Manual para madres solasMaría RosasEspecial para Vida y Estilo
04 de septiembre de 2005
Millones de mujeres en todo el planeta crían hoy a sus hijos solas. No es fácil asumir todos los papeles a la vez, pero se puede y es posible con diálogo, comunicación y sin victimizar a nadie.
El diálogo y la complicidad no son obstáculos para la autoridad, pero obligan a darle nuevas formas.
Los niños de hoy están acostumbrados a expresarse, decidir y escoger. Soportan poco las prohibiciones y las órdenes abruptas.
Es importante saber que la proximidad de la relación madre-hijo no significa una igualdad en el estatuto niño-adulto, padre-hijo.
En otras palabras, inclusive si existe un espacio de negociación dentro de la autoridad, al final el adulto es quien decide, y las madres solas tienen que ser quienes decidan.
Para crecer, los niños deben identificarse con modelos masculinos y femeninos, lo cual es diferente de una identificación con el padre o la madre.
Hay que admitir que los lazos de sangre no juegan el mismo papel que en otros tiempos y que el padre biológico no es necesariamente el actor educativo. Hay que salir de ese mito en el cual el padre es el único ser capaz de simbolizar la autoridad. En ausencia física del padre, los niños toman los soportes de identidad que necesitan, tales como un padrastro, un tío, un maestro y hasta un héroe.
De cualquier forma, para poderse estructurar el niño debe poseer la imagen de un padre simbólico. Para eso hace falta que la madre haga referencia a la existencia de ese tercero diciendo, por ejemplo: “Si tu padre estuviera aquí, no le gustaría que tú...” o “tu padre estaría muy orgulloso de ti”. De hecho, es la palabra materna la que “crea” al padre.
Muchas madres solas, cuando están activas y estresadas, tienen la tendencia a enojarse más rápido, sobre todo cuando los niños se están peleando. Preocupadas por sus reacciones siempre se preguntan si será bueno pedir perdón a los chicos después.
¿Estamos frente a un problema de autoridad o de paz interna? En ocasiones, por ejemplo, cuando uno llega tarde del trabajo es imposible explicar tareas de matemáticas. Entonces, el vaso se desborda bajo la forma de una crisis, de castigos injustificados, de regaños. Claro, uno puede disculparse después de haberlo hecho, pero es importante que el niño entienda que su madre no está siempre disponible y que puede quebrarse.
En cuanto a los hermanos, en la mayoría de los casos ellos son perfectamente capaces de solucionar sus diferencias sin que la madre intervenga. Es mejor no entrar en el juego de las manipulaciones.
En muchos casos, las madres deben cuidar de los niños durante la semana, cuando hay más ajetreo en las actividades. En cambio, los padres cuidan de los niños los fines de semana, lo cual les permite tener actividades más festivas y tranquilas. ¿Cómo responder a los hijos que denigran sin tregua la vida en casa de sus madres?
Un padre para el juego y una madre para las frustraciones y los pleitos, éste es el esquema clásico del divorcio. El objetivo de la custodia compartida consiste en reestablecer el equilibrio con una mejor distribución de las ocupaciones y de las felicidades entre los dos padres. Muchos papás aceptan voluntariamente implicarse en la vida cotidiana de sus hijos si se les deja la parte divertida. Si no es posible, el total de la pensión alimenticia puede ser reevaluado para financiar, por ejemplo, el pago de una ayuda para las tareas.
Esperando que una solución sea renegociada entre los padres, las madres pueden aceptar que sus hijos sean felices con sus padres y pedirles, por ejemplo, que ayuden con la limpieza del hogar. Así tendrán tiempo para divertirse también en la casa de las mamás.
El enojo infantil
Los hijos de padres divorciados o de madres solteras suelen enojarse por su situación e incluso volverse violentos y agresivos con la madre. Los psiquiatras infantiles afirman que esta violencia, que a veces puede ir lejos, expresa el deseo de alejarse de la madre y la necesidad de estar cerca de ella al mismo tiempo. La violencia apela a un conflicto interno que no puede resolverse hasta que madre e hijo se separen aunque sea de forma momentánea.
Las madres dicen sentirse impotentes y tienen razón. No pueden ayudar a sus hijos a que se conviertan en hombres. Para eso, el niño debe hacer sus intentos en la sociedad. Una madre no será jamás un padre para su hijo, pero tiene que entender que el pequeño busca emanciparse. Ella puede ayudarle a crecer aceptando que se vaya a vivir con su padre, lo cual no impide que en el momento en el que el niño sea violento se pare en seco la conversación con una frase como: “¡Yo no puedo responderte si me hablas con esas palabras y en ese tono!”.
Los especialistas también afirman que muchas veces los papás suelen hablar mal de mamá, hay que hablar con el padre —si es posible— y decirle la verdad a los niños: que su padre está, sin duda alguna, muy triste porque ya no pueden vivir todos juntos y que inclusive los adultos pueden decir palabras feas cuando son infelices.
Busque más información sobre éste y otros temas relacionados a la crianza de los hijos en www.muypadres.com
Una separación o divorcio provoca cambios que pueden afectar el comportamiento de los miembros de la familia. (Archivo)
Mandefender World Ring: http://mandefender.freeservers.com
Obtener mensajes en RSS: http://es.groups.yahoo.com/group/Mandefender/rss
1 comentario:
Lei y el artículo y creo que la manera de tratar al padre bilógico no es justa. Vivas o no vivas con tu hijo la autoridad sobre el es del padre, no de un padrastro, abuelo o tío y es responsabilidad de la madre inculcar esto en el pequeño.
Soy esposa de un hombre divorciado y día a dia veo luchar a mi esposo porque su hija entienda que aunque no vivan juntos el tiene autoridad, el puede dar órdenes y lucha con una madre que no le da su lugar.
Publicar un comentario