Los conflictos entre los ex suben al variar la pauta del cuidado compartido.
Las psicólogas aconsejan que los periodos seguidos de vacaciones con cada progenitor sean de 15 días. Un período menor da inestabilidad, y mayor es excesivo para estar separado de uno de ellos .
CRISTINA SEN, JAVIER RICOU, 29/07/2019
Casi 1 de cada 3 divorcios en España acaba en una custodia compartida. Madre y Padre se reparten el cuidado de sus hijos. Las custodias compartidas se han triplicado en la última década. En el 2007 los jueces sólo la concedían en 1 de cada 10 casos. Hoy se otorgan en casi el 30% de las sentencias de divorcios, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El reparto del cuidado de los hijos, tanto si viene fijado por sentencia como si es fruto de un acuerdo, suele ser más fácil de aplicar durante el curso escolar. Los horarios de los niños están pautados y eso ayuda a madres y padres a organizarse.
1 de cada 3 divorcios en España acaban en custodia compartida.
En 2007 eran sólo 1 de cada 10
Una situación muy diferente a la planteada en verano. Los niños ya no van a la escuela y sus vacaciones no siempre coinciden con las de sus progenitores. Las sentencias de custodia compartida suelen fijar que los padres se repartan a partes iguales el cuidado de sus hijos en ese periodo vacacional. Lo que conlleva un cambio en la rutina del resto del año. Y es entonces cuando el riesgo de conflictos aumenta.Así lo afirma Susanna Antequera, abogada especialista en derecho de familia y protección al menor. “Lamentablemente en ese periodo vacacional tan extenso las probabilidades de incumplir con lo pactado tras la separación aumentan”, afirma. Y eso ocurre, añade Antequera, “por no entender correctamente el contenido del convenio regulador aprobado por sentencia”.
A veces las vacaciones de los niños no coinciden con las de sus progenitores y eso puede ser una fuente de problemas.
Así que para esta letrada especialista en derecho de familia “es muy importante detallar con precisión el reparto y la elección de los periodos añadiendo incluso la hora del intercambio, así como la cláusula de preaviso entre los progenitores para comunicarse qué quincenas elige para las vacaciones”.El bien más preciado en este caso son los hijos. “Y nunca hay que olvidar –recalca Antequera– que las vacaciones de verano deben de servir para que esos niños disfruten de sus padres y madres desconectando del periodo familiar”. Fijar con precisión los cambios de casa o períodos que los menores pasarán con cada uno de sus progenitores “va a proporcionar a esos niños estabilidad y seguridad, lo que necesitan más que nunca tras asumir la noticia de la ruptura de la relación entre sus padres”, indica esta letrada.
Es importante que los hijos pasen tiempo suficiente con su padre y con su madre, pero sin que echen de menos al otro.
También hay que tener en cuenta la edad de los niños, subraya Roser Vendrell, psicóloga investigadora (Blanquerna-URL). Cuando son pequeños, entre los 0 y los 6 años, lo que necesitan son rutinas y hábitos por lo que los padres han de actuar con prudencia y confianza para mantener el clima adecuado. Es una etapa en la que aún no se puede hablar con ellos en profundidad por lo que lo fundamental es construir un ambiente de tranquilidad.En la etapa de 6 a 12, comenta Vendrell, es más sencillo. Ya se puede hablar a fondo y transmitirles confianza. Mientras que en la adolescencia, y en los periodos estivales donde se rompen las rutinas, es importante que el padre y la madre establezcan límites de mutuo acuerdo. Evidentemente, todo depende de la relación que mantiene la ex pareja, pero la investigadora subraya la importancia de que ambas partes valoren el hecho de mantener el vínculo con los 2 progenitores.
Los periodos vacacionales suelen distribuirse por mitad entre los progenitores. Si hay falta de acuerdo muchos jueces establecen que cada uno de ellos pueda elegir, en años alternos, las fechas que les van mejor. Es una fórmula, indican fuentes judiciales, que suele funcionar bien.
