El Periodico
Un libro saca los colores al conflicto de la vivienda en España.
Ada Colau y Adrià Alemany presentan 'Vides hipotecades', una obra que denuncia la creación de la burbuja inmobiliaria y la penalización en forma de desahucios.
Miércoles, 4 de abril del 2012/TONI SUST / Barcelona El 90% de la población de Barcelona y Madrid vivía de alquiler en 1950.
El 51% en toda España. "Queremos un país de propietarios, no de proletarios", dijo en 1957 el primer ministro de la Vivienda, José Luis Arrese.
La frase es significativa y marcó un cierto cambio, progresivo.
Muchos años después, no hace mucho, alquilar se convirtió en una opción negativa, perdedora. Solo un tonto alquilaba cuando comprar un piso era más barato.
Y lo era: el acceso al crédito se vio facilitado y poco menos que se convenció a la gente de que comprar un piso era prácticamente obligado. Ese piso iba a subir de precio, o por lo menos nunca bajaría, se tranquilizaban los compradores.
Ada Colau y Adrià Alemany, impulsores de la Plataforma d'Afectats per la Hipoteca, se han decidido a plasmar por escrito su experiencia de denuncia de la responsabilidad de bancos y cajas, y de la administración, entre otros actores, en el proceso que ha llevado a las familias a sufrir la pérdida de la vivienda, deshaucios, deudas de por vida o todo esto a la vez.
El libro aborda la angustia que ha vivido la población afectada por este conflicto, pero también se detiene en algo que Colau considera positivo: el hecho de que la gente ha tomado conciencia de la existencia del problema, si bien de entrada la mayoría no sabía cómo reaccionar: "Cuando empezamos creíamos que nos encontraríamos a gente muy cabreada, y nos encontramos a gente deprimida".
Alemany advirtió de que no fue casual que la ciudadanía se lanzara a comprar viviendas, y de que algunos "construyeron mitos" para persuadir a los que se convirtieron en compradores: "Algunos tienen más responsabilidad que otros por la información que tenían".
Los dos autores defendieron la dación en pago y la moratoria de los desahucios y advirtieron de que la lucha en favor del derecho fundamental de la vivienda sigue viva.
"Qué sociedad puede mirarse al espejo cuando tolera que se desalojen viviendas en las que viven niños", subrayó Coalau.,
El 51% en toda España. "Queremos un país de propietarios, no de proletarios", dijo en 1957 el primer ministro de la Vivienda, José Luis Arrese.
La frase es significativa y marcó un cierto cambio, progresivo.
Muchos años después, no hace mucho, alquilar se convirtió en una opción negativa, perdedora. Solo un tonto alquilaba cuando comprar un piso era más barato.
Y lo era: el acceso al crédito se vio facilitado y poco menos que se convenció a la gente de que comprar un piso era prácticamente obligado. Ese piso iba a subir de precio, o por lo menos nunca bajaría, se tranquilizaban los compradores.
Ada Colau y Adrià Alemany, impulsores de la Plataforma d'Afectats per la Hipoteca, se han decidido a plasmar por escrito su experiencia de denuncia de la responsabilidad de bancos y cajas, y de la administración, entre otros actores, en el proceso que ha llevado a las familias a sufrir la pérdida de la vivienda, deshaucios, deudas de por vida o todo esto a la vez.
"Gente deprimida".
Colau y Alemany han coescrito Vides hipotecades, que han presentado este miércoles en Barcelona.El libro aborda la angustia que ha vivido la población afectada por este conflicto, pero también se detiene en algo que Colau considera positivo: el hecho de que la gente ha tomado conciencia de la existencia del problema, si bien de entrada la mayoría no sabía cómo reaccionar: "Cuando empezamos creíamos que nos encontraríamos a gente muy cabreada, y nos encontramos a gente deprimida".
Alemany advirtió de que no fue casual que la ciudadanía se lanzara a comprar viviendas, y de que algunos "construyeron mitos" para persuadir a los que se convirtieron en compradores: "Algunos tienen más responsabilidad que otros por la información que tenían".
Los dos autores defendieron la dación en pago y la moratoria de los desahucios y advirtieron de que la lucha en favor del derecho fundamental de la vivienda sigue viva.
"Qué sociedad puede mirarse al espejo cuando tolera que se desalojen viviendas en las que viven niños", subrayó Coalau.,
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