CARLES COLS / Badalona /Sábado, 29 de septiembre del 2012
Jessica, afortunada con un piso social de Badalona, no puede entrar en el porque está ocupado.
El alcalde de Badalona, Xavier Garcia Albiol (PPC), creyó haber dado el pasado mes de febrero con la piedra filosofal de las políticas sociales, es decir, una fórmula con la que convertir el drama de los desahucios inmobiliarios impulsados por los bancos en una solución para algunas de las familias más necesitadas de la ciudad.
Él, hombre indudablemente de derechas, parecía darle lecciones a los alcaldes socialistas de su entorno.
El ayuntamiento ¿prometió Albiol¿ iba a gestionar a precios razonables el alquiler de esa gran bolsa de pisos vacíos que de repente había en la ciudad porque los bancos eran implacables con las deudas hipotecarias y, así de paso, iba a evitar que las mafias de la ocupación ilegal se hicieran dueños por la fuerza de esas viviendas.
"Esto ha sido un enorme engaño", explica el exalcalde de la ciudad, el socialista Jordi Serra. "Ha jugado con la ilusión de la gente", añade.
Unas 1.500 personas se inscribieron en las listas de espera.
Al final, según admite el propio ayuntamiento, solo alrededor de una decena de pisos han sido adjudicados satisfactoriamente.
Lo peor, no obstante, no es eso. Algunos de los afectados, personas que pasan por serios apuros económicos, han llegado a pagar la fianza del alquiler y siguen sin piso.
El alcalde de Badalona, Xavier Garcia Albiol (PPC), creyó haber dado el pasado mes de febrero con la piedra filosofal de las políticas sociales, es decir, una fórmula con la que convertir el drama de los desahucios inmobiliarios impulsados por los bancos en una solución para algunas de las familias más necesitadas de la ciudad.
Él, hombre indudablemente de derechas, parecía darle lecciones a los alcaldes socialistas de su entorno.
El ayuntamiento ¿prometió Albiol¿ iba a gestionar a precios razonables el alquiler de esa gran bolsa de pisos vacíos que de repente había en la ciudad porque los bancos eran implacables con las deudas hipotecarias y, así de paso, iba a evitar que las mafias de la ocupación ilegal se hicieran dueños por la fuerza de esas viviendas.
"Esto ha sido un enorme engaño", explica el exalcalde de la ciudad, el socialista Jordi Serra. "Ha jugado con la ilusión de la gente", añade.
Unas 1.500 personas se inscribieron en las listas de espera.
Al final, según admite el propio ayuntamiento, solo alrededor de una decena de pisos han sido adjudicados satisfactoriamente.
Lo peor, no obstante, no es eso. Algunos de los afectados, personas que pasan por serios apuros económicos, han llegado a pagar la fianza del alquiler y siguen sin piso.
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