La estabilidad familiar de los pequeños cambia y esto siempre trae consecuencias.
Gema lendoiro| 22/03/2014
Desde que en 1982 se instauró el divorcio en España es una
imagen habitual: padre con niños en fin de semana o madre con niños en
la misma tesitura. Cuando los padres se separan pierden muchas cosas importantes
en la vida pero por encima de todo quienes pierden de verdad son los
niños. Su estabilidad familiar tal y como la habían conocido hasta ese
momento, cambia y esto siempre trae consecuencias. Lo importante es que
ambos progenitores tengan una causa común por encima de todas las
discusiones: que los niños sigan creciendo felices.
Sobre el papel todo parece sencillo, pero si ambos se
esfuerzan y dejan de lado los reproches mutuos o todas aquellas cosas
que no funcionaron siendo pareja, su función de padres puede seguir
siendo bueno y los hijos en común evitarán traumas que pueden arrastrar para el resto de sus vidas.
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