar con Martin a Japón todos los veranos.
La abogada López previendo que eso podía derivar en una situación peor, siempre se oponía. "Pero el juez se lo concedía siempre que presentara los billetes de ida y vuelta", nos señala.
Para evitar situaciones de tensión entre los padres, se fijó un punto de encuentro.
Este se respetó hasta el 7 de enero de 2008.
José María Cacho Cano acudió al lugar a la espera de que le dejeran a su hijo los días que la justicia le había permitido. Esperó, pero allí no apareció nadie.
Para que quedara constancia de este hecho, decidió seguir acudiendo al punto de encuentro y poner una denuncia en el juzgado de guardia.
"En total llegué a poner unas 10", nos comenta.
Pero ya era demasiado tarde: lo que él y su abogada habían estado temiendo se había convertido en realidad. Su ex mujer se había marchado para no volver. Y lo había hecho con su hijo.
Desde entonces, José María no tiene ningún contacto con Martín.
Burlan las fronteras
Ante la impotencia, José María se vió obligado a acudir a un detective privado que le aclarara la situación en la que se encuentraba.
Por lo que pudo averiguar este investigador, su ex mujer y su nuevo marido habían viajado a Suiza.
Desde allí, él había cogido un avión con destino Japón. Ella y el menor habían salido por carretera, ya que tenían una prohibición de salir de España con el menor sin una autorización judicial. Así, consiguió burlar las fronteras.
Su actual abogado, Pedro Cejudo, decidió poner una querella cuando se enteró de lo ocurrido. Pidieron la guardia y custodia.
El 24 de marzo, el Juzgado de Primera Instancia nº 28 de Madrid le atribuyó la guardia y custodia al padre, sin establecer régimen de visitas para la madre.
Vacío legal en Japón
El problema que existe con Japón es que no hay ningún acuerdo bilateral con este país (como sería el caso del Convenio de la Haya, texto que tiene como objetivos "garantizar la restitución inmediata de los menores trasladados o retenidos de manera ilícita").
De modo que "aunque Interpol Tokio sabe dónde se encuentra Mayumi Ano, no lo dirán hasta que consideren que ella ha cometido un delito, cosa que todavía no se ha producido a su entender", nos explica Cejudo.
Vía diplomática
Así las cosas, la única esperanza se encuentra en la vía diplomática.
El cónsul español en Tokio, Aiki Mauleón, tiene constancia del caso casi desde el primer día.
"Él tiene toda la documentación y está en contacto con Interpol Madrid. Además, se ha reunido con su homólogo en Japón para exponerle la situación. Ahora sólo queda esperar", nos declara José María.
El propio Mauleón le ha desaconsejado a Cacho que viaje a Japón, pero ahora se enfrenta a un padre desesperado.
Antes de acabar la entrevista nos señala una maleta, recién comprada y lista para partir en cualquier momento al encuentro de su hijo.
84 menores secuestrados en España
El Ministerio de Asuntos Exteriores tramita actualmente 84 casos de sustracción internacional de menores.
En la mitad de ellos, los trámites se podrán agilizar porque firmaron el Convenio de la Haya.
Los casos como el de José María serán más complicados.
Como concluye Cejudo "nuestro caso no es el único en Japón. Hay más niños en esta misma situación".
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