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Vacaciones con papá
Isabel MenéndezREUTERS.
Con la llegada del verano, las parejas separadas con hijos planifican sus vacaciones.
Por lo general, durante una gran parte de este periodo, los niños se van con el padre, pues, incluso en los casos de custodia compartida, es la madre la que se hace cargo de ellos durante el invierno.
Con el divorcio los hijos no se pierden, el vínculo sigue vigente, aunque cambien las condiciones.
Algunos padres tiran la toalla ante las dificultades y no defienden su lugar, mientras otros no quieren renunciar a ese contacto esencial.
Los han acunado de pequeños, los han cuidado y no están dispuestos a perderlos.
Estos progenitores sabrán ocupar su lugar y, por tanto, también poner las palabras adecuadas que hablan del amor que tienen por sus hijos.
Pero, en algunas ocasiones, el padre tiene una nueva pareja y el hijo puede provocar algún conflicto para asegurarse el amor paterno.
Una entrega total.
Lucía está contenta este año porque a su hijo, Raúl, le apetece irse de vacaciones con su padre.
El año pasado hubo algún problema: protestaba y ponía excusas, pero Pedro, con el que pasa los fines de semana y gran parte de las vacaciones, supo solucionarlo.
Raúl tiene 9 años y el verano anterior se unieron a ellos, para pasar las vacaciones, Pilar, la nueva pareja de su padre, y sus 2 hijos.
Raúl era muy desordenado en casa de su madre y cuando iba los fines de semana a casa de su padre se comportaba igual hasta que su padre comenzó a vivir con su nueva pareja.
A partir de entonces, Pilar comenzó a llamarle la atención con delicadeza, como lo hacía con sus propios hijos.
Raúl se enfadaba mucho.
Inconscientemente, trataba de mantener el mismo espíritu de su casa materna y además trataba de molestar y sembrar el desorden, pues esto suponía para Raúl una forma de serle fiel a su madre.
Además, portándose así se diferenciaba de los hijos de la pareja de Pedro.
Una acertada intervención paterna despejó los temores del corazón de Raúl.
Después de reflexionar sobre lo que le pasaba a su hijo, habló con él a solas y le dijo:
“Pilar no es tu madre y no tiene intención ninguna de ocupar ese lugar. Pero en lo que respecta a las normas de esta casa, puede decirte lo que piensa. Si no estas de acuerdo, vienes y lo hablas conmigo. Ni ella ni sus hijos van a robarte tu sitio, yo te quiero pase lo que pase”.
Esta conversación promovió que el final del verano fuera relajado y los enfados de Raúl desaparecieran.
El amor de los padres.
Es conveniente explicitar el amor por parte del padre.
Cuando lo esencial esté dicho, el niño sabrá a qué atenerse y se encontrará bien.
Si por el contrario quedan muchas cosas en el aire, se acumularán las incomprensiones.
Por eso, los derechos y deberes de cada uno deben ser precisados con regularidad.
La intervención de Pedro fue muy importante para su hijo desde el punto de vista afectivo, pues le señaló el amor que le tenía.
Esta forma de actuar provenía de un trabajo psicológico previo que llevó a cabo al poco de separarse.
Al principio, se sentía solo, abandonado y con la impresión de haberlo perdido todo.
Aquel estado depresivo lo condujo a una psicoterapia donde pudo observar cómo había repetido con Lucía la dependencia excesiva que tenía de su madre y que había provocado tantas discusiones entre ellos.
Cuando pudo elaborar esa dependencia, cambió la relación con su hijo porque comenzó a ejercer como padre.
Pensaba que, en alguna medida, sólo después de separarse pudo hacerse cargo de su hijo como un verdadero padre, pues antes delegaba todo en Lucía.
Ahora, podía valorar a la mujer que había elegido, pero sin abandonar su función paterna.
Había conquistado ese lugar y por tanto su hijo se sentía feliz.
Si todo va bien para los niños de parejas separadas, las vacaciones con papá son una fiesta con final feliz, si bien al principio de la separación pueden tener algún conflicto de intereses.
A los niños, y siempre que se tenga en cuenta su opinión, no les crea problemas repartir sus vacaciones.
Es más, tienen más espacios propios, lo que puede ser liberador.
Lo que sí les provoca conflictos es que sus padres discutan y no se puedan poner de acuerdo entre ellos sobre este punto.
¿Qué podemos hacer?
Los encuentros con el padre son importantes y conviene que se vean favorecidos por parte de la madre.
El padre, por su lado, debe hacerse cargo del hijo y pasar el mayor tiempo que pueda con él.
Aunque en época de vacaciones todo es más relajado, algunos límites siempre son necesarios.
Conviene que la madre respalde lo que hace el padre en vacaciones.
Lo que mide que todo vaya bien es el hecho de que el niño lo pase bien con él y tenga la vivencia de que su padre también quiere estar con él de vez en cuando.
Esto es lo único importante.
Las intervenciones del padre, cuando son amorosas y educativas, colocan al niño en un lugar seguro y le dan confianza en sí mismo.
Si a lo largo del año ve poco al padre, las vacaciones con él pueden convertirse en un tiempo para alimentar una relación que es básica en el mundo emocional.
Si el niño quiere, es mejor que esté el mayor tiempo posible.
Luego, a lo largo del año, lo recordará y le servirá para sentirse mejor.
EVITAR ERRORES.
Si el niño, tras la separación de los padres, se pone testarudo y desobediente en casa de su padre, puede que esté probando el amor que le tiene y que quiera saber cuál es su lugar en la nueva situación.
Aunque parezca paradójico, el pequeño puede hacer todo lo posible para que lo rechacen.
Cuando el padre ha formado otra familia, está poniendo a todos a prueba.
En lugar de pelearse con él, conviene armarse de paciencia y mostrarle al niño que, pase lo que pase, en ningún momento será rechazado.
Repartir las vacaciones implica tener más opciones y pueden vivirlo bien.
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