Lo que no evita, escribe Jennifer Alarcón en el portal web 365, que surjan preguntas como: ¿Qué ocurre cuando el padre que tiene la custodia trabaja y el niño está de vacaciones? ¿Y los gastos extra que esto ocasiona?
“Está claro que todos los padres quieren tener consigo a sus hijos, pero que el niño tenga vacaciones no quiere decir que el padre también las tenga, por lo que esta es otra duda frecuente de los padres. ¿Cómo actuar en ese mes en el que el niño no tiene cole pero el padre se tiene que ir a trabajar? Por norma general los progenitores suelen organizarse con abuelos o incluso escuelas de verano para que el niño no esté desatendido durante el periodo laboral del padre, pero en caso de que esto no sea posible hemos de recordar que siempre se puede llegar a un acuerdo que beneficie a ambos progenitores”, aconseja Alarcón.
“La familia extensa, los abuelos, los tíos, son unos magníficos aliados para disfrutar de la vida familiar”, comenta Gisela Riberas, vicedecana de la facultad Pere Tarrés URL, al hacer referencia a esos momentos de las vacaciones en los que por motivos laborales padres o madres no pueden compartir todo el tiempo con sus hijos.
El periodo de tiempo óptimo para repartirse las tandas de asueto vacacional es de 15 días.
Lo fundamental, recalca, es que la gestión de las vacaciones no se convierta en una pesadilla para los niños. Y esto puede suceder si sus referentes adultos lo ven como “una obligación de permanencia” con la otra parte. No se trata así de hablar sobre cuántos días “tocan”, sino de las necesidades de los niños, indica esta psicóloga .
Hay que evitar sobre todo que se sientan culpables.
En esta línea, considera que el periodo óptimo para repartirse las tandas de vacaciones es de 15 días. Los niños tienen tiempo para adaptarse con estabilidad. Si estos períodos se alargan pueden encontrar a faltar al otro progenitor. Y si son más cortos, se genera inestabilidad.
A la hora de analizar los conflictos, otra de las cuestiones que suele causar problemas son los gastos extra por esas vacaciones. “Por regla general el convenio o sentencia establece que los gastos extraordinarios serán cubiertos al 50% por ambos padres, pero en ocasiones lo que uno ve como un gasto extraordinario el otro lo ve como un capricho innecesario. No existe un criterio único para decidir qué gastos son extraordinarios y cuáles se consideran caprichos, por lo que antes de que surjan las dudas, lo mejor es pactarlos en el convenio de separación o divorcio”, aconseja Jennifer Alarcón.
Cada familia es un mundo, pero las vacaciones, recuerda Gisela Riberas, especialmente cuando se trata de padres divorciados, hay que afrontarlas con “optimismo, serenidad y mucho diálogo”
En esta línea, considera que el periodo óptimo para repartirse las tandas de vacaciones es de 15 días. Los niños tienen tiempo para adaptarse con estabilidad. Si estos períodos se alargan pueden encontrar a faltar al otro progenitor. Y si son más cortos, se genera inestabilidad.
A la hora de analizar los conflictos, otra de las cuestiones que suele causar problemas son los gastos extra por esas vacaciones. “Por regla general el convenio o sentencia establece que los gastos extraordinarios serán cubiertos al 50% por ambos padres, pero en ocasiones lo que uno ve como un gasto extraordinario el otro lo ve como un capricho innecesario. No existe un criterio único para decidir qué gastos son extraordinarios y cuáles se consideran caprichos, por lo que antes de que surjan las dudas, lo mejor es pactarlos en el convenio de separación o divorcio”, aconseja Jennifer Alarcón.
Cada familia es un mundo, pero las vacaciones, recuerda Gisela Riberas, especialmente cuando se trata de padres divorciados, hay que afrontarlas con “optimismo, serenidad y mucho diálogo”
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