Una hipotética disolución marital estaría regulada por las capitulaciones matrimoniales que Doña Letizia tuvo que firmar.
BEKIA, 22 APR 2018
El matrimonio de los Reyes Felipe y Letizia no ha sido fácil, de hecho ha sido complicado. El amor se impuso sobre todas las cosas; Don Felipe peleó ante Don Juan Carlos y Doña Sofía para que aceptaran a la mujer a la que amaba, y ella tuvo que despedirse de toda su vida anterior para entrar en la Familia Real, no así de sus propios parientes, a los que está unida y que forman parte de su día a día.
La peor crisis se vivió en 2013, cuando la entonces Princesa de Asturias se marchó de Marivent antes de tiempo, dejando allí a Don Felipe, y sus hijas y a sus suegros. Un mes más tarde llegó la reconciliación, que costó mucho, pero se logró. Después se produjo la abdicación del Rey Juan Carlos y la subida al Trono de Felipe VI, hecho por el que la Reina Letizia se convirtió en Reina consorte y desde entonces se ha mostrado más feliz al deshacerse de suegros, cuñados y demás familia, al menos en cuanto al organigrama real.
Los años han ido pasando entre altibajos, como muchos otros matrimonios, hasta que llegó el rifirrafe público entre la Reina Letizia y la Reina Sofía, que evidenció los problemas que existen en la Familia Real, y más concretamente entre suegra y nuera. El Rey Felipe medió entre las 2 y es de suponer que se disgustó mucho al ver la disputa entre su mujer y su madre, sobre todo teniendo en cuenta que también estuvo implicada su hija.
Todo esto no quiere decir que los Reyes de España se vayan a divorciar, pero conviene tener claro lo que ocurriría en caso de divorcio. Para conocerlo hay que consultar el libro 'Adiós, princesa' que publicó en 2013 David Rocasolano, primo materno de Doña Letizia. En uno de los capítulos, titulado 'Capitulaciones matrimoniales', cuenta qué sabe sobre las cláusulas que regularían el hipotético divorcio de los Reyes.
En febrero de 2004, Letizia Ortiz llamó a su primo, que es abogado, para pedirle que le echara un vistazo a los 40 o 50 folios que componían las capitulaciones matrimoniales confeccionadas por el bufete Uría&Menéndez, ya que ella no entendía nada. Rocasolano salió pitando hacia La Zarzuela, donde ya residía la entonces prometida de Don Felipe. Una vez allí, empezó a leer y se dio cuenta de que en caso de disolución matrimonial, la consorte no tendría problemas económicos.
Aunque se casaron en separación de bienes, la Corona garantizaría el bienestar económico de Doña Letizia con una asignación generosa más una residencia habitual y otra para el verano. Las 2 contarían con personal de servicio para Su Majestad la Reina de España, tratamiento y título que perdería en caso de formalizarse el divorcio, siendo de nuevo simplemente Letizia Ortiz Rocasolano. Si solo fuera separación, seguiría ostentando el título.
Hasta ahí, todo favorable para Doña Letizia, que no pasaría apuros económicos y encima no tendría que seguir trabajando representando a la Corona. Sin embargo, la mala noticia es que Doña Letizia perdería automáticamente la custodia de sus hijas, que serían criadas y educadas por Felipe VI en su residencia. Se esperaría, eso sí, que se estableciera un régimen de visitas para que Letizia Ortiz pudiera ver a la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía.
Una grieta para la Casa del ReyEsto es lo que pasaría en caso de divorcio. Adiós al título, a los honores y al tratamiento, adiós a La Zarzuela y adiós a sus hijas, al menos a verlas todos los días. Sin embargo, tendría 2 residencias, personal a su servicio y una asignación. Así ocurriría, porque pese a que David Rocasolano le aconsejó que no firmara, ella lo hizo: "Esto no son unas capitulaciones matrimoniales, Letizia. Este documento no es ni siquiera legal, al menos en algunos aspectos. Yo que tú no lo firmaba. Es nulo en pleno derecho. En un contrato privado, ni en uno público se puede pactar la custodia de un menor sin pasar por un juzgado", le confesó David Rocasolano. Letizia Ortiz le hizo saber que tenía que ser así, y al hablar con Don Felipe, este le dijo lo mismo, que las capitulaciones matrimoniales eran lo que eran y no se podía cambiar nada.
Más allá de las capitulaciones matrimoniales y de en qué situación se quedaría Doña Letizia, están las consecuencias institucionales y de imagen para la Casa Real. El divorcio de una Infanta de España puede ser un escándalo, pero tiene menos relevancia. Que el Rey se divorcie puede provocar una grieta en la Casa del Rey que podría hacer mucho daño a la Institución. El divorcio siempre es una opción, pero tiene que ser la ultimísima opción para Don Felipe y Doña Letizia.
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