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Conociendo la novia de papá: Después del divorcio
miércoles, 6 mayo 2009
Cuando hay un divorcio cambian los hábitos familiares cambiando el orden de las cosas a la hasta hora conocido para nuestros hijos. Tener una nueva pareja es un desafío.
Luego de una separación o de un divorcio todo lo que venga a alterar el orden de lo conocido parece a simple vista amenazante y terrorífico.
Así, algunos personajes que llegan después de algún tiempo de tranquilidad, mueven y sacuden lo que parecía ya quieto, estático y perfectamente solidificado.
Conocer a la nueva pareja de los padres es para cualquier hijo, una experiencia ambivalente. Tiene un poco de todo. Odio y amor juntos.
Aunque alguna de estas 2 polaridades se manifieste más insistentemente y sea así la visible.
Y esta ambivalencia no recae sólo sobre la nueva pareja, sino principalmente sobre los mismos padres.
Pero no hay que alarmarse por creerse odiados por nuestros propios hijos, porque esto es común y esperable; aún si no presentáramos a ninguna nueva pareja.
La introducción y presentación debe ser muy cuidada por parte de los padres.
Se recomienda no sorprenderlos con algo así, sino más bien ir adelantando de a poco la presencia de esta nueva persona en nuestra vida.
Algunos niños y jóvenes tenderán a tomar esta nueva inclusión como una exclusión hacia ellos. Esto es muy frecuente.
Lo que podemos hacer es explicitar qué lugar ocupa esta pareja en nuestra vida, y reconocer, distinguir y diferenciar claramente el lugar que ocupan ellos.
Parece darse por sobreentendido que ellos captarán esto sin que lo expliquemos.
Pero lo que ocurre es que en la fantasía de los pequeños muchas veces, tienden a creer que deben llenar el lugar que quedó vacante junto a sus padres luego de una separación.
Algunos reconocemos esto como Edipo.
Si somos claros y cuidadosos en no confundir espacios ni roles (los de la pareja con los de los hijos), los niños o jóvenes tendrán un resguardo para ese posible sentimiento de exclusión o de ser reemplazados que puedan llegar a tener.
Otras veces lo que les ocurre a los hijos es creer que nuestra decisión de armar una nueva pareja, luego de una separación o divorcio, tiene que ver con algo que ellos hayan hecho. Toman la situación autorreferencialmente.
Es decir, no pueden poner allí la distancia para aceptar que las decisiones de sus padres pueden no tener que ver con ellos.
En esto también es conveniente en la medida de lo posible, ser claros para expresarles que esto no es algo hecho en contra de ellos, ni para lastimarlos, ni para agradarles.
Es una decisión personal que tiene que ver con nuestra vida de adultos.
Es por ello que la decisión de armar una nueva pareja requiere que seamos respetuosos de nuestros hijos y cuidadosos.
Lo cuál no significa que sean ellos quienes decidan sobre lo que es mejor para nosotros.
No son ellos los que deciden, ni aprueban.
Niños y jóvenes sanos pueden mostrarse muy enojados, disgustados y maleducados en un principio.
Demostrando abiertamente su negativa a aceptar a la nueva persona.
Sin embargo, el tiempo y el crecimiento suelen demostrarles que aquello que parecía una amenaza y un castigo, puede transformarse en un aliado, un refugio, un confidente y hasta un buen referente y modelo.
Es cuestión de ser pacientes y aceptar con respeto lo que ellos puedan hacer en un principio con esto, sin llegar a tolerarles escenas inapropiadas.
Se los acepta como son y como actúan abriendo la puerta así, a que ellos también puedan aceptarnos a nosotros como somos y con la pareja que elegimos tener.
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