abc_alicante / alicante / 03/07/2013
La Universidad de Alicante advierte que esta exposición puede desarrollar desde alergias a patologías relacionadas con la alimentación.
Un informe de la Universidad de Alicante advierte de que los menores expuestos a episodios de violencia de género pueden desarrollar problemas psicopatológicos, como agresividad y ansiedad, y de salud, desde alergias a patologías relacionadas con la alimentación.
Casi 1/5 parte de los 131 menores analizados en el estudio tiene «problemas emocionales y de conducta» y 1/3 parte de ellos presenta «problemas de salud moderados o graves».
Estas «importantes consecuencias», como así las califican
desde la UA, vienen recogidas en un estudio elaborado por el Área de
Intervención Psicosocial con Familias y Menores (IPISFAM) de esta
institución académica.
Su directora, Ana Rosser,
ha dado a conocer hoy los resultados de este informe durante un curso
de intervención integral en hijos/as de víctimas de violencia de género
celebrado en la UA.
La investigación comenzó hace 3 años con una evaluación de madres e hijos que son tratados en los centros de acogida por esta problemática.
«Suponíamos que tenían que pasar cosas cuando un niño ve,
intuye y oye a través de la puerta o cuando, en el fragor de la batalla,
escucha y recibe insultos, gritos e incluso palizas», ha manifestado la
investigadora, cuyo informe ha contado con el respaldo de la
Consellería de Bienestar Social.
El estudio constata que la exposición a la violencia de
género, «incluso en los niños que no sufren el maltrato directamente,
tiene importantes consecuencias a nivel emocional y de comportamiento que hay que abordar de alguna forma».
Todo ello, según ha dicho, «fruto de la negligencia de la que han sido objeto y de la tensión que han vivido, que ha repercutido en su salud».
Se trata de problemas de alimentación, sueño, asma y alergias a los que se suman «desajustes escolares, problemas de rendimiento académico y de conducta en la escuela».
Además, según ha apuntado, a menudo padecen problemas de
atención, agresividad y también de ansiedad y de retraimiento, «llegando
en ocasiones a un rango clínico».
Según Rosser, los menores que están expuestos a la violencia de género pueden acabar reproduciendo los patrones, tanto del agresor como de la víctima.
Por ello, ha apostado por elaborar estrategias y atenderlos en espacios terapéuticos específicamente diseñados para los menores, tanto para paliar sus problemas actuales, como para evitar que reproduzcan esos patrones.
En este sentido, ha advertido que en la actualidad «el
enfoque institucional está muy orientado a las madres, con las que se
hace un trabajo muy intensivo», pero «todavía no hay recursos orientados de forma contundente y seria al abordaje de las problemáticas psicosociales de los niños».
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