Víctor Martínez Patón, Director del Área Penal de Patón y Asociados ,09/11/2016
En España hemos conseguido
mucho en la lucha contra la violencia de género: 1º, colocando este
problema en la portada de todos los medios y en las conversaciones de
la gente; 2º, logrando que se le dé la importancia que merece el
terrible hecho de que en 2015 fueran 57 las mujeres asesinadas a manos
de sus parejas o ex parejas.
¿En qué punto nos encontramos este año?
Según el
Instituto de la Mujer, en lo que va de 2016 (a octubre) la cifra
asciende a 34 y este podría ser el año con menos víctimas de violencia
machista en las últimas 2 décadas.
Sin duda son buenas noticias, ya que, además, han aumentado las denuncias por violencia de género. Si hace 2 años se interpusieron 126.742 denuncias, en 2015 fueron 129.193, según el Observatorio contra la violencia doméstica y de género.
Sin embargo, estas cifras positivas no deben alejarnos de un debate necesario e interesante en torno a la reforma de la Ley de Violencia de Género que se aplica en España. Mientras perseguimos la execrable violencia contra la mujer, debemos también perseguir la igualdad.
Sin duda son buenas noticias, ya que, además, han aumentado las denuncias por violencia de género. Si hace 2 años se interpusieron 126.742 denuncias, en 2015 fueron 129.193, según el Observatorio contra la violencia doméstica y de género.
Sin embargo, estas cifras positivas no deben alejarnos de un debate necesario e interesante en torno a la reforma de la Ley de Violencia de Género que se aplica en España. Mientras perseguimos la execrable violencia contra la mujer, debemos también perseguir la igualdad.
Dicha
ley señala que se produce violencia de género en los casos de violencia
física o psicológica que impactan negativamente sobre la identidad, el
bienestar social, físico o psicológico de las mujeres, siempre que estos
provengan de un hombre que ha sido o es su pareja.
Lamentablemente, esta tipificación se aplica en exclusiva a mujeres heterosexuales víctimas de maltrato por parte de un hombre. Mientras, que cuando el hombre o una lesbiana son la víctima en un caso similar se considera violencia doméstica. Esto, de entrada, supone una discriminación hacia el hombre y las mujeres lesbianas y, a nivel legal, una pena más leve en caso de condena.
Ante el mismo delito, misma pena y mismas consecuencias.
La lacra de la violencia machista no debe hacernos obviar el art. 14 de la Constitución que establece la igualdad de todos los españoles ante la ley, “sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
Lamentablemente, esta tipificación se aplica en exclusiva a mujeres heterosexuales víctimas de maltrato por parte de un hombre. Mientras, que cuando el hombre o una lesbiana son la víctima en un caso similar se considera violencia doméstica. Esto, de entrada, supone una discriminación hacia el hombre y las mujeres lesbianas y, a nivel legal, una pena más leve en caso de condena.
Ante el mismo delito, misma pena y mismas consecuencias.
La lacra de la violencia machista no debe hacernos obviar el art. 14 de la Constitución que establece la igualdad de todos los españoles ante la ley, “sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
La
necesidad de una protección efectiva de las mujeres heterosexuales
maltratadas no debe llevar aparejada la desprotección de los hombres o
de los miembros del colectivo LGTB víctimas de casos parecidos.
Por
eso es necesaria la reforma de la legislación, porque las desigualdades
que se introdujeron en la Ley Orgánica 01/2004 se han mantenido incluso
tras la aprobación de la Ley orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva
de mujeres y hombres.
Las medidas planteadas
por la ley de 2004 creaban un desequilibrio con el objetivo de
solucionar un problema que se hacía cada vez más patente. Más de una
década después este sigue existiendo y la legislación sólo ha servido
para silenciar una realidad que no por ser menos significativa
estadísticamente deja de afectar también a personas.
El
nuevo Gobierno debería tener entre sus 1ªs tareas la de revisar la
Ley de Violencia de Género, incorporando en ella todas las violencias,
considerando en cada caso sus propias circunstancias, pero partiendo de
un elemento fundamental: la Igualdad.
En la sociedad hay también hombres maltratados y
ancianos y niños y personas homosexuales, pero sólo la mujer tiene una
ley específica. No fomentemos la discriminación positiva en ningún
sentido; un país moderno, democrático y civilizado como el nuestro no
puede permitírselo.
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