SIN RASTRO DE LA JOVEN.
El padre, empresario del sector inmobiliario, y la madre colmaban de caprichos a sus hijas, la desaparecida Diana y Valeria, la pequeña.
Esta escribió: "Lo tengo todo menos lo que necesito".
“Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada
familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”. El
arranque que León Tolstói escribió para su novela Anna Karénina
serviría para los Quer, una familia madrileña pudiente y de firmes
convicciones católicas que cayó en desgracia en 2013. Ese año, Juan
Carlos Quer y Diana López-Pinel decidieron poner fin al matrimonio que
contrajeron 2 décadas atrás. Este fue el motivo que desencadenó su
infortunio.
Tras una “traumática ruptura”, hace ahora 3 años, la desdicha se cebó con ellos. En apariencia, quienes más perdieron fueron las hijas de la pareja, Diana (18 años) y Valeria (16). Testigos de la separación de unos padres enfrentados a muerte, a ambas se les agrió el carácter y entraron en un bucle de procesos depresivos y de discusiones entre ellas y también con su madre, quien se quedó con la custodia. Pese a que padre y madre las colmaban de caprichos, ellas siempre se sentían “vacías”, explica una amiga de las 2.
Aquel trance, que sucedió cuando Valeria tenía 13 años y Diana 15, les pasó factura y ambas cayeron en la anorexia. “El divorcio las traumatizó. Fue muy duro para 2 niñas ver cómo la vida que habían llevado hasta el momento se descomponía de un día para otro”, cuentan varios allegados que prefieren quedar en el anonimato.
Pero la adversidad aún les guardaba a los Quer el peor trago de sus vidas: la madrugada del domingo 21 al lunes 22 de agosto Diana,
de 18 años, desapareció en A Pobra de Caramiñal, un pequeño pueblo
coruñés de 9.600 habitantes. Desde entonces, nada se sabe de la mayor de
las 2 hermanas. La pista se le perdió a las 02.42 horas de aquella
fatídica noche. “Me estoy acojonando- le dijo a un amigo por mensaje a
través de Whatsapp-. Un gitano me estaba llamando ‘morena, ven aquí”.
A partir de esa madrugada, don Francisco, el cura de la parroquia Santa María de Caná en Pozuelo de Alarcón (Madrid) -a la que la madre de la chica suele ir los domingos- tiene a Diana hija en sus plegarias cuando celebra misa. “Pidamos a Dios que nos la devuelva sana y salva”, proclamó este jueves ante 2 centenares de feligreses.
A POBRA, EL PUEBLO DE VERANEO
A mediados de agosto, Diana y sus 2 hijas viajaron hasta A Pobra procedentes de Pozuelo, el pueblo madrileño donde residen en la elitista urbanización Monte Alina. Desde hace 15 años veraneaban en tierras gallegas. A principios de los 2000, la por entonces pareja -ella, ama de casa; él, empresario de cierto éxito del sector inmobiliario, dedicado al alquiler y a la compra y venta de viviendas con su empresa Grupo Inmobiliario 4 H- adquirió un dúplex con jardín en la localidad coruñesa. Querían que durante el estío Diana y Valeria vivieran cerca del mar. Tras la ruptura del matrimonio, sólo acudían la madre y las dos jóvenes.
La noche de la desaparición, Diana disfrutaba de las fiestas del pueblo en el parque Valle-Inclán. La chica bebió cervezas y charló con amigos de su edad llegados de distintos puntos de España, con los que cada año volvía a reunirse a la llegada del verano. En este había conocido, según un exnovio de Diana, a un chico marroquí con el que había hecho migas mientras fumaban porros (...)
“Si apareces, te juro que te mato, te mato a todos los besos y abrazos que no te he dado. Nunca me he portado muy bien contigo y, a decir verdad, en estos momentos es cuando uno valora lo que tiene, cuando está a punto de perderlo y, si te pierdo a ti, me pierdo yo también. (...) Has superado anorexia y miles de adversidades y has sido capaz de superarlas con esa sonrisa que tienes y digo tienes porque tengo la esperanza de que la sigas teniendo y sé que la sigues teniendo. Vuelve Diana”.
Cuando los medios acudieron en masa a A Pobra para interesarse por el caso de la chica madrileña de la que se ha perdido el rastro, se informó de que días antes de su desaparición ella y su madre habían mantenido una fuerte riña.
Según varios testigos, la chica habría amenazado a su progenitora con fugarse de casa (....)
“RIÑAS FRECUENTES”
“Las riñas
entre la madre y las hijas, así como entre las 2 chicas, eran
frecuentes desde hace un par de años. El otro día, antes de marcharse a
Galicia, la montaron aquí mismo, en la terraza -asegura una mujer cuyo
hijo ha ido al mismo colegio que Diana y Valeria, el Aquinas American
School-. Además, no era raro que cada 2 x 3, producto de una
rabieta, una de ellas se fugara y pasara varios días en la casa de algún
amigo o amiga”.El padre, empresario del sector inmobiliario, y la madre colmaban de caprichos a sus hijas, la desaparecida Diana y Valeria, la pequeña.
Esta escribió: "Lo tengo todo menos lo que necesito".
