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“¿Pero es que no hay mujeres malvadas?”
La frase no es mía sino de una profesional del periodismo de gran prestigio, del medio televisivo, y para exponerla de forma más rigurosa y completa, digamos que la cosa suena así: “Estoy hasta el moño del rollo de la violencia de género. ¿Pero es que no hay mujeres cabronas?”.
Hispanidad, lunes, 02 de marzo de 2009.
El último insulto -anunciado la pasada semana- del Gobierno feminista de ZP a las mujeres consiste en elevar de falta a delito la categoría de la amenaza proferida por un hombre a un mujer.
Naturalmente, si la amenaza fuera inversa, proferida por una mujer contra un hombre no se contempla ni falta ni delito fuera del derecho común, por dos razones.
Las mujeres amenazan, estamos ante un ente de ficción, una hipótesis imposible.
Digo insulto porque, a la postre, lo que el 'lobby' feminista que controla el PSOE está diciendo es que considera idiota a la mujer, tan idiota que no sabe ni hacer daño a su prójimo.
Las feministas acusan a la Iglesia de que en su momento dudó sobre la existencia de alma en las mujeres. Es un bulo del pasado que ellas hacen realidad en el presente.
Por lo demás, no cabe la menor posibilidad de que alguna desaprensiva -no existen- se aproveche de la nueva barbaridad zapatera, porque las mujeres no mienten nunca.
En los juzgados de familia, en los de violencia de género, el único que miente es el malvado varón, para ocultar su violencia infinita.
Por tanto, no cabe la menor posibilidad de que una mujer se invente una amenaza y considere la amenaza un mal gesto, una mala mirada.
Recuerden que la famosa cifra de las 600.000 maltratadas existentes en España surgió de un profundo y muy científico estudio en el que se consideraba mujer maltratada a toda aquélla a la que su pareja no le dejaba el mejor lugar del salón ante el televisor.
Naturalmente, a las feministas y a los editorialistas de El País -nunca olvidaré un divertido editorial del diario de los Polanco en este sentido- la cifra les pareció minúscula como elemento de propaganda.
Como es sabido, los números son tan rigurosos como mentirosos -el rigor no suele ser otra cosa que la máscara de la mentira- así que las feministas duplicaron las cifras de inmediato y alcanzaron, tras otro científico estudio, los 1,2 millones de mujeres maltratadas en España.
No era suficiente para imponer el feminazismo, por lo que han decidido elevar la cosa hasta el 10% de toda la población femenina, lo que hace 2,3 millones de féminas maltratadas por el odiado varón, y esto se hincha.
Cuando empezó la coña zapatista de la violencia de género, secundada por el PP centro-reformista y políticamente correcto, las feminazis hablaban de violencia psíquica.
Luego lo dejaron a un lado, más que nada porque cayeron en la cuenta de que si la mujer no es capaz de ejercer violencia psíquica sobre el varón es que, sencillamente la mujer es idiota.
Ocurre que no es así, y que la mujer no sólo ejerce la misma violencia psíquica sobre el varón que éste sobre ella, sino mucho más.
La principal violencia que existe hoy en día es la que protagoniza la mujer -el hombre es elemento secundario, aunque no por ello menos disculpable- al asesinar a su hijo antes de que nazca.
Pero, es que, además, la mujer, privada de la fuerza física del varón -fuerza que cada vez tiene menos importancia a la hora de controlar el poder social- desarrolla más la fuerza psíquica, por la misma razón que el gamo desarrolla la velocidad y el olfato, no las garras que no posee.
Claro que hay mujeres cabronas, un montón. Al menos tantas como hombres.
Y claro que la imbecilidad feminista del Gobierno Zapatero -encarnada en la vicepresidente primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega- no acabará con la violencia de género, todo lo contrario: la está multiplicando de forma exponencial.
Es lo que ocurre con toda la ley injusta, porque recuerden: no hay paz sin justicia y las leyes sobre violencia de justicia son injustas en origen, un verdadero fraude para saciar el ansia de venganza de un buen número de féminas -todas ellas feministas- que viene... por desamoradas, degeneradas; por degeneradas, desquiciadas.
La injusticia genera violencia y las injustas leyes sobre violencia de género generarán más violencia contra la mujer -violencia particular- y contra el varón -terrorismo de Estado-.
¿Dónde está la esperanza? En mi colega televisiva, en las mujeres que no están dispuestas a seguir el viejo lema de maese Arzallus: “Unos menean el nogal y otros recogemos las nueces”.
En el presente caso, unas.
Eulogio López: eulogio@hispanidad.com
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