BERTA CAO |
La propuesta de Presupuestos Generales del Estado para 2016 presentada por el gobierno de Mariano Rajoy ha dejado para una ocasión mejor el cumplimiento del compromiso recogido en la Disposición Adicional XIª de la L.O. 3/2007 para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres (Ley de Igualdad), y en la Ley 9/2009, de 6 de octubre, de ampliación de la duración del permiso de paternidad en los casos de nacimiento, adopción o acogida.
Lo denuncia Comisiones Obreras.
Un año más, y llevamos desde 2010, las 4 semanas previstas en la
Ley de Igualdad quedan en suspenso, y los padres (el otro progenitor, en
todo caso) continúan con sus escasos 13 días de permiso por paternidad.
Lo denuncian también las organizaciones de mujeres que componen la
plataforma Impacto de Género Ya, que un año más -y van 8- presentan su informe del impacto de género de los PGE16
en el que desglosan las partidas y los recortes presupuestarios en todo
lo relacionado con la igualdad y la lucha contra la violencia de
género, que no se van a llevar muchos fondos de los PGE16, exactamente
el 0,0103% del total.
Sobre la postergada ampliación del permiso de paternidad, el informe
tiene también propuestas, una vez que señalan que en el debate
presupuestario, Antonio Beteta, secretario de Estado de
Administraciones Públicas, anunció una enésima medida electoralista
dirigida al funcionariado: que a las funcionarias del Estado se les
sumará a partir de 2016 un permiso retribuido de la semana 37 a la 40 de
gestación.
La Plataforma Impacto de Género Ya propone que “el coste de
esas 4 semanas se aplique a la ampliación general del permiso de
paternidad, por ser una medida que contribuye más a la igualdad entre
todas las trabajadoras y entre madres y padres.”
Y es que para el gobierno del Partido Popular, la paternidad no es
prioridad, salvo si hablamos de la regulación de la custodia compartida
no optativa. Es decir, aquella situación en la que no habiendo acuerdo
entre ambos progenitores, el juez o la jueza decide que la custodia (no
confundir con la patria potestad) la ejerzan conjuntamente, y que
significa que los menores residen por tiempos con cada uno de sus
progenitores.
La custodia compartida es reclamada, en discurso, por muchos padres
que demandan derechos de paternidad, pero a los que no se escucha
reivindicar el derecho a las cuatro semanas por nacimiento. Tampoco
parece que los padres se vuelquen mucho en el cuidado, según se
desprende de los datos sobre excedencias por cuidado de menores. De las
31.435 excedencias por este motivo tramitadas en 2104, el 6% fueron
tomadas por hombres –el 94% por mujeres–. Mismo camino lleva 2015, con
un 8% de las permisos sin sueldo tramitados por trabajadores, lo que
viene a reflejar que la responsabilidad del cuidado de hijos e hijas
recae en las madres, incluso cuando éstas tienen un empleo. Si no se
comparte la responsabilidad del cuidado, ¿cómo se va a compartir la
atención permanente que requiere la custodia compartida?
La necesidad de transformar la dinámica asignada en los roles de
género y que los derechos para la atención y el cuidado de menores sean
individuales es el origen de la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles por Nacimiento o Adopción
(PPiiNA), que promueve una reforma legislativa que “establezca que los
permisos por nacimiento y/o adopción deben concederse a cada
progenitor/a de tal manera que sean intransferibles, de igual duración,
con la misma parte obligatoria y pagados al 100%”, y que “especifique el
calendario necesario para aumentar progresivamente el permiso de los
padres (o del “otro/a progenitor/a”) hasta llegar en un plazo razonable a
la igualdad, empezando por establecer de inmediato las 6 semanas
obligatorias para los padres (es la parte obligatoria que ya tienen las
madres)”.
Desde PPiiNA, y en aras de la igualdad entre mujeres y
hombres, organizaciones feministas, vecinales, sindicales, entre otras,
junto con mujeres y hombres a título individual plantean el derecho a
la maternidad y a la paternidad entendida como la misma función, que
requiere tiempo para su ejercicio, que exige el mismo reconocimiento
social y, por tanto, los mismos derechos para ambos progenitores. Nada
que ver con la custodia compartida. El compromiso activo desde el
nacimiento o la adopción no a partir de una separación (o divorcio).
Sin embargo, la sociedad está poco motivada en reconocer, y en
ejercer, un nuevo rol paternal. La maternidad está tan infravalorada que
pareciera que los hombres bajaran escalones en la pirámide del
prestigio social, como si fuera menos ‘masculino’, menos ‘macho’. Y es
que no se entiende, quizás, que los hombres utilicen su tiempo para
cuidar, para mimar, para educar, para atender, en lugar de dedicarlo a
producir. El valor de lo económico frente al valor de la persona, el
valor del cuidado.
La mayoría de los hombres reclaman ese nuevo papel muy bajito, sin
que se escuche mucho su voz, no vaya a ser. No sé qué pensará de esto Alejandro Nieto,
ese joven elegido guapo oficial, esto es, Míster España, que no podrá
concurrir al concurso internacional por ser padre. El reglamento español
señala que es requisito imprescindible no tener hijos (reconocidos). Ya
si entramos en la cosa de la situación familiar del muchacho, el
asunto no mejora. Atiende y cuida, ejerciendo su paternidad (qué bueno
sería para la Marca España exportar una paternidad responsable) a su
hijo, además enfermo, de año y medio.
Esto con las chicas guapas pasó en 2007. Mis Cantabria denunció a la
organización (privada) de mises. El caso corrió por los medios de
comunicación, y algo de ruido se hizo. Ángela Bustillo,
que así se llama, retiró la denuncia cuando la organización cambió las
bases del concurso permitiendo la participación de mujeres embarazadas o
con descendencia. El caso de este chaval, entre el verano y que es por
ser padre, no ha tenido ni eco, ni apoyo, ni gracia.
Y sí, es discriminación, aunque Nieto no lo sepa, o no quiera
saberlo; aunque se mire para otro lado; aunque nos desagraden este tipo
de certámenes, que reflejan unos valores…
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