Desde 1981: Lo que Dios une, la ley lo puede separar.
Desde que hace 35 años
entrara en vigor la Ley del Divorcio se han registrado cerca de 3 millones de
rupturas matrimoniales. Pero el largo y
tortuoso camino hacia la normalización no se produjo hasta 2005 con la versión exprés que adecuó la norma a las
necesidades sociales
Nekane Lauzirika - Domingo, 28.08.2016 -
El Estado español es el 2º país de
la UE donde se producen más divorcios. ¿Motivos?
PARECE una ley del siglo pasado. De hecho lo es tanto por
fechas como por implantación social, pues muy pocos quisieran ubicarse en la
situación de años anteriores a 1981 cuando lo que Dios unía nadie podía
desatar. Pero cuando la espita del divorcio se abrió la normalidad se
instaló entre nosotros y 35 años después conjugar matrimonio y libertad
personal, aunque siga siendo complicado, es mucho más fácil que antes.
Las leyes siempre van por detrás de la realidad social. Así ocurrió con la
Ley del Divorcio de la que se acaba de cumplir 35 años de su aprobación. Fue en
junio de 1981 cuando Francisco Fernández Ordóñez, ministro de Justicia de Unión
de Centro Democrático (UCD), enfrentándose a la presión de los sectores más
reaccionarios de su partido y a la retrógrada cúpula de la Iglesia Católica,
logró sacar adelante, contra viento y marea, la ley que equiparaba al Estado
español a la Europa del progreso. Pero, sobre todo, ponía fin al sufrimiento de
miles de hombres y mujeres que vivían en un limbo legal, “porque habían roto
sus matrimonios años e incluso décadas atrás y rehecho su vida sin poder
formalizar su situación”, explica la abogada Miren Jesús Real. “Por tanto
obedeció a una urgente demanda social”.
Comunistas, socialistas y nacionalistas
fueron claves para que el Parlamento español aprobara la norma del
socialdemócrata Fernández Ordóñez con el respaldo de 102 votos a favor, 22 en
contra y 117 abstenciones. “Para la derechona instalada en el poder fue
un auténtico trauma que saliera adelante la ley, pero la presión de los
movimientos feministas, de los colectivos de abogados, sindicatos, partidos y
la necesidad de aparentar modernidad de cara a Europa hizo posible que España
tuviera su ley de divorcio; la situación era insostenible; no les quedó otra
que aprobarla”, añade Blanca Estrella Ruiz.
La presidenta de la Asociación
feminista Clara Campoamor fue la 1ª mujer en obtener la separación en
Bizkaia. “El 8 de marzo de 1981”, aunque no consiguió el divorcio hasta 10
años después. “Nos separamos de mutuo acuerdo y no lo solicitamos porque no lo
necesitamos hasta que mi ex volvió a casarse 10 años después; entonces lo
pedimos sin problema alguno”, dice Blanca Estrella Ruiz echando la vista atrás.
culpabilidad.
Actualmente divorciarse
-al menos sobre el papel- es un trámite sencillo y rápido, pero al principio
para lograrlo había que culpabilizar a una de las partes. El proceso era
lento, largo y con frecuencia con denuncias o razonamientos falsos. Además la
pareja debía de certificar que llevaba 2 años sin convivir. “Los comienzos
fueron muy complicados; en mi caso razoné incompatibilidad de caracteres y tuve
suerte porque el motivo fue aceptado; otros muchos jueces echaban para atrás
esta prueba”, recuerda.
Los contrarios a la Ley del Divorcio no
se cansaban de airear en los medios de comunicación que su aprobación
dispararía las separaciones. “La realidad fue bien distinta; se produjeron
muchas menos de las esperadas. Eso sí, hubo cantidad de juicios de gente que
tenía que presentar pruebas falsas; se volvían locos buscando testimonios para
que los jueces vieran causa de divorcio; los abogados también teníamos nuestra
dificultad añadida para hallar alegatos que no venían en la ley y para que sus
señorías dieran el visto bueno; los letrados pedían y los magistrados
concedían, así se fue avanzando hasta que se admitió -como tenía que haber sido
desde el principio- que si tú ya no quieres a una persona es suficiente motivo
para demandar el divorcio”, explica la abogada y mediadora Miren Josune Real.
versión exprés.
Así y todo tuvieron que
pasar 24 años -hasta 2005- para que la Ley del Divorcio cambiara y se adecuara
a las nuevas necesidades de la sociedad y de los matrimonios actuales. “Fue con
la versión exprés por la que solo se precisan 3 meses para divorciarse tras
haberte casado cuando la situación se normalizó; con esta modificación no es
necesario pasar por la separación y si además es de mutuo acuerdo tampoco por
los tribunales ni hacerse con los servicios de abogados y procuradores”,
explica la mediadora.
Actualmente en el Estado español se
producen alrededor de 7 rupturas por cada 10 matrimonios; el nº de
personas separadas y divorciadas se ha multiplicado en una década alcanzando al
6% de la población adulta, un ratio superior a los países de nuestro entorno.
Según el último informe del Instituto de Política Familiar (IPF), desde que
entró en vigor la Ley del Divorcio ha habido 3 millones de rupturas
matrimoniales. “La norma fue un hito de la democracia”, sostiene Real. “La
anterior databa del año 32, promulgada por la II República, que fue derogada
por el Régimen franquista. Para mucha gente a la que no le salieron las cosas
como esperaban, no poder divorciarse les supuso un calvario; los que podían se
marchaban del país; los que no, aguantaron amargamente durante décadas”, relata
la abogada con una dilatada experiencia en esta materia procesal.
convivencia tóxica.
Azucena, una
pizpireta octogenaria de Donostia, fue de las 1ªs vascas en divorciarse en
el 81. “Me había casado jovencísima con el ‘hombre de mi vida’, pero
aquello empezó a hacer aguas muy pronto. Nacieron los niños y el príncipe
azul dejó de serlo. No habían llegado los 60, pero a pesar de las presiones
familiares para que aguantara con él decidí independizarme; dentro de lo
que cabe la separación fue civilizada. Yo quería romper el vínculo, aunque no
rehice mi vida sentimental”, relata.
Azucena se puso a trabajar fuera del
hogar, al tiempo que recobró los libros. “Me forme en FP y esto posibilitó que
tuviera mi independencia económica, clave en aquellos años y ahora para que las
mujeres podamos decidir sobre nuestro futuro”, añade sonriente, al tiempo que
dice no entender a las mujeres que aguantan carros y carretas por los
hijos una convivencia que les mina la salud física y mental. “Precisamente los
vástagos tienen que ser un aliciente para salir del infierno que puede suponer
un mal matrimonio. Ahora no hay excusa”, sentencia por experiencia propia.
En Euskadi, en el 1º trimestre de
2016, según las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), se
iniciaron 771 divorcios de mutuo acuerdo, un 11,1% menos que en ese mismo
periodo en 2015, mientras que los divorcios contenciosos descendieron cerca de
un 7% (439 casos). “Tal vez la crisis tenga algo que ver con ello”, dicen las
expertas.
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