La protesta ha encrespado los nervios de algunos políticos en una situación de tanta incertidumbre. Un colectivo de indignados quiere rodear las Cortes el 25 de septiembre hasta que caiga el Gobierno.
JUAN RUIZ SIERRA/MADRID/Lunes, 27 de agosto del 2012
El próximo 25 de septiembre,
coincidiendo con el pleno parlamentario, miles de personas quieren
rodear el Congreso de los Diputados y no moverse de allí hasta
«conseguir la dimisión del Gobierno, la disolución de las Cortes y de la
Jefatura del Estado y la apertura de un proceso de transición hacia un
nuevo modelo de organización política, social y económica».
Resulta un enigma qué impacto tendrá, y si se convertirá en algo masivo como el del 15-M, pero la imagen de las Cortes de un país al borde de la intervención siendo cercadas por una marea humana puede suponer, para el Gobierno, una escena pesadillesca.
La convocatoria también puede acabar diluyéndose.
Por el momento, no lo parece: casi 40.000 personas se han apuntado a través de la red social Facebook.
Aunque una cosa es pulsar un botón y otra, participar en una protesta de este tipo.
METAS AMBICIOSAS
En la estela del norteamericano Occupy Wall Street, la movilización se llama Ocupa el Congreso. Pero lo que pretende es circundar la Cámara y dispersarse cuando haya logrado sus muy ambiciosos objetivos. Todo es un tanto confuso.
El germen de la protesta se encuentra en el 15-M, pero varias organizaciones impulsoras de este movimiento se han desligado o lo observan con recelo.
Tanto la asamblea general de Sol como la plataforma y la asociación Democracia Real Ya (que son cosas distintas) se han desmarcado de la movilización.
Muchas asambleas populares, sin embargo, la apoyan.
Mientras tanto, los convocantes han permanecido en la sombra. Dicen que varios de ellos están fichados por la policía.
En su manifiesto, se presentan como un movimiento «antineoliberal, anticapitalista, antipatriarcal y democrático».
Hay quienes, sin embargo, han creído ver a la ultraderecha tras esta convocatoria.
Por un lado, ha habido grupos de esta ideología que se han adherido, y el manifiesto recurre varias veces a la palabra pueblo.
«Somos el pueblo, tenemos razón y no vamos a dejarnos pasar», reza el escrito.
Por otro, la fecha coincide con otra bastante siniestra: el 25 de septiembre de 1936 se publicó un decreto que prohibía la actividad de partidos políticos y sindicatos.
Y por último, expresiones como «ocupa el Congreso» remiten en este país al golpe del 23-F.
Pero la convocatoria, más que retrotraer a Tejero, tiene como precedente más claro lo ocurrido en el Parlament en junio del 2011, cuando varios diputados fueron insultados y agredidos por los manifestantes contra los recortes. Aun así, aquella fue una movilización improvisada; esta lleva preparándose desde hace varios meses.
Los impulsores de Ocupa el Congreso, en cualquier caso, señalan que son «pacíficos», y que las dudas sobre su pensamiento tendrían que disiparse al leer en el manifiesto expresiones como «memoria histórica».
El texto fue revisado hace pocos días para resaltar su carácter antifranquista.
Y este último fin de semana, en una nueva señal de que la convocatoria va en serio, se celebró una reunión en la que se decidió que el movimiento debía abrirse más.
Los promotores de la iniciativa, de hecho, cedieron allí su liderazgo.
LA BASTILLA Y LA SECESIÓN
«Tal como está planteada, la iniciativa es la antesala de un golpe de Estado», ha escrito en Twitter el diputado socialista José Martínez Olmos. Su compañero de filas Odón Elorza considera que «solo servirá para reforzar el autoritarismo y la cohesión de la derecha».
En IU se discute si apoyar o no.
Desde ERC, Joan Tardà ha pedido que se defienda también el «derecho de secesión».
En ICV, Joan Coscubiela, que tampoco ha decidido si secundará la protesta, considera que «las discrepancias que esta movilización ha suscitado dentro del 15-M le restan eficacia», pero que «todo lo que sirva para concienciar de que la política debe jugar su papel está bien». Preocupado porque los manifestantes caigan en la «trampa populista de decir que todos los diputados somos lo mismo», se pregunta si es adecuado convertir el Congreso en el «foco de la indignación».
BLINDAJE ABSOLUTO
Y en el PP, por el momento, se ha optado por hacer casi como si la protesta no estuviera a la vuelta de la esquina. Pero el presidente de la Cámara, Jesús Posada, lo ha dejado claro.
«Es mejor prevenir con fuerza suficiente para que no haya incidentes, a que haya incidentes y tener que intervenir», explicó a Europa Press.
Lo que significa, explican fuentes de Interior, que el blindaje será absoluto.
La zona de seguridad, protegida por vallas y una amplísima presencia policial, abarcará no solo el perímetro del Parlamento, sino también las manzanas próximas al edificio, y provocará que todo el que quiera entrar en él deberá presentar documentación que acredite que reside o trabaja en esas calles, informa Mayka Navarro.
«El Congreso es inviolable. No se permitirá ninguna acampada», añaden las mismas fuentes ministeriales.
Agentes de la Policía
Nacional rodean el edificio del Congreso de los Diputados durante el
pleno celebrado el pasado 11 de julio. ARCHIVO / JUAN MANUEL PRAT.
Con el descrédito de la clase política batiendo récords y las calles calientes por los recortes, la convocatoria, por la imagen que proyecta, por el simbolismo del edificio y por su potencial desestabilizador, pone los pelos de punta a los dirigentes de los partidos mayoritarios.
Con el descrédito de la clase política batiendo récords y las calles calientes por los recortes, la convocatoria, por la imagen que proyecta, por el simbolismo del edificio y por su potencial desestabilizador, pone los pelos de punta a los dirigentes de los partidos mayoritarios.
Resulta un enigma qué impacto tendrá, y si se convertirá en algo masivo como el del 15-M, pero la imagen de las Cortes de un país al borde de la intervención siendo cercadas por una marea humana puede suponer, para el Gobierno, una escena pesadillesca.
La convocatoria también puede acabar diluyéndose.
Por el momento, no lo parece: casi 40.000 personas se han apuntado a través de la red social Facebook.
Aunque una cosa es pulsar un botón y otra, participar en una protesta de este tipo.
METAS AMBICIOSAS
En la estela del norteamericano Occupy Wall Street, la movilización se llama Ocupa el Congreso. Pero lo que pretende es circundar la Cámara y dispersarse cuando haya logrado sus muy ambiciosos objetivos. Todo es un tanto confuso.
El germen de la protesta se encuentra en el 15-M, pero varias organizaciones impulsoras de este movimiento se han desligado o lo observan con recelo.
Tanto la asamblea general de Sol como la plataforma y la asociación Democracia Real Ya (que son cosas distintas) se han desmarcado de la movilización.
Muchas asambleas populares, sin embargo, la apoyan.
Mientras tanto, los convocantes han permanecido en la sombra. Dicen que varios de ellos están fichados por la policía.
En su manifiesto, se presentan como un movimiento «antineoliberal, anticapitalista, antipatriarcal y democrático».
Hay quienes, sin embargo, han creído ver a la ultraderecha tras esta convocatoria.
Por un lado, ha habido grupos de esta ideología que se han adherido, y el manifiesto recurre varias veces a la palabra pueblo.
«Somos el pueblo, tenemos razón y no vamos a dejarnos pasar», reza el escrito.
Por otro, la fecha coincide con otra bastante siniestra: el 25 de septiembre de 1936 se publicó un decreto que prohibía la actividad de partidos políticos y sindicatos.
Y por último, expresiones como «ocupa el Congreso» remiten en este país al golpe del 23-F.
Pero la convocatoria, más que retrotraer a Tejero, tiene como precedente más claro lo ocurrido en el Parlament en junio del 2011, cuando varios diputados fueron insultados y agredidos por los manifestantes contra los recortes. Aun así, aquella fue una movilización improvisada; esta lleva preparándose desde hace varios meses.
Los impulsores de Ocupa el Congreso, en cualquier caso, señalan que son «pacíficos», y que las dudas sobre su pensamiento tendrían que disiparse al leer en el manifiesto expresiones como «memoria histórica».
El texto fue revisado hace pocos días para resaltar su carácter antifranquista.
Y este último fin de semana, en una nueva señal de que la convocatoria va en serio, se celebró una reunión en la que se decidió que el movimiento debía abrirse más.
Los promotores de la iniciativa, de hecho, cedieron allí su liderazgo.
LA BASTILLA Y LA SECESIÓN
«Tal como está planteada, la iniciativa es la antesala de un golpe de Estado», ha escrito en Twitter el diputado socialista José Martínez Olmos. Su compañero de filas Odón Elorza considera que «solo servirá para reforzar el autoritarismo y la cohesión de la derecha».
En IU se discute si apoyar o no.
Desde ERC, Joan Tardà ha pedido que se defienda también el «derecho de secesión».
En ICV, Joan Coscubiela, que tampoco ha decidido si secundará la protesta, considera que «las discrepancias que esta movilización ha suscitado dentro del 15-M le restan eficacia», pero que «todo lo que sirva para concienciar de que la política debe jugar su papel está bien». Preocupado porque los manifestantes caigan en la «trampa populista de decir que todos los diputados somos lo mismo», se pregunta si es adecuado convertir el Congreso en el «foco de la indignación».
BLINDAJE ABSOLUTO
Y en el PP, por el momento, se ha optado por hacer casi como si la protesta no estuviera a la vuelta de la esquina. Pero el presidente de la Cámara, Jesús Posada, lo ha dejado claro.
«Es mejor prevenir con fuerza suficiente para que no haya incidentes, a que haya incidentes y tener que intervenir», explicó a Europa Press.
Lo que significa, explican fuentes de Interior, que el blindaje será absoluto.
La zona de seguridad, protegida por vallas y una amplísima presencia policial, abarcará no solo el perímetro del Parlamento, sino también las manzanas próximas al edificio, y provocará que todo el que quiera entrar en él deberá presentar documentación que acredite que reside o trabaja en esas calles, informa Mayka Navarro.
«El Congreso es inviolable. No se permitirá ninguna acampada», añaden las mismas fuentes ministeriales.
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