La separación es un
evento de gran impacto en la vida de la mayoría de las parejas que se
ven abocadas a esta decisión. Las personas deben enfrentar una serie de
cambios y circunstancias que pueden hacerlos sentir nostalgia, miedo,
confusión o rabia entre otras emociones. No hay una receta para un
divorcio sin dificultades, así como no la hay para un buen matrimonio.
Sin embargo, hay ciertos aspectos que pueden ayudar a afrontar
positivamente la separación y que contribuyen a ganar la estabilidad y
equilibrio que se requiere para reconstruir el bienestar emocional.
Reconocer y expresar los
sentimientos y emociones es válido durante el proceso de duelo.
Avalancha de emociones
Los grandes cambios que trae consigo una
separación generan sentimientos fuertes y contradictorios, no solo para
la pareja sino para todos los miembros de la familia. Aunque es
doloroso, una manera de avanzar en el duelo frente a la pérdida de una
relación significativa es reconocer, expresar y aceptar el “ir y venir
de las emociones”. Esto no significa abandonarse a ellas, sino
permitirse experimentar estos estados sin generar tanta resistencia.
Expectativas realistas
La separación es una realidad compleja que
tiene efectos intelectuales, legales, económicos, sociales, familiares
y, sobre todo, emocionales. No saber qué hacer o no tener la respuesta a
todas las eventualidades es parte de esta dinámica. Muchas parejas se
dan cuenta de que un divorcio es mucho más complicado de lo que
imaginaron y que no todo lo que se obtiene son ganancias. No es posible
considerar todas las opciones y tenerlo todo bajo control. Estar
separado de la persona con la que se ha convivido un tiempo y compartido
sentimientos profundos requiere un aprendizaje que toma tiempo, que se
va construyendo en el camino y que implica revaluar las expectativas de
cada uno.
Permitir las dudas
Aunque el divorcio es una decisión que se toma
cuando las cosas no marchan bien y se considera que es la única
solución, es normal que se presenten cuestionamientos sobre la propia
actitud o la del otro, se piense sobre las razones y se experimenten
sentimientos encontrados, deseos y añoranzas. Esto evidencia que la
separación es una decisión compleja en la que no se tiene la última
palabra, que en general no se toma por un pequeño inconveniente en el
camino y que involucra una parte importante de las emociones.
Flexibilidad y apertura
Es cierto que muchas cosas cambian con el
divorcio. Una de ellas es que aboca a una estructura familiar diferente,
llevando a pensar que se pierde la familia. Sin embargo, en este
proceso, esta misma puede construir nuevas formas de relacionarse.
Podemos entender las crisis como oportunidades para crecer y avanzar
personalmente. Aunque hay cosas que no se pueden controlar, hay muchas
otras en las que sí se puede intervenir generando acciones concretas.
Hacerse cargo de la situación con flexibilidad implica acudir a diversos
recursos que permitan actuar para mejorar y/o resolver la situación, de
acuerdo con las necesidades propias.
Buscar ayuda
Para muchas personas no es fácil pedir ayuda.
Pero buscar el apoyo de amigos, familiares o profesionales es una manera
de encontrar diferentes perspectivas para aprender a manejar esta
difícil situación, de considerar aspectos que no se tomarían en cuenta
aun después de reflexionar sobre la situación, evaluar un problema y
ofrecer soluciones inteligentes. Cuando hablamos con alguien es más
fácil aclarar lo que se siente y piensa.
La ayuda terapéutica permite tener un espacio
para expresar nuestros sentimientos y ser acogidos y contenidos si
estamos desbordados y sentimos que no somos capaces de enfrentar la
situación.
Vida espiritual
La espiritualidad es un soporte que le da
sentido a la vida. Es una forma no solo de combatir la desesperanza y la
soledad, sino de encontrase a sí mismo, comprenderse y conectarse con
lo que es cada quien en su esencia. Así como es posible reconocer
cambios en las emociones, el divorcio también puede llevar a preguntarse
por las propias creencias, y por ello el fortalecimiento espiritual
pasa también por estar abierto a la reflexión constante sobre sí mismo.
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