lunes, 31 de octubre de 2011

Estudio de la FAVB sobre el perfil de los ediles de la capital catalana

http://www.elperiodico.com/es/noticias/barcelona/las-mujeres-cesar-1202165
ESTUDIO DE LA FAVB SOBRE EL PERFIL DE LOS EDILES DE LA CAPITAL CATALANA

Las 41 mujeres de César.
Los concejales de Barcelona:
A.- viven mayoritariamente en barrios acomodados,
B.- disfrutan de seguro médico privado y,
C.- si tienen hijos, evitan con excepciones llevarlos a la escuela pública

Lunes, 31 de octubre del 2011.CARLES COLS.BARCELONA
Ni un solo concejal del Ayuntamiento de Barcelona vive en el distrito de Sants-Montjuïc.
Solo uno reside en Nou Barris. Igual sucede en Horta-Guinardó y en Ciutat Vella.
Los aires de Sant Martí y Sant Andreu tampoco gustan a los representantes municipales de los barceloneses. Solo 4 concejales viven en esos 2 distritos de la ciudad.

La Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona ha llevado cabo lo que, por buscarle un nombre, se puede bautizar como Experimento Plutarco, en homenaje al historiador griego que en sus Vidas Paralelas contó como Julio César despachó a su mujer, pese a ser honesta, por no parecerlo.
¡Por favor!, qué espectáculo tuvo que ser descubrir al pretendiente de la esposa de César vestido de mujer, lira en mano, en una fiesta exclusivamente femenina, un bochorno, salvando las distancias, equivalente a descubrir la querencia de los concejales de Barcelona por la zona alta, la escuela concertada y la sanidad privada.

10 representantes municipales viven en el distrito acomodado por excelencia, Sarrià-Sant Gervasi.
En justicia, habría que sumar a ese selecto grupo los 2 ediles que tiene su domicilio en Sant Cugat.
En el Eixample residen 8, 7 en Les Corts y 6 en Gràcia. La mayoría, por cierto, prefieren la propiedad antes que el alquiler, aunque, eso sí, de los 28 que son dueños de sus viviendas, 20 pagan aún hipoteca.

Más definitorio es, tal vez, el grado de confianza que unos y otros expresan por la sanidad pública, aunque sea por el poco científico método de preguntarles si tienen contratado un seguro privado. La mayoría, sí. Un 58%, es decir, 23.
Pero en este capítulo los gustos van por familias.
De los 14 concejales de CiU, 10 confían su salud a una mútua. Vamos, que de los recortes saben lo que cuentan los periódicos.

6 de los 9 concejales del PPC también prefieren pagar por ir a la médico.
En el caso del PSC son 4 de 11, uno solo de los 5 de Iniciativa y, batiendo marcas, el 100% de los de UpB, que no son muchos; Jordi Portabella y Joan Laporta.

El apartado dedicado a la educación que prefieren para sus hijos requiere un aviso previo.
No todos tienen. Hijos, no educación. Así, el universo de la investigación se reduce a 28 concejales.
El 78% de los representantes municipales con hijos han decidido llevarles a la escuela concertada o a la privada.
Son tantos que es más fácil pasar revista de los que aún confían en la enseñanza pública. Es breve y rápido. 3 de Iniciativa, 2 de CiU, 1 del PSC y 1 de UpB.
Hay, no obstante, otro modo de enfocarlo.
Todos los concejales del PP con hijos los llevan a a la red privada y concertada.
Los 3 de ICV que han sido padres, a la pública.
Por si unos y otros, populares y ecosocialistas, discuten sobre cuál es la decisión acertada, siempre pueden acudir a la experiencia del alcalde, Xavier Trias, que en el cuestionario de la FAVB respondió que sus 4 hijos han estudiado en los 3 posibles tipos de escuela, pública, concertada y privada. Ahí es nada.

Compañeros en el bus.
Así son, en resumen, los 41 concejales de Barcelona.
Bien, los ciudadanos les deben conocer bien, pues según aseguran esos mismos ediles son a la par usuarios entusiastas del metro y el bus.
Solo 4 excluyen el transporte público como medio de transporte. Son la convergente Mercè Homs, entusiasta de la moto y la bici; la popular Belén Pajares, siempre a bordo de su utilitario; el también popular Óscar Ramírez y su moto; y, por último, en un ejercicio de sinceridad digna de un apéndice en las Vidas paralelas de Plutarco, Jordi Hereu, que no esconde que echa mano del coche oficial «cuando el trabajo lo requiere» y así evita que le pillen lira en mano.

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