SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife|diario de avisos.com/enero 19, 2014 |
La clase social influye en el rendimiento escolar. La literatura
educativa ha dejado constancia a lo largo de la historia de que la
situación económica afecta a los resultados académicos. La pregunta hoy
es cuánto y cómo será la huella que la crisis dejará en miles de
jóvenes. Es muy difícil de cuantificar, pero hay datos que advierten del
peligro. En todo el país hay 222.300 hogares sin ningún tipo de
ingresos donde vive al menos un menor de 16 años; 16.300 de estas
familias residen en Canarias. Estas cifras han ido creciendo a medida
que la crisis se ha mantenido en el tiempo. ¿Qué futuro aguarda a estos
jóvenes? ¿Están abocados a malos resultados en la escuela y a peores
empleos?
El dato se hizo público esta semana gracias a una pregunta en el Congreso del diputado socialista Miguel Ángel Heredia.
En la respuesta oficial, el Gobierno detalló que la provincia oriental
cuenta con un nº mayor de núcleos familiares con todos sus miembros
sin trabajar ni recibir ingresos. En Las Palmas hay 9.600 y en Santa
Cruz de Tenerife 6.700. Estas cifras no solo revelan que la vida de
estas personas es más precaria, sino que avisan de que hay una
generación con el futuro hipotecado.
Por comunidades autónomas,
Andalucía se sitúa a la cabeza con 58.400, seguida de Cataluña (32.200) y
Comunidad Valenciana (30.600). Extremadura (5.000), Baleares (6.000) y
Galicia (7.000) son las que menos hogares con esas características
registran.
José Saturnino Martínez, docente de Sociología de la
Universidad de La Laguna (ULL), es uno de los expertos que considera
que el origen socioeconómico es más relevante en el fracaso escolar que
las políticas que se lleven a cabo en la enseñanza. A la hora de
analizar el asunto de las desigualdades educativas “hay que tener en
cuenta 2 cuestiones: la falta de ingresos y qué familias son las que
tienen pocos ingresos”. Esa distinción es fundamental: el rendimiento
escolar no mejora siempre que se incrementa el poder adquisitivo. A
partir de un determinado nivel económico no hay una evolución ascendente
en los resultados académicos. El dinero influye a la baja, es decir,
cuando no hay, pero casi siempre porque es síntoma de otras carencias.
“La educación de los padres es lo que más incide”. En concreto, los
estudios de la madre son clave porque, a pesar de los avances en
igualdad de género, son ellas las que normalmente están más pendientes
de la educación de los hijos.
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