La sospecha se confirma. La esperada bajada de impuestos,
que entró en vigor el 1 de enero, va a ser finalmente una mera puesta
en escena, un cuento de Navidad cuyo desenlace real será, al cabo del
año, un país que pagará más impuestos que en 2014. Lo
pagaremos de otro modo, eso sí, pero lo que ahorraremos por renta o
impuestos sobre el ahorro irá a parar a la Administración por otro lado.
A corto plazo, los trabajadores
notarán en la nómina de enero un aumento de sus ingresos como
consecuencia de la aplicación de una menor retención a cuenta del impuesto que se declarará en junio de 2016.
La mejora será discreta, de unos 30 euros al mes de media, es decir,
entre 350 y 400 euros al año, pero tras 4 años de incesantes
subidas, supondrá un alivio.
El Gobierno se aferra a este dato y a la reducción de los tipos fiscales sobre el ahorro para decir que su nueva reforma fiscal supondrá una rebaja de impuestos de 9.000 millones de euros para trabajadores y empresas entre los años 2015 y 2016.
La otra mitad de la historia es que no hay tal bajada de impuestos.
Lo ha reconocido oficialmente en un documento clave que tiene que
remitir a Bruselas, la actualización del Programa de Estabilidad
2014-2017, según ha desvelado Vozpopuli.com. En ese documento el Gobierno reconoce que la presión fiscal sobre el PIB, la parte de la riqueza nacional que se queda el Estado vía impuestos, subirá desde el 33,9% actual hasta un 34,7% en 2017. Es decir, quedará menos riqueza en manos de personas y empresas.
Ya en 2015, año de la supuesta rebaja de impuestos, la presión fiscal aumenta un 0,3% gracias a impuestos medioambientales y a tasas sobre transacciones financieras.
En 2016, 2º año en que el Ejecutivo aseguraba bajar tasas, esa presión se incrementará hasta el 34,5%, un 0,6% más que en 2014.
Y finalmente, en 2017, la subida de impuestos alcanzará un 0,8% más que en la actualidad.
Los culpables de esta treta o engaño son tanto la administración central como las autonomías y ayuntamientos que subirán otros impuestos para compensar la pérdida de recaudación derivada de la rebaja del IRPF. En concreto, el nuevo sablazo fiscal vendrá sobre todo de las tasas a las transacciones financieras y de la llamada “fiscalidad medioambiental”, en especial, la que recae sobre grandes superficies y grandes comercios, y que ha sido creada por las autonomías.
A todo esto hay que añadir la creciente recaudación que están consiguiendo todas las administraciones vía multas y sanciones de todo tipo.
En definitiva, el Estado ingresará más en términos absolutos por el crecimiento de la actividad económica y las nuevas tasas, y en términos relativos, es decir en porcentaje de impuestos sobre el PIB. ¿Mejorarán en la misma medida los servicios públicos?
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