CARLOS DORADO
| cdoradof@hotmail.com |EL UNIVERSAL|sábado 1 de marzo de 2014
Confieso que siempre que veo la revista "Hola"
la compro, ya que no me crea ningún tipo de inquietud. La termino de
leer, mejor dicho de ver, y me digo: "cónchale, qué bien vive esta
gente, qué bien está el mundo".
Adicionalmente, siempre estás al día,
con el nacimiento del hijo de no sé quién, el bautizo de ese mismo niño,
su 1ª novia, su matrimonio, su divorcio. Sigues en fotos, la vida
de las supuestas personas que cuentan, y las cuales aparecen de vez en
cuando rodeados de negritos famélicos, en algún pueblo de África,
haciendo obras de caridad. Porque esta gente es bien completa, y hasta
tienen tiempo para dedicarle a la solidaridad humana.
Hasta sus divorcios, no son como los divorcios de la gente normal: sufridos, llenos de rabia, de fracasos y peleas. ¡No! Si uno lee en Hola a una recién divorciada, dice con mucha clase: "nos quisimos muchísimo, pero se terminó el amor. Le deseo lo mejor". ¿Se terminó el amor? Como si eso se comprase, y se fuese consumiendo. ¡Quizás el amor, sea lo único que compran poco esta gente!, porque a algunos de ellos, ya se le termina en plena luna de miel. En este caso, mis padres, fue lo único que tuvieron en abundancia, porque les duró toda la vida, hasta que la muerte los separó.
Somos una sociedad pret a porter. Tenemos mucha tecnología y poca humanidad. Somos más sofisticados, pero menos básicos y sobre todo en los valores y en la moral. Vivimos relaciones desechables, ideas y principios de moda. El culto exagerado por la belleza en la sociedad actual, se ha convertido en una obsesión. Hemos convertido la belleza en un anuncio publicitario, en una mercancía y en una necesidad, la cual marca supuestamente la felicidad de las personas. Una felicidad que termina estando en una pastilla de Prozac, porque supuestamente nos aleja de la depresión y nos acerca a la satisfacción.
¡El mundo actual nos dice todo lo que debemos de tener, pero no nos dice lo que debemos hacer para tenerlo! Y los problemas de adelgazar, de no ser el más bello, o tener una mejor casa, momentáneamente se lo dejan a una pastilla para que se lo resuelva.
Estar satisfecho es un ingrediente importante para la felicidad, pero estar agradecido con lo que se tiene, quizás sea uno de los más importantes.
Definitivamente, la sencillez es el recurso de los inteligentes, y sólo aquellos que saben elevarse y apreciar las cosas importantes de la vida, más allá de la hojarasca y el ruido social; son sabios.
Mi Madre, que tenía únicamente 3 vestidos; llamaba a 2 de ellos; "vestidos para el diario", que los usaba para trabajar, y el "vestido de los domingos" para ir a misa, me solía decir: "Carlos, no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita".
¡Fue feliz, a pesar de que nunca salió en Hola!
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