Marc Trayter i Vilagran, abogado, 18 mayo 2018
La madre que acuerda un régimen de custodia compartida no es menos madre que aquella que quiere la custodia en exclusiva para ella o se decanta por un sistema de custodia monoparental. Resulta innecesario explicar el porqué. En cambio, quizá sí es necesario divulgar los motivos por los que la custodia compartida no es sólo el deseo de un progenitor (habitualmente el padre) sino que también resulta una necesidad para la mujer en la sociedad actual. Pues sería contradictorio que en una sociedad que queremos cada vez más igualitaria, se reservase el papel de la crianza de los hijos solo a las mujeres.
Hoy en día, una mujer por más que esté divorciada y sea madre, tiene todo el derecho del mundo a rehacer su vida, tanto en lo sentimental como en lo social, así como desarrollar una trayectoria profesional sin trabas.
¿Para el caso de que la custodia de los hijos sea atribuida en exclusiva a la madre, podrá esta combinar los horarios escolares con los laborales? ¿Realmente, por más que el padre satisfaga una pensión de alimentos para compensar a la madre, esta pensión compensa las renuncias laborales que inevitablemente se tendrán que hacer? ¿Este sistema no implica prolongar la dependencia económica de la mujer más allá incluso del matrimonio? ¿Las mujeres deben soportar sentir que pretenden vivir a costa de su «ex»?
Dentro de un sistema de custodia monoparental, un progenitor tiene la responsabilidad de cumplir con las rutinas, cuidado y horarios de sus hijos la mayor parte del año, en cambio, al otro progenitor a menudo se la ha definido como padre visitador. ¿Dentro de este sistema, padre y madre rehacen su vida social y sentimental en igualdad de condiciones?
Hoy en día no hay discusión en que un hombre es apto para llevar a su hijo al médico, reunirse con el tutor de la escuela, planchar la ropa y cuidarle como corresponde. ¿Entonces porqué no compartirlo?
Cualquier sistema de guarda y custodia debe realizarse atendiendo al interés superior del menor pero ello necesariamente implica analizar las circunstancias personales de cada progenitor. El menor no estará bien si a su madre se le exige un esfuerzo sobrehumano. La ayuda es necesaria para afrontar el reto de educar a un hijo y, más allá de la ayuda que puedan prestar los abuelos o canguros, esta tarea no les corresponde a ellos sino que es el padre quien en ejercicio de su responsabilidad debe compartir el cuidado y educación de sus hijos. Si además, el padre entiende que responsabilizarse de su hijo no es un deber ni una carga, sino un derecho que le llena, cualquier pega que pueda encontrarse a la custodia compartida se resolverá.
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