fernando ramón 30.03.2014 |
Durante las últimas semanas los casos de violencia de género se están
incrementando de forma alarmante. El nº de mujeres que han muerto
este año víctimas de sus agresores machistas se eleva a 18, lo que
supone una media de 6 crímenes al mes. Ni la ley para luchar contra
esta lacra social, ni las constantes campañas para intentar concienciar a
las mujeres a que denuncien, ni las llamadas a utilizar un teléfono de
asesoramiento gratuito (el 016) que no deja rastro en la factura
telefónica, ni los intentos de educar a los jóvenes para evitar que
caigan en estas prácticas parece que estén dando los resultados
deseables para combatir unas agresiones que se están recrudeciendo.
Algo falla cuando con todos estos elementos instaurados no se produce un retroceso, ni se consigue contener una preocupante tendencia alcista, tras algún periodo aislado en el que había decaído.
¿Dónde tienen que poner mayor énfasis los expertos a la hora de buscar soluciones que subsanen esta situación? ¿En las campañas de prevención? ¿En la dotación de mayores recursos presupuestarios para combatir la violencia machista? ¿En mejorar los juzgados especializados con más medios? ¿En profundizar en los mecanismos de prevención?
Parece evidente que todos los esfuerzos se antojan necesarios para combatir esta plaga, pero quizás habría que incidir en todos aquellos instrumentos que permitan erradicar planteamientos en los que la violencia se considera la única fórmula para la resolución de conflictos, o en estereotipos donde la posición machista dominante sigue siendo el centro y el núcleo de las relaciones de pareja. La implantación de un modelo social más igualitario, sin duda, ayudaría a socavar los cimientos de una violencia de género que sigue estremeciendo con ese imparable goteo de muertes execrables.
Algo falla cuando con todos estos elementos instaurados no se produce un retroceso, ni se consigue contener una preocupante tendencia alcista, tras algún periodo aislado en el que había decaído.
¿Dónde tienen que poner mayor énfasis los expertos a la hora de buscar soluciones que subsanen esta situación? ¿En las campañas de prevención? ¿En la dotación de mayores recursos presupuestarios para combatir la violencia machista? ¿En mejorar los juzgados especializados con más medios? ¿En profundizar en los mecanismos de prevención?
Parece evidente que todos los esfuerzos se antojan necesarios para combatir esta plaga, pero quizás habría que incidir en todos aquellos instrumentos que permitan erradicar planteamientos en los que la violencia se considera la única fórmula para la resolución de conflictos, o en estereotipos donde la posición machista dominante sigue siendo el centro y el núcleo de las relaciones de pareja. La implantación de un modelo social más igualitario, sin duda, ayudaría a socavar los cimientos de una violencia de género que sigue estremeciendo con ese imparable goteo de muertes execrables.
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