Seguimos con apartados de la Ponencia expuesta en El Escorial, Julio de 2006:
Debemos estimular la resolución pacífica de los conflictos familiares, a través de la Mediación. Pero, por el contrario, la LO1/2004, que deriva muchos conflictos familiares al ámbito penal, PROHIBE LA MEDIACIÓN y ello, aunque sólo se haya producido una denuncia por amenazas y coacciones leves, así como por vejaciones injustas. Es difícil imaginar procesos de ruptura de parejas en las que, en todo momento, se hayan mantenido unos modales exquisitos, y nunca se hayan proferido el más mínimo insulto.
La Secretaria de la Junta de Gobierno del Colegio de Psicólogos de Catalunya, Catherine Perelló Scherdel, en un informe de mayo de 1999, exponía lo siguiente:
“En conflictos familiares la mediación familiar se ha mostrado como el método más rápido, más económico, mas desdramatizador y menos confrontativo para resolver disputas y permitir resolver las diferencias entre la pareja. Es también el método más efectivo a largo plazo debido a que las partes se sienten participes y han sido las coautoras de los acuerdos. Asimismo es el método más beneficioso puesto que en caso de futuros conflictos las partes sensibilizadas en mediación, los abordan evitando la polarización entre actitudes opuestas ".
Según las estadísticas de los países europeos que utilizan la mediación familiar desde hace diez años y las de América, con 25 años de experiencia en la mediación familiar, la mediación es una técnica enormemente exitosa para intervenir en los conflictos ya que se llegan a acuerdos en un 80 % de los casos. Casi todos los países europeos y americanos países con larga tradición democrática, han considerado que la utilización de la mediación familiar es mejor instrumento para llegar a acuerdos satisfactorios y duraderos, y se demuestra un gran bienhechor para todos los miembros de la familia.
La mediación familiar es un proceso confidencial y estructurado en el cual una tercera parte neutral, que es el mediador, ayuda a arreglar de forma amigable los conflictos, reduciendo las agresividades, aclarando las pretensiones respectivas, restableciendo el dialogo, buscando soluciones aceptables para ambas partes y permitiendo que éstas se apropien de sus propias decisiones parentales.
La mediación familiar favorece la participación y legitimación de las partes involucradas permitiéndoles asumir su responsabilidad en el diseño de la resolución de su disputa. Otorga una voz a las partes, les permite hablar, aislando los puntos en conflicto, buscando alternativas para buscar la mejor de las soluciones posibles para ellos, siendo el objetivo fundamental, por encima de todo, el bienestar de los hijos.
La mediación familiar aporta autonomía personal ya que las partes controlan en todo momento el proceso y consiguen llegar a acuerdos y soluciones individuales, que son creativas y que se adaptan especialmente a su familia.
En momentos de crisis familiar, momentos de gran carga emotiva, la mediación familiar favorece el respeto, la confianza, el protagonismo, la solidaridad de la paternidad compartida.
La mediación familiar es un proceso de responsabilidad parental, un proceso de introspección mutua, que permite aflojar la tensión y renovar la comunicación entre los padres.
La mediación familiar consigue por la vía del dialogo que incluso parejas muy antagonistas se centren conjuntamente hacia los intereses de los hijos, beneficiando la reintegración y estabilización de la personalidad de éstos.
La mediación familiar es confidencial y no degrada la intimidad puesto que no es necesario ventilar todos los detalles personales que provocan un gran desgaste psicológico.
Muchas personalidades extranjeras escogen especialmente la mediación precisamente por su confidencialidad.
La mediación familiar tiene la oportunidad de reducir, aliviar las consecuencias y los daños psicológicos y morales, en el ámbito emocional. El hecho de que cada parte sea atendida y escuchada, permite relajar el estrés y ansiedad comprendiendo el punto de vista y las necesidades del otro cónyuge y muy especialmente las necesidades de los hijos.
El situarse en la situación del otro permite ser más realista y equitativo, provocando un cambio de actitud. Desde del principio los cónyuges participan activamente en la solución del conflicto tejiendo nuevos lazos de comunicación.
Este reencuentro comunicativo es fundamental para poder tratar de una manera mas positiva y equilibrada los temas que afectan a los hijos, beneficiando el clima familiar.
La mediación familiar se desarrolla en un contexto más flexible, devolviendo a las partes su protagonismo en la resolución de sus propios problemas, por lo tanto los acuerdos no son impuestos sino discutidos con detenimiento y aceptados por ambas partes. De esta manera ambos ganan y consiguen evitar el rencor y el resentimiento elementos que agravan la incomunicación.
La mediación familiar externaliza la responsabilidad, ayuda a mejorar la convivencia siendo una excelente herramienta de respeto, confianza, solidaridad, tolerancia así como una excelente práctica democrática. Por medio de una exploración reflexiva, permite organizar una vida familiar más reestructurada emocionalmente, económicamente i parentalmente, justamente mirando hacia el futuro de los hijos.”
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