http://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/20/andalucia_malaga/1248072368.html
Coyuntural
Soledad Benítez Piaya lunes 20/07/2009
La crisis económica se está dibujando como la causante de que los juzgados de familia se saturen de procedimientos contenciosos.
Y es que, si es complicado llegar a soluciones amistosas cuando hay posibilidades económicas, la cosa pinta muy mal cuando los recursos no ayudan.
Hasta hace muy poco, cuando una pareja se divorciaba, podía optar a vender la casa en un plazo prudencial y cada uno empezaba una nueva vida.
Ahora la situación es bien distinta; ambos se ven atados por una hipoteca que les ahoga y sin posibilidad de vender la vivienda, y en este sentido, el escenario que se dibuja no es muy halagüeño, porque la compraventa de casas continúa a la baja, y las previsiones para este año son muy pesimistas.
Por esta razón, es posible que haya parejas que, aún estando en dificultades, prefieren aparcar la decisión de divorciarse ante el panorama que existe.
Se ven con la imposibilidad de pagar por separado la hipoteca ó están desempleados.
Ante esta situación, es muy difícil dar el paso. Sin embargo, creo que esta pausa puede que se produzca cuando el conflicto sea incipiente, porque si una persona ya no ve salida a su relación y el problema es ya un hecho, permanecer juntos es inviable y puede dar lugar a situaciones indeseadas.
Por otra parte, también es cierto que esta misma situación económica es causa del incremento de conflictividad en la pareja.
A nadie se le escapa el hecho de que habiendo dinero, las cosas se ven de manera muy distinta de cuando existen privaciones. Y es que se ha escrito mucho sobre la idoneidad del «buen divorcio» y de cómo las rupturas de mutuo acuerdo favorecen el clima de diálogo entre los progenitores, generando un ambiente más favorable para relacionarse con los hijos.
Yo no tengo nada que objetar a este razonamiento, de hecho estoy absolutamente convencida de sus bondades, de que lo ideal es lograr ese equilibrio, asumir que las dos partes pierden y que esas pérdidas deben compartirse.
Sin embargo, en situaciones en las que vivimos, lograr un equilibrio es muy difícil si no existe conciencia de que hay que cambiar el ritmo de vida y buscar soluciones drásticas.
Porque cuando una de las partes cree que el otro es el que debe sacrificarse, el que debe buscar soluciones, enarbolando la mayoría de las veces la bandera del bien supremo del menor y obviando que los adultos también tienen sus derechos, el conflicto está servido.
Es entonces cuando el Juez y todos los operadores jurídicos deben valorar cada situación, sin caer en la tentación de medir a todo el mundo por el mismo rasero, intentando dictar resoluciones que se puedan cumplir, porque si no es así, tras la sentencia vendrá el impago de las pensiones, después el embargo de la vivienda y por último la ruina de la familia.
¿ Y entonces qué?
Una última consecuencia de la crisis en los procesos de familia, es la proliferación de los procedimientos de modificación de medidas en los que el obligado al pago de una pensión solicita que se le reduzca su importe ó incluso se le exima de ello al no tener ingresos.
Evidentemente, el progenitor obligado al pago, por mucho que esté en desempleo, debe procurar a los hijos un mínimo vital. Y eso es así, simplemente porque es su obligación.
Eso no es discutible.
Lo que ocurre es que salvando ese mínimo, hay que valorar si unas pensiones, que se establecieron en su día teniendo en cuenta los ingresos que entonces percibiera el progenitor no custodio, y para mantener a los hijos en un determinado nivel de vida, no deben adecuarse de forma inmediata cuando la situación laboral cambia drásticamente.
Porque lo que no puede ser es que esas obligaciones se mantengan con el socorrido argumento de que la situación es coyuntural, en un claro perjuicio y abuso del que tiene que pagarlas.
¿Es coyuntural ó circunstancial un desempleo que se prolonga meses?
¿Es coyuntural una situación empresarial que viene arrastrado pérdidas durante meses?. Ciertamente, no.
Es por eso que creo que en estos momentos hay que ser creativos, los juzgados tienen que colaborar en dar solución a estos graves problemas que inciden directamente en las familias.
Pienso que en los tiempos que corren, los jueces de familia no deberían ceñirse a la letra de la ley y sí buscar medidas intermedias que hagan posible sobrellevar la situación, una situación que tenemos encima y que exige medidas drásticas.
Así, cuando es imposible hacer frente al abono de la pensión establecida en otro momento, quizás los progenitores podrán compartir el mantenimiento de los hijos al 50% teniéndolos en su compañía, y si es imposible pagar la hipoteca, antes de que el banco se quede con la casa, deberían alternarse en su uso, alquilarla ó si hay suerte venderla.
Lo que no es viable es pretender lo imposible, hay que ver las cosas con claridad.
Las partes deben entender que el problema es de los dos, no sólo de uno de ellos
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