domingo, 24 de julio de 2016

Divorcio: todo por la pasta.




Fotograma de 'La Guerra de los Rose'.



The End (el fin). Esas 2 palabras rotundas e irrefutables en enormes caracteres góticos presiden el despacho de una de las abogadas especializadas en divorcios más famosas y cotizadas del mundo. A Laura Wasser las estrellas de Hollywood no le pagan 750 euros la hora por andarse con romanticismos ni paños calientes, sino por poner un punto y final, en condiciones ventajosas, a aquello que alguna vez fue un matrimonio con ínfulas de eternidad. No tiene fama de despiadada, pero sí de ser una negociadora implacable a la hora de conseguir el mejor acuerdo para su cliente en el reparto de todo lo salvable de las ruinas del amor: custodias, cuentas, propiedades, negocios, 'royalties'... "En un divorcio nadie gana. Solo puedes pretender alcanzar un buen acuerdo", asegura en su libro 'It Doesn't Have to Be That Way: How to Divorce Without Destroying Your Family or Bankrupting Yourself' ('No tiene por qué ser así: cómo divorciarse sin destruir tu familia y sin arruinarte').
Y por nadie se refiere, suponemos, a ninguno de los miembros de la pareja. Porque a buen recaudo de los vaivenes emocionales, el divorcio en carnes ajenas es un lucrativo negocio para muchos, tal vez incluso mayor que la muy rentable industria de las bodas. En EE.UU., donde más del 50% de los matrimonios termina en ruptura, ya se han echado cuentas y se ha vislumbrado el filón. Las estimaciones más conservadoras consideran que es un negocio en torno al cual se mueven unos 50.000 millones de dólares al año; las más optimistas dicen que incluso alcanza los 175.000 millones.
En España, el divorcio celebra este verano su 35 aniversario con, a juzgar por las cifras, una salud de hierro
La tasa supera a la americana y se sitúa en torno al 60%: cada cinco minutos se rompe un matrimonio en algún punto de nuestro país, lo que nos coloca como 5ª nación del mundo con mayor índice de divorcios. Unas cifras que crecen, además, en cualquier rango de edad; las que se refieren a los mayores de 65 años, por ejemplo, se han duplicado en la última década. Ahí están los casos de Mario Vargas Llosa o Manuel Benítez El Cordobés haciendo borrón y cuenta nueva a los 80. Sin embargo, los nº aquí son escurridizos. "Es prácticamente imposible saber lo que mueve el sector", asegura Luis Zarraluqui, que dirige desde hace 30 años Zarraluqui Abogados de Familia, uno de los despachos más prestigiosos y con mayor trayectoria de España. Imposible hacer un recuento de los profesionales especializados porque no existe un registro nacional; inviable también concretar a cuánto asciende la minuta por poner fin al matrimonio, porque los profesionales tienen libertad para establecer las tarifas por sus servicios, que varían en función de cada caso concreto y sus circunstancias. Todo depende de si se hace de mutuo acuerdo o hay que emprender procedimiento contencioso, de si se tramita por internet o de manera presencial, de si se involucra a procuradores o notarios, de si se tienen hijos o no; de si además de la redacción del convenio regulador hay que añadir su negociación y de si hay que proceder a la liquidación del régimen económico matrimonial. Depende, también, del volumen del patrimonio que haya que saldar.
Por establecer la horquilla más amplia posible, podría ir desde unos 400 euros o 500 aproximadamente si se tramita a través de internet y de forma amistosa (el supuesto más económico) hasta varios (incluso muchos) miles de euros cuando el proceso es contencioso y las negociaciones prolongadas y complicadas. "Por eso mismo es muy recomendable que la gente solicite presupuesto (hoja de encargo profesional) previo", recomienda Luis Zarraluqui. Para evitar sorpresas.(....)

En cualquier caso, los honorarios de abogados, notarios y procuradores no son el único dinero que se mueve en torno a una familia rota. Las separaciones inciden de forma directa en el mercado inmobiliario, por ejemplo, y requieren con frecuencia de otros servicios profesionales como mudanzas, asesores fiscales y contables, consejeros, psicólogos, terapeutas... Empiezan a no ser raras las empresas que ofrecen servicios integrales e incluso 'apps' que facilitan la organización de los gastos y la logística familiar después de la separación. La suma de todo esto es el precio de reconstruir una vida, y no sale barato. De hecho, en EE.UU. el divorcio ya es la 3ª causa de la quiebra de las familias en el país.
Otros negocios más frívolos florecen también a imagen y semejanza de la prolífica industria de las bodas: ofertas turísticas específicamente pensadas para divorciados, hoteles donde el todo incluido significa algo así como "entre ud casado un viernes y salga divorciado (y relajado) el domingo", empresas que organizan despedidas de casados al más puro estilo Las Vegas... El filón de la cara B del amor es prometedor porque cada vez nos casamos menos y nos divorciamos más: por cada 10 matrimonios que se celebran en España, se producen 7 divorcios. Luis Zarraluqui, que ha sido testigo de muchos, ha llegado a algunas conclusiones.
1º: "Si lo que queremos saber es si los matrimonios (y las parejas) duran ahora más o menos que antes, la respuesta es clara: cada vez menos y a medida que sube el nivel económico de la familia, menos aún. Y eso es válido tanto para España como para la mayor parte del mundo occidental", asegura. La estadística le da la razón, el 52% no supera los 5 años. 
La 2ª conclusión es que los asuntos económicos suelen ser el punto más árido de las negociaciones. "Generalizar es siempre un error pero hay mucha gente que por dinero es capaz de hacer cosas tremendas y que, desde luego, sus parejas no podían llegar a imaginar. Alguien dijo alguna vez que realmente no conoces a tu cónyuge hasta que no te divorcias de él/ella". La cita a la que alude el abogado es de Zsa Zsa Gabor, la actriz casi centenaria a quien, con 9 matrimonios y 8 divorcios, nadie ha conseguido arrebatar el récord. Algo de ello sabrá(....)

Cosas de Hollywood y del despecho. Y que nadie piense que los abogados son unos escépticos insensibles. Zarraluqui -que ondea la misma bandera de la discreción, tampoco suelta prenda de sus clientes más célebres de la aristocracia y el papel cuché- asegura creer en el amor, en la confianza ciega... y en los contratos prematrimoniales. "Las primeras por convencimiento y la 3ª por lo mucho que aportan a las otras dos. Los recomiendo en todos los casos; al fin y al cabo de lo que se trata es de llegar a acuerdos en relación con un proyecto de vida. Lo sorprendente es que haya muchas parejas que inicien una vida en común, tengan hijos, compren inmuebles, adquieran deudas, dejen trabajos... sin firmarlos".
Aunque rubricar uno de esos contratos es algo frecuente entre las celebrities (y cada vez más entre los de a pie), todavía hay quien prefiere lanzarse al vacío sin paracaídas en pos de la confianza. Cuando los asistentes de Britney Spears se enteraron de que iba a casarse con Kevin Federline no tardaron en concertarle una cita con un organizador de bodas, un joyero y con Laura Wasser que, por supuesto, le recomendó un convenio prenupcial. Spears se negó, tenía 23 años, estaba enamorada y creía que el divorcio era algo que jamás le pasaría a ella. Pero le sucedió, y al cabo de solo 2 años (....)

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