Tras una “traumática ruptura”, hace ahora 3 años, la desdicha se cebó con ellos. En apariencia, quienes más perdieron fueron las hijas de la pareja, Diana (18 años) y Valeria (16). Testigos de la separación de unos padres enfrentados a muerte, a ambas se les agrió el carácter y entraron en un bucle de procesos depresivos y de discusiones entre ellas y también con su madre, quien se quedó con la custodia. Pese a que padre y madre las colmaban de caprichos, ellas siempre se sentían “vacías”, explica una amiga de las 2.
Aquel trance, que sucedió cuando Valeria tenía 13 años y Diana 15, les pasó factura y ambas cayeron en la anorexia. “El divorcio las traumatizó. Fue muy duro para 2 niñas ver cómo la vida que habían llevado hasta el momento se descomponía de un día para otro”, cuentan varios allegados que prefieren quedar en el anonimato.
A partir de esa madrugada, don Francisco, el cura de la parroquia Santa María de Caná en Pozuelo de Alarcón (Madrid) -a la que la madre de la chica suele ir los domingos- tiene a Diana hija en sus plegarias cuando celebra misa. “Pidamos a Dios que nos la devuelva sana y salva”, proclamó este jueves ante 2 centenares de feligreses.
A POBRA, EL PUEBLO DE VERANEO
A mediados de agosto, Diana y sus 2 hijas viajaron hasta A Pobra procedentes de Pozuelo, el pueblo madrileño donde residen en la elitista urbanización Monte Alina. Desde hace 15 años veraneaban en tierras gallegas. A principios de los 2000, la por entonces pareja -ella, ama de casa; él, empresario de cierto éxito del sector inmobiliario, dedicado al alquiler y a la compra y venta de viviendas con su empresa Grupo Inmobiliario 4 H- adquirió un dúplex con jardín en la localidad coruñesa. Querían que durante el estío Diana y Valeria vivieran cerca del mar. Tras la ruptura del matrimonio, sólo acudían la madre y las dos jóvenes.
La noche de la desaparición, Diana disfrutaba de las fiestas del pueblo en el parque Valle-Inclán. La chica bebió cervezas y charló con amigos de su edad llegados de distintos puntos de España, con los que cada año volvía a reunirse a la llegada del verano. En este había conocido, según un exnovio de Diana, a un chico marroquí con el que había hecho migas mientras fumaban porros (...)
“Si apareces, te juro que te mato, te mato a todos los besos y abrazos que no te he dado. Nunca me he portado muy bien contigo y, a decir verdad, en estos momentos es cuando uno valora lo que tiene, cuando está a punto de perderlo y, si te pierdo a ti, me pierdo yo también. (...) Has superado anorexia y miles de adversidades y has sido capaz de superarlas con esa sonrisa que tienes y digo tienes porque tengo la esperanza de que la sigas teniendo y sé que la sigues teniendo. Vuelve Diana”.
Cuando los medios acudieron en masa a A Pobra para interesarse por el caso de la chica madrileña de la que se ha perdido el rastro, se informó de que días antes de su desaparición ella y su madre habían mantenido una fuerte riña.
Según varios testigos, la chica habría amenazado a su progenitora con fugarse de casa (....)
“RIÑAS FRECUENTES”
Varios de esos vecinos que se reúnen en torno a una cerveza y unas tapas explican que les ha causado sorpresa que, con esos precedentes, la madre denunciara la desaparición de su hija la mañana del 22 de agosto, pocas horas después de que se le perdiera el rastro. “Todo es muy extraño”, asegura un contertulio, que no se atreve a ir más allá a la hora de lanzar una hipótesis acerca del paradero de Diana. “Lo que digo es eso, que me resulta raro”, insiste.
A los investigadores de la Guardia Civil que llevan el caso -los mismos que desentrañaron el de Asunta, la niña china adoptada y asesinada por sus padres en Galicia- también les ha sorprendido este hecho. Conocedores de que no era la primera vez que Diana faltaba una noche de su casa, y más habiéndose dejado el DNI y las tarjetas bancarias en su chalé de A Pobra, este viernes llamaron a testificar a la madre de la joven, a la que un juez le ha quitado la custodia de forma temporal. Su exmarido, Juan Carlos Quer, dijo que la decisión del magistrado llegaba “demasiado tarde”.
Nada de las palabras de Diana López-Pinel ha trascendido. El juzgado que lleva el caso tiene el sumario bajo secreto. Sin embargo, este hecho no quiere decir que se vincule a la madre con la desaparición de su hija, aunque se mantienen abiertas todas las hipótesis.
Después de que su antiguo marido se haya hecho cargo de Valeria -”necesitaba estabilidad”, ha dicho él- la madre emitió a los medios de comunicación una carta diciendo que tiene “fe en Dios” y que confía en que su hija mayor aparezca sana y salva. En su misiva también señaló que la pérdida de la custodia de Valeria le ha dejado “hundida, triste y destrozada”.
Este viernes la Guardia Civil efectuó distintos registros. Se especula que entró a las viviendas de los Quer en A Pobra y en Pozuelo, donde habrían buscado objetos personales de Diana Quer.
En otros medios: Actuall
Nota: Curioso que el periodista de Actuall diga que le quitaron la Patria Potestad al Padre. La A.P. de Madrid, ratifica la sentencia del Juzgado de Familia, ampliando la Pensión Compensatoria. Es lo malo de no tener la sentencia para verla, ya que las de los Juzgados de Familia son privadas.
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