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El aumento de la violencia de género
Ángel Cubo Mayo - 21/04/2010
Ayer el delegado del Gobierno para la Violencia de Género echaba la culpa del incremento de las muertes de mujeres en los últimos tres meses (19 en total) a los que denuncian la existencia de un gran número de denuncias falsas.
Además anunciaba nuevas medidas para combatir la violencia de género, entre ellas hacer una encuesta entre 14.000 mujeres para detectar situaciones sospechosas.
Si mueren más mujeres es porque el sistema no es capaz de detectar y detener a los asesinos en potencia;
Si se dice que aumentan las denuncias falsas y que se está condenando a falsos maltratadores es porque la ley permite el abuso y el fraude en situaciones de conflicto familiar.
Según nuestros gobernantes, el origen de la violencia de género es el «machismo y la relación de dominación del hombre sobre la mujer».
No hay, ni se admite otra causa de conflicto posible entre hombre y mujer que viven en pareja.
Las acciones propuestas por los gobiernos: promover la igualdad y combatir el machismo son estimables y los ciudadanos debemos estar comprometidos con ellas.
En general todo el mundo tenía claro que las causas de la violencia dentro de la pareja eran tres:
Primero, la denominada violencia pasional, causada por celos, resentimiento o arrebato pasional, fenómenos no exclusivos de los hombres pero más peligrosos en ellos que en ellas y que generan violencia a veces letal.
Segundo: la que se desencadena a consecuencia de un conflicto familiar derivado de la separación o divorcio. Aquí la causa de la violencia no es el sentimiento exacerbado o enfermizo, sino la disputa sobre elementos materiales o personales como la vivienda, las pensiones y la custodia de los hijos.
Tercero: la violencia sistemática generada por uno de los componentes de la pareja en un intento de someter y dominar al otro usando la fuerza o la coacció al objeto de privar al otro de su libertad.
La ley de violencia de género, sin embargo, simplificó todos los casos en uno, le echó la culpa de todo a los hombres y dio una sola receta para combatir y prevenir esta violencia.
Porque el primer tipo de violencia se previene mediante la educación, pero no con educación sobre igualdad o género o para la ciudadanía (muy loable como digo en sí misma) sino con educación sobre inteligencia emocional, enseñando a nuestros hijos e hijas algo que se está perdiendo a marchas forzadas en nuestro contexto social: tolerancia ante la frustración y la gestión de las propios emociones y sentimientos.
La segunda se previene estableciendo un sistema justo y equitativo para la solución de conflictos familiares que no pase por llevar a uno de los miembros de la pareja, sin razón, al juzgado de violencia de género y que contemple de forma real y efectiva la custodia compartida, invirtiendo en mediación familiar.
Y el último tipo de violencia se combate no teniendo la menor consideración con los agresores, sean hombres o mujeres, poniendo en ello todos los medios policiales y judiciales que hoy en día están dispersos.
Y todo el mundo sabe que esto es así.
Sólo falta que se enteren de una vez nuestros políticos. Y que hagan algo
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