El inicio de una vida juntos es uno de los cambios más significativos a los que nos enfrentamos a lo largo de nuestra vida. Es un paso muy importante. Como ya comentamos, las consideraciones y decisiones financieras juegan un papel esencial que muchas parejas dejan de lado. La 1ª causa de divorcio son problemas relacionados con el dinero, mismos que podríamos haber evitado.
A CONTINUACIÓN, ALGUNOS CONSEJOS ADICIONALES:
- Acuerden el régimen matrimonial bajo el cual se unirán. El Código Civil es diferente en cada estado, pero en general hay 2 tipos de régimen matrimonial.
- Régimen de sociedad conyugal. Implica que los bienes producto del matrimonio pertenecen a la pareja en proporciones acordadas en el establecimiento de dicha sociedad. Es muy importante que se elabore una lista notariada de los bienes que cada uno tenía antes de casarse, ya que de lo contrario un divorcio podría complicarse mucho. Cuando una pareja decide casarse bajo este régimen, el establecimiento de un contrato prenupcial, en el cual se detallen los derechos y obligaciones que tendrá cada integrante de la pareja como miembro de la sociedad conyugal, puede ayudar en el sano desarrollo del matrimonio. Además, si a dicho contrato se le añaden cláusulas relativas a la disolución de la sociedad por las distintas causas que señala la ley, puede resultar útil para ambos en caso de que —ojalá no— decidan separarse.
- Régimen de bienes separados. Puede ser total o parcial. En el 1º caso, establece claramente que los bienes de la pareja pertenecen a quien los aportó, lo cual simplifica notablemente los trámites en caso de separación. En el 2º, los cónyuges deben establecer una sociedad conyugal para aquellos bienes que se decide no incluir en el régimen de separación. En ambos casos, el establecimiento de un contrato prenupcial puede apoyar decididamente el sano desarrollo de la relación y ser muy útil en caso de que el matrimonio ya no funcione y lamentablemente se decida terminar. Cabe aclarar que en ninguno de los casos se reducen las obligaciones legales y morales para con el cónyuge y los hijos.
- Determinen sus necesidades de aseguramiento. En muchas parejas, aunque ambos trabajen, el cumplimiento de las metas dependen de los ingresos de ambos. Por ello es importante que, en caso de un imprevisto, se encuentren debidamente protegidos. Las parejas deberían siempre determinar sus necesidades de aseguramiento y repasarlas una vez al año por lo menos, revisando coberturas y actualizando, en caso necesario, a los beneficiarios de sus pólizas.
- Hagan o actualicen sus testamentos. Muchas parejas lamentablemente no hacen testamento, con lo cual no pueden proteger sus bienes (y a las personas a quienes quieren dejar su legado) de forma efectiva. Si tienen hijos, por su propia protección también deberían discutir quién será su tutor en caso de que ambos fallezcan.
Como toda organización, el matrimonio debe permitir —incluso fomentar— el desarrollo de las metas personales e individuales de cada uno de sus integrantes. Pero a la vez, debe incluir metas más grandes, aquéllas en las cuales deben participar ambos de forma efectiva para poder alcanzarlas. Esas metas tienen que ver con la necesidad del ser humano de sentirse amado, de construir una familia, etcétera. El verdadero matrimonio involucra compartir esta misión y mantener un compromiso profundo con ella.
La misión del matrimonio y las metas conjuntas sólo se pueden lograr si existe la libertad suficiente para permitir una verdadera cooperación. Debe existir la suficiente flexibilidad para que ambos logren también sus metas propias, sin que uno prevalezca sobre el otro.
Sin este incentivo, se perderá la colaboración conjunta, que es tan importante para alcanzar los objetivos que para ambos son superiores.
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