EL MUNDO-La Gaceta de Canarias. 11 de Febrero de 2007. Ángel Suárez.
La doctora Wallerestein y el divorcio.
Que el divorcio tiene consecuencias devastadoras en los hijos ha sido la conclusión final a la que ha llegado la psicóloga californiana Judith Wallerstein, y cuando Wallerstein habla sobre divorcio, muy pocos se atreven a desafiarla.
¿El motivo? La psicóloga ha venido siguiendo ininterrumpidamente , desde 1971, los casos de 21 hijos de divorciados. Los investigados, hoy ya adultos, son todos blancos, de clase media y de suburbios californianos, de tal manera que ningún factor racial o social pueda interferir en las conclusiones de la investigación.
Desde que comenzó su investigación, la psicóloga ha publicado dos libros y numerosos informes periódicos, que le han valido la merecida fama de ser la más importante investigadora en temas de divorcio y sus consecuencias.
Según Wallerstein, la idea de que el trauma del divorcio tiene su punto crítico durante el tiempo inmediato a la separación de los padres es totalmente errada.
Por el contrario, el trauma vivido por los hijos de padres divorciados se prolonga a lo largo de los años y les dificulta afrontar los cambios propios de la adolescencia, así como sus primeras relaciones amorosas, que se ven conflictuadas por temores derivados de la experiencia traumática.
Las conclusiones en este sentido son tan poderosas que el San Francisco Chronicle ha tenido que admitir que “sus conceptos están destinados a reabrir el debate sobre la familia, especialmente en nuestro país”.
En su última obra, " Law and Divorce " (Ley y Divorcio), la psicóloga aporta conclusiones contundentes sobre el perfil psicológico de los hijos de divorciados. Según la investigación:
el 25% de ellos no ha terminado el colegio (contra 10% de hijos normales);
el 60% ha requerido tratamiento psicológico (contra el 30%);
el 50% ha tenido problemas de alcohol y drogas antes de los 15 años;
el 65% tiene una relación conflictiva con el padre (sólo el 5% ha recibido ayuda económica sustancial por parte del padre);
pese a que la mayoría pasa de los 30 años de edad, apenas el 30% se ha casado;
del total de casados, el 50% ya se ha divorciado.
Estas cifras son expresión de problemas psicológicos de fondo.
Según la experta, aunque las reacciones psicológicas al trauma son diferentes y tan variadas como el número de individuos, existen algunas constantes.
En efecto, los hijos de los divorciados sufren sentimientos de culpa-¿se separaron por mi culpa?-, irritación y malhumor, y una gran desconfianza o incapacidad para expresar sus sentimientos auténticos en el momento adecuado.
Wallerstein piensa que pedir un cambio global en la sociedad es arar en el mar. Sin embargo, en su última obra propone que algunos cambios fundamentales sean introducidos en la legislación sobre el divorcio. Recomienda que los hijos sean tenidos en cuenta al momento de elegir cuándo y cómo deben encontrarse con los padres que no viven con ellos.
La razón de esto es que, una de las principales fuentes de traumas en los hijos de divorciados es la sensación de sentirse como un “paquete” que cambia de manos con una periodicidad que no respeta los ritmos afectivos naturales del niño.
Personalmente, discrepo en que pertenecer a suburbios no contamine la investigación.
Es válido en cuanto a que todos los individuos pertenecen a la misma extracción social, pero no lo es en cuanto a que no representan a la población general ya que la extracción de individuos se realizó exclusivamente en suburbios, en los que seguramente otros factores económicos, sociales, educativos tienen más influencia que el dovorcio de los progenitores en el desarrollo de los hijos.
Probablemente los fondos para esta investigación provengan de grupos católicos norteamericanos, ya sabemos cómo funcionan estas cosas, pero eso sí: Me quedo con el último párrafo.
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