La convivencia 'full-time' dispara los conflictos por una mala comunicación o inapetencia sexual.
Imma Fernández, Barcelona - Sábado, 04/08/2018
Llegan las vacaciones, la convivencia ‘full-time’ y las crisis de pareja. El verano es tiempo de corazones rotos y septiembre, el mes en el que los bufetes de abogados hacen su agosto. Las estadísticas nos recuerdan el aumento de divorcios y separaciones a la vuelta del estío. Pero un estudio publicado en Estados Unidos indica un cambio de rumbo. Cada vez más parejas rompen antes de las vacaciones para poder disfrutarlas. Ya saben lo que se avecina y dicen ¡basta! “No quieren repetir la mala experiencia de años anteriores.
De media, después de 3 veranos nefastos, al 4º ya no repiten, aunque hay gente con más paciencia”, explica la psicóloga Irene Pastor, que confirma que ya en mayo la consulta se llena de parejas dispuestas a quemar el último cartucho. “Con la terapia o se refuerza el vínculo o se separan. Cuando la otra persona no te aporta felicidad sino solo insatisfacciones y no se cumple ninguna de las expectativas, lo indicado es la ruptura”.
Otra tendencia: son las mujeres las que más abandonan.
“En el hombre se repite el patrón clásico de cerrar el grifo para que sea ella la que se marche frustrada y evitar la culpabilidad”.
La 1ª herramienta que trabaja en su consulta para intentar hacer un ‘reset’ en la relación es la comunicación. Rebajar los decibelios y sustituir los gritos y la agresividad por un tono más calmado. “Eso sí, son mejores los gritos a muerte que los silencios. Deben hablar de las necesidades de cada uno, aunque sea de mala manera”, asegura.
Negociar es otra palabra clave para el entendimiento y recuperar el deseo resulta clave. “Si no hay deseo ya te has cargado la relación. La inapetencia sexual es el 1º factor indicativo de que la pareja se va a pique”, sostiene la terapeuta, que realiza sesiones conjuntamente y también por separado para detectar conflictos individuales no resueltos. “Hay hombres, por ejemplo, que mantienen un vínculo infantil, buscan la mamá que les cuide”, avisa.
Pastor atribuye el alza de fracturas en la convivencia por la menos empatía y entrega. “La cuestión vocacional de juntos para lo bueno y para lo malo se ha perdido. Nos hemos vuelto más egoístas e independientes”. Según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en el 1º trimestre del 2018 se registraron 27.820 divorcios.
De mala a peor
“Yo siempre digo que si la relación de pareja es buena, al final de las vacaciones será mejor; pero si es mala, será peor”, aporta la psicóloga Júlia Pascual, quien explica que muchos cónyuges se autoengañan durante el año, atribuyendo sus problemas al estrés laboral y a la falta de tiempo para sus hobbies. “Llegan las vacaciones y los problemas crecen”.
“Una mala comunicación, basada en un discurso acusatorio y/o denigrante, con pésima o nula escucha, y sin voluntad de empatizar, es una de las principales variables que motivan rupturas”, expone el psicólogo Marc Ruiz. Si la pareja se lleva mal, agrega, será capaz de discutir aunque los 2 estén planteando la misma idea. “Cuando alguien percibe un ataque se defiende atacando, así comenzará una escalada de violencia verbal”. Durante el año puede sobrellevarse si coinciden poco, pero estando juntos 24 horas durante semanas, “¡arde Troya!”. Los errores comunicativos, completa Pascual, incluyen dar por hecho cosas que no se han hablado, sermonearse, corregirle, tirarle en cara cosas, no escuchar…
Ante una crisis, aconseja Pascual, lo 1º es evitar magnificar los conflictos. “Crisis en japonés se escribe con 2 signos, peligro y oportunidad; lo que simboliza que frente a una mala época si uno se atreve a afrontarla y gestionarla, se nos presentará una oportunidad para cambiar”. Otras recomendaciones de la terapeuta para restañar heridas son dadle una atención o detalle no material a la pareja e intentar que pase la tormenta para solucionar el conflicto –“cosa difícil porque la mayoría de personas tienden a ser impulsivos frente a emociones como la tristeza, la rabia, el miedo o el dolor”-.
Para Ruiz, hay varios motivos clave que llevan a la ruptura: la mala comunicación, las infidelidades, la violencia verbal o física -que puede ser violencia machista, en cuyo caso hay que proteger a la víctima-, la dependencia o abuso de alcohol y otras drogas, y la ausencia de deseo o ilusión por ocuparse de forma proactiva por la relación. El psicólogo añade una última, ‘typical spanish’: la intromisión de familiares en la relación. “¡El cliché de la suegra existe!”, apostilla.
