domingo, 1 de enero de 2023

Qué le hace el amor a tu cerebro

Hay muchos tipos, pues amamos a la persona con la que compartimos nuestra vida pero también a nuestros amigos, y cada uno de ellos produce algo en nuestro interior.
ACyV, 31/12/2022 
Cualquiera conoce la sensación: pulso acelerado, mariposas en el estómago, sentirse especialmente consciente de uno mismo delante de la persona elegida para evitar cometer alguna tontería, pensar todo el rato en ella y, por supuesto, una extraña euforia que no te deja comer, dormir o pensar. Es el amor, quien lo probó lo sabe, y además de golpear a nuestro corazón también hace otras cosas en nuestro cuerpo.

Resulta que enamorarse se corresponde con la liberación de sustancias químicas cerebrales clave de ciertas regiones del cerebro, y una de ellas es el hipotálamo. Según informa 'Live Science', esta región multifuncional del tamaño de una almendra en lo profundo del cerebro libera la hormona oxitocina, también conocida como 'hormona del amor', que promueve la vinculación y se libera en otras ocasiones como durante el parto, la lactancia o los orgasmos.

Pero quizá es importante aclarar antes qué entendemos por amor, si tenemos en cuenta que los griegos tenían 6 palabras para los diferentes tipos: desde la pasión sexual a la amistad o un profundo cariño por la humanidad. Probablemente estaban más acertados, teniendo en cuenta que no todo el amor se ve igual en el cerebro y los diferentes tipos de amor, como el amor romántico, el vínculo de los padres o el afecto de amigo a amigo, son bastante distintos. Aunque eso sí: todos estos sentimientos involucran el mismo químico cerebral hasta cierto punto, no todos provienen de las mismas neuronas o células nerviosas en el cerebro.

Por ejemplo, el amor romántico proviene de las neuronas magnocelulares o más grandes del hipotálamo, mientras que otras formas de amor, como el afecto por la pandilla, provienen de las neuronas parvocelulares o más pequeñas. Y una reciente investigación publicada en 'Neuron Journal' reveló otra razón por la que el amor romántico abruma los sentidos: enamorarse libera de 60.000 a 85.000 moléculas de oxitocina en las neuronas magnocelulares. Esto es significativamente más que en las neuronas más pequeñas, que liberan de 7000 a 10 000 moléculas.

Una vez liberadas, las moléculas de oxitocina del amor romántico y del amor vinculante actúan de manera diferente. Cuando la oxitocina sale de las neuronas magnocelulares (las células de oxitocina del amor romántico), ingresa al torrente sanguíneo y al líquido cefalorraquídeo circulante. Dondequiera que se encuentren células que tienen receptores de oxitocina (glándulas suprarrenales, útero, senos y cerebro), se unen y activa esos receptores. La respuesta del receptor varía según el órgano, pero incluye la lactancia, la supresión de la respuesta al estrés y los sentimientos de amor, incluido el apego y la euforia.

Estudios con ratones
En definitiva, un gran amor inunda todo el cerebro y nos hace ver el mundo de color rosa y a la persona que es nuestra media naranja como el individuo perfecto. Pero cuando estás con un grupo de amigos se libera una cantidad mucho menor de oxitocina, porque necesitamos juzgar con mayor objetividad si la pandilla nos cubrirá las espaldas. Cuando la oxitocina sale de las neuronas parvocelulares (las células de oxitocina del amor platónico), solo se envía a sinapsis específicas en el cerebro y no baña el cerebro ni ingresa al torrente sanguíneo.

Una de las limitaciones de ese estudio, sin embargo, se basa en que se ha hecho con roedores en lugar de humanos. Pero otras investigaciones han estudiado cómo el amor altera el cerebro en tiempo real mediante escáneres cerebrales (y así se descubrió que algunas partes del cerebro obtienen más oxígeno, un indicador del flujo sanguíneo y la actividad cerebral, cuando vemos fotos de nuestros seres queridos en comparación con simples conocidos). Las pruebas revelaron que los cerebros de las personas se iluminaban mucho más cuando veían imágenes de su pareja y se determinó así que las personas prestan más atención a su amado que a un extraño (por muy guapo que sea) o a los amigos.

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