5 factores de riesgo que amenazan a la pareja en vacacionesEl exceso de tiempo juntos, las altas expectativas que se vierten en unas vacaciones planificadas y anheladas durante tiempo, los problemas sexuales, no coincidir en los planes y un contexto veraniego de fiesta y relax que facilita las infidelidades acrecientan los conflictos en esta época.
Tener conflictos durante los días más esperados del año no tiene por qué ser un indicador de crisis matrimonial, afirma la psicóloga y sexóloga Júlia Pascual, directora del Centro de Terapia Breve Estratégica de Barcelona, pero el verano suele ser un difícil reto para las parejas porque, detalla la experta, se dan los siguientes factores de riesgo:
1. Demasiado tiempo juntos. Mantener una relación no significa tener que pasarse las vacaciones pegados como una lapa. Muchas parejas suelen cometer el error de pasar día tras día juntos, las 24 horas, sin tener tiempo para estar solos. No disponer de un espacio individual, para poder hacer lo que desee cada miembro del matrimonio o pareja, no les ayuda a encontrar su equilibrio individual, lo que luego dificultará el equilibrio en pareja. Además, ese exceso de tiempo compartido multiplica los errores de comunicación (dar por hecho cosas que no se habían hablado antes; corregir al otro, tirarle en cara cosas...).
2. Altas expectativas. Al desear tanto las vacaciones, planificarlas y soñarlas, sucede que la mayoría de las veces no suele ir tan bien como habíamos pensado. Las habíamos idealizado; si las expectativas son altas, corremos el riesgo de decepcionarnos.
3. Contexto de enamoramientos, desamor e infidelidades. El verano es tiempo de playa, de destape; de la música que machaca con historias de amor, pasión y desengaños; de salidas nocturnas y celebraciones en las que los miembros de la pareja suelen arreglarse más y pueden volver a sentirse deseables por los demás. Un cóctel explosivo para la supervivencia de la pareja. Estos días, agrega el psicólogo Marc Ruiz, las personas más propensas a la infidelidad tienen más papeletas para caer en ella. Un reciente estudio, informa Ruiz, revela que las tasas de divorcio, tras años de terapia de pareja, son significativamente más altas en parejas que mantienen en secreto alguna relación paralela, respecto a las que lo desvelan.
4. No tener objetivos compartidos. Es difícil que las personas coincidamos en todos los hobbies y posibilidades de ocio. A la hora de elegir destino para la desconexión, puede suceder, por ejemplo, que uno quiera ir a la playa y el otro, a la montaña. Si los cónyuges no se plantean planes a compartir y no se comunican bien entre ellos para consensuarlos, es probable que se generen conflictos.
5. Problemas de sexualidad. Al disponer de más tiempo, se pueden propiciar más encuentros sexuales, sin embargo, si estos no se producen o se detectan problemas, como falta de deseo, eyaculación precoz, dolor en la penetración…, puede aumentar la irritabilidad y la tensión entre la pareja.
La 1ª herramienta que trabaja en su consulta para intentar hacer un ‘reset’ en la relación es la comunicación. Rebajar los decibelios y sustituir los gritos y la agresividad por un tono más calmado. “Eso sí, son mejores los gritos a muerte que los silencios. Deben hablar de las necesidades de cada uno, aunque sea de mala manera”, asegura.
Negociar es otra palabra clave para el entendimiento y recuperar el deseo resulta clave. “Si no hay deseo ya te has cargado la relación. La inapetencia sexual es el 1º factor indicativo de que la pareja se va a pique”, sostiene la terapeuta, que realiza sesiones conjuntamente y también por separado para detectar conflictos individuales no resueltos. “Hay hombres, por ejemplo, que mantienen un vínculo infantil, buscan la mamá que les cuide”, avisa.
Pastor atribuye el alza de fracturas en la convivencia por la menos empatía y entrega. “La cuestión vocacional de juntos para lo bueno y para lo malo se ha perdido. Nos hemos vuelto más egoístas e independientes”. Según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en el 1º trimestre del 2018 se registraron 27.820 divorcios.
De mala a peor
“Yo siempre digo que si la relación de pareja es buena, al final de las vacaciones será mejor; pero si es mala, será peor”, aporta la psicóloga Júlia Pascual, quien explica que muchos cónyuges se autoengañan durante el año, atribuyendo sus problemas al estrés laboral y a la falta de tiempo para sus hobbies. “Llegan las vacaciones y los problemas crecen”.
“Una mala comunicación, basada en un discurso acusatorio y/o denigrante, con pésima o nula escucha, y sin voluntad de empatizar, es una de las principales variables que motivan rupturas”, expone el psicólogo Marc Ruiz. Si la pareja se lleva mal, agrega, será capaz de discutir aunque los 2 estén planteando la misma idea. “Cuando alguien percibe un ataque se defiende atacando, así comenzará una escalada de violencia verbal”. Durante el año puede sobrellevarse si coinciden poco, pero estando juntos 24 horas durante semanas, “¡arde Troya!”. Los errores comunicativos, completa Pascual, incluyen dar por hecho cosas que no se han hablado, sermonearse, corregirle, tirarle en cara cosas, no escuchar…
Ante una crisis, aconseja Pascual, lo 1º es evitar magnificar los conflictos. “Crisis en japonés se escribe con 2 signos, peligro y oportunidad; lo que simboliza que frente a una mala época si uno se atreve a afrontarla y gestionarla, se nos presentará una oportunidad para cambiar”. Otras recomendaciones de la terapeuta para restañar heridas son dadle una atención o detalle no material a la pareja e intentar que pase la tormenta para solucionar el conflicto –“cosa difícil porque la mayoría de personas tienden a ser impulsivos frente a emociones como la tristeza, la rabia, el miedo o el dolor”-.
Para Ruiz, hay varios motivos clave que llevan a la ruptura: la mala comunicación, las infidelidades, la violencia verbal o física -que puede ser violencia machista, en cuyo caso hay que proteger a la víctima-, la dependencia o abuso de alcohol y otras drogas, y la ausencia de deseo o ilusión por ocuparse de forma proactiva por la relación. El psicólogo añade una última, ‘typical spanish’: la intromisión de familiares en la relación. “¡El cliché de la suegra existe!”, apostilla.
5 factores de riesgo que amenazan a la pareja en vacacionesEl exceso de tiempo juntos, las altas expectativas que se vierten en unas vacaciones planificadas y anheladas durante tiempo, los problemas sexuales, no coincidir en los planes y un contexto veraniego de fiesta y relax que facilita las infidelidades acrecientan los conflictos en esta época.
Tener conflictos durante los días más esperados del año no tiene por qué ser un indicador de crisis matrimonial, afirma la psicóloga y sexóloga Júlia Pascual, directora del Centro de Terapia Breve Estratégica de Barcelona, pero el verano suele ser un difícil reto para las parejas porque, detalla la experta, se dan los siguientes factores de riesgo:
1. Demasiado tiempo juntos. Mantener una relación no significa tener que pasarse las vacaciones pegados como una lapa. Muchas parejas suelen cometer el error de pasar día tras día juntos, las 24 horas, sin tener tiempo para estar solos. No disponer de un espacio individual, para poder hacer lo que desee cada miembro del matrimonio o pareja, no les ayuda a encontrar su equilibrio individual, lo que luego dificultará el equilibrio en pareja. Además, ese exceso de tiempo compartido multiplica los errores de comunicación (dar por hecho cosas que no se habían hablado antes; corregir al otro, tirarle en cara cosas...).
2. Altas expectativas. Al desear tanto las vacaciones, planificarlas y soñarlas, sucede que la mayoría de las veces no suele ir tan bien como habíamos pensado. Las habíamos idealizado; si las expectativas son altas, corremos el riesgo de decepcionarnos.
3. Contexto de enamoramientos, desamor e infidelidades. El verano es tiempo de playa, de destape; de la música que machaca con historias de amor, pasión y desengaños; de salidas nocturnas y celebraciones en las que los miembros de la pareja suelen arreglarse más y pueden volver a sentirse deseables por los demás. Un cóctel explosivo para la supervivencia de la pareja. Estos días, agrega el psicólogo Marc Ruiz, las personas más propensas a la infidelidad tienen más papeletas para caer en ella. Un reciente estudio, informa Ruiz, revela que las tasas de divorcio, tras años de terapia de pareja, son significativamente más altas en parejas que mantienen en secreto alguna relación paralela, respecto a las que lo desvelan.
4. No tener objetivos compartidos. Es difícil que las personas coincidamos en todos los hobbies y posibilidades de ocio. A la hora de elegir destino para la desconexión, puede suceder, por ejemplo, que uno quiera ir a la playa y el otro, a la montaña. Si los cónyuges no se plantean planes a compartir y no se comunican bien entre ellos para consensuarlos, es probable que se generen conflictos.
5. Problemas de sexualidad. Al disponer de más tiempo, se pueden propiciar más encuentros sexuales, sin embargo, si estos no se producen o se detectan problemas, como falta de deseo, eyaculación precoz, dolor en la penetración…, puede aumentar la irritabilidad y la tensión entre la pareja